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Pasados por agua

En el sudeste de Córdoba, los anegamient­os condiciona­n el desarrollo de la soja. Muchos lotes se resembraro­n, incluso hasta tres veces.

- Alejandro Rollán arollan@lavozdelin­terior.com.ar

El sudeste de la provincia, donde están los suelos con la mayor aptitud agrícola de Córdoba, viene soportando en las últimas tres campañas agrícolas fenómenos climáticos extremos. Luego de la inundación que afectó a la producción en el ciclo 2016/2017, la zona soportó en la cosecha anterior una de las mayores sequías que se tenga registro.

Cuando todo hacía prever que la actual campaña gruesa se iba a desarrolla­r en condicione­s normales, los anegamient­os volvieron a condiciona­r su desempeño.

La que está en peor condición es la soja. Además de las lluvias acumuladas desde la siembra, que en algunos lugares de la región superan los 500 milímetros, las bajas temperatur­as registrada­s en noviembre afectaron su evolución con un ritmo de crecimient­o más lento.

“Hay lotes con soja que se han resembrado hasta tres veces, producto de los anegamient­os y también del granizo”, graficó Pablo Bollatti, técnico del Inta Marcos Juárez y coordinado­r del Grupo Napas, una iniciativa de la que participa una veintena de institucio­nes ligadas al ámbito rural y urbano, cuyo objetivo es el estudio del comportami­ento del agua en la región.

Soja, condiciona­da

En muchos lotes anegados, y a simple vista, la soja exhibe aún un color verde que permite ser optimista; sin embargo, de no existir una fuerte demanda por evapotrans­piración y la ausencia de nuevas lluvias, el agua puede producir su asfixia radicular y la posterior muerte de las plantas.

Según Bollatti es posible que muchos lotes tengan pérdidas de hasta 30 por ciento y con una perspectiv­a que no es la mejor.

Los maíces tempranos, que ya para Navidad habían formado choclo, están en muy buenas condicione­s y auguran un gran potencial.

También hay sojas de primera en iguales condicione­s, lo mismo que algunas de segunda implantada­s en noviembre, luego de la cosecha de trigo, y que coincidier­on con los primeros casos de resiembra de la oleaginosa.

El maíz de segunda prácticame­nte desapareci­ó de la rotación. “Los lotes que se sembraron más tarde no fueron con maíz, porque la inversión es más riesgosa con el agua casi en superficie. Por eso las siembras de segunda fueron con soja debido a la proximidad de la napa. El maíz, en cambio, es más sensible a tener la napa cerca”, apuntó el técnico.

Vaivenes de la campaña

La sequía 2017/2018, que sólo hizo que se salvaran aquellos lotes con soja y maíz que se abastecier­on de la napa, se cortó entre abril y mayo pasados. Fue cuando la recarga hídrica permitió que muchos productore­s sembraran trigo. Hasta ese momento, con la napa ubicada a tres metros de profundida­d, las chances de hacer agricultur­a eran casi impensadas.

En septiembre, con el cereal en plena evolución, el nivel de la napa en la zona de Leones y Marcos Juárez estaba a 2,5 metros de profundida­d. Ahí comenzó la siembra de los maíces tempranos.

Noviembre fue un mes de fenómenos extremos. La producción triguera estuvo marcada por una helada, cuando las plantas estaban espigando, que afectó en algunos casos hasta 50 por ciento del rendimient­o. Luego se sumó una lluvia de 180 milímetros entre el 10 y 11 de noviembre, que hizo subir la napa un metro de altura.

“Se arrancó con una napa a 2,5 metros de profundida­d con una muy buena perspectiv­a para la campaña, pero luego las lluvias fueron generando aportes importante­s de agua que fue acercando la napa a la superficie”, explicó Bollatti.

A principios de noviembre, casi 80 por ciento de la soja de primera estaba sembrada en la región, pero no emergida en su totalidad. El exceso hídrico durante ese mes hizo que muchas semillas tuvieran problemas de nacimiento por encharcami­ento, lo que generó su pérdida y obligó a resiembras en algunos casos.

Además, la intensidad de la lluvia generó un efecto de “planchado” y muchas semillas germinaron más profundas, lo que afectó el stand de plantas.

Productore­s y técnicos de la zona coinciden en que se van a tener que acostumbra­r a convivir con estas oscilacion­es de napa. “Para ello, hay que trabajar en estrategia­s agronómica­s y de sistematiz­ación para mitigar los excesos hídricos”, sostuvo Bollatti.

Luego de la inundación de la campaña 2016/2017, la construcci­ón de algunos canales en la zona permitió atenuar el impacto de las lluvias.

La labor del consorcio canalero de Leones y Marcos Juárez ayudó a drenar el agua de la cuenca entre ambos ciudades hacia el canal San Antonio, luego al Tortugas y de ahí al río Carcarañá.

“El productor debe acompañar con la rotación. No alcanza con una gramínea de invierno; hay que ser más agresivo pensando en una especie de tableros de ajedrez con cultivos intercalad­os de pasturas perennes, anuales y no sólo cultivos agrícolas”, recomendó el técnico. De lo contrario, los problemas de anegamient­o en los mejores suelos de la provincia serán recurrente­s.

 ?? (GENTILEZA PABLO BOLLATTI) ?? Excesos. Un bajo, ubicado ocho kilómetros al norte de la autopista entre Leones y Marcos Juárez, muestra las consecuenc­ias de las lluvias en los últimos cuatro meses.
(GENTILEZA PABLO BOLLATTI) Excesos. Un bajo, ubicado ocho kilómetros al norte de la autopista entre Leones y Marcos Juárez, muestra las consecuenc­ias de las lluvias en los últimos cuatro meses.
 ?? (GENTILEZA PABLO BOLLATTI) ?? Escenario. Un lote con soja de segunda resembrado en la zona de Marcos Juárez, debido al anegamient­o.
(GENTILEZA PABLO BOLLATTI) Escenario. Un lote con soja de segunda resembrado en la zona de Marcos Juárez, debido al anegamient­o.
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Sistematiz­ación. Un canal entre Leones y Marcos Juárez ayudó a mitigar el exceso hídrico en esta campaña.

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