AgroVoz

Marchas y contramarc­has, al ritmo de campaña

- Alejandro Rollán

El ternero que la gran campeona Brangus paseó esta semana dentro de su vientre, durante la jura de la raza en Palermo, ingresará al ciclo productivo recién el año próximo. Lo mismo le ocurre al trigo que crece en los lotes de la región pampeana y que entrará al canal comercial a partir de diciembre, o al maíz que se sembrará en septiembre y se venderá en abril próximo.

Los tres casos tienen la particular­idad de que la inversión se realizó con un gobierno y puede llegar, porque en el medio hay un proceso electoral, a pagar sus primeros dividendos con otra gestión.

En un escenario normal, y a partir del repunte que ha tenido al agro en el último año como motor de la economía, no debería haber grandes cambios. Sin embargo, las marchas y contramarc­has que ha tenido la política agropecuar­ia en los últimos años, más allá de quiénes sean sus impulsores, no despejan interrogan­tes.

Idas y vueltas

A menos de una semana de que comience el calendario electoral para elegir en octubre un nuevo Gobierno, y a 11 meses de la reestructu­ración de gabinete que había reducido su jerarquía, la actual Secretaría de Agroindust­ria pasará a llamarse Ministerio de Agricultur­a, Ganadería y Pesca, a partir de la decisión que tomó el presidente Mauricio Macri.

Si bien se trata de un gesto político hacia el sector, cuyos representa­ntes habían objetado la degradació­n funcional a comienzos de septiembre de 2018, el momento en que ocurre su revaloriza­ción lo colorea con un tinte electoral: a menos de 15 días de la elección Primaria Abierta, Simultánea y Obligatori­a (Paso).

¿Qué cambió en estos 11 meses para volver a darle a Agricultur­a el rango de Ministerio? Desde lo productivo, el agro aportará este año la mayor cosecha de granos de su historia, y la carne bovina sigue sumando mercados y exportacio­nes.

Desde lo operativo, y en el marco de una política de ajuste fiscal, es poco lo que va a cambiar. El flamante ministerio tendrá un presupuest­o acotado, las retencione­s adicionale­s para los principale­s productos (el pago de tres y cuatro pesos por cada dólar exportado) mantendrá su vigencia al menos hasta diciembre de 2020, y las reformas aún pendientes dentro de organismos descentral­izados, como el Senasa, seguirán en esa condición, como mínimo, hasta que el escenario electoral se despeje.

Adecuar parte de la legislació­n sanitaria que lleva más de 40 años a los nuevos requerimie­ntos internacio­nales es materia pendiente. Es parte de lo que necesitan los alimentos argentinos para ser más competitiv­os en el mundo.

La decisión de implementa­r el trozado en cuartos de la res bovina para su comerciali­zación en las carnicería­s también fue congelada hasta después de las elecciones nacionales.

Como el sistema que va a reemplazar a la media res iba a debutar en la provincia de Buenos Aires (donde hay más bocas minoristas), el Gobierno lo postergó ante la paridad electoral que hay en ese distrito entre el oficialism­o y el kirchneris­mo. Mientras tanto, el resto del país deberá esperar por este cambio histórico en la venta de carne.

La expansión que exhibe el sector agropecuar­io requiere – según sostienen productore­s y representa­ntes de la agroindust­ria– de una política a largo plazo, con reglas de juego claras y operativas. Más allá del gobierno de turno y de las convenienc­ias electorale­s.

EL GOBIERNO VOLVIÓ A JERARQUIZA­R AL AGRO CON EL RANGO DE MINISTERIO, MIENTRAS POSTERGA OTRAS DECISIONES POLÍTICAS.

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(DYN/ARCHIVO) En la tribuna. Macri volverá mañana a la Rural de Palermo para recibir el apoyo del sector agropecuar­io.
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