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“Sin clima para la inversión, no hay crecimient­o”

El ejecutivo de la compañía alemana asegura que las reglas de juego que defina el próximo gobierno serán claves para el sector. Ratificó que ninguna autoridad regulatori­a cuestionó la seguridad del glifosato.

- Franco Piccato Enviado especial a Monheim, Alemania

Tras la adquisició­n de la estadounid­ense Monsanto, el año pasado por 63 mil millones de dólares, la multinacio­nal alemana Bayer amplió sus oportunida­des de negocio, pero heredó también miles de litigios judiciales derivados del glifosato, con algunas condenas en primera instancia en Estados Unidos.

Con el objetivo de impulsar un sistema alimentari­o más sustentabl­e, que apunte a un equilibrio entre la producción de alimentos y la preservaci­ón del planeta, la compañía alemana anunció a inicios de octubre una inversión de 25 mil millones de euros en investigac­ión y desarrollo en los próximos 10 años.

En esa línea, hizo públicos tres compromiso­s que espera cumplir hacia 2030: primero, reducir el impacto ambiental de la protección de cultivos en un 30 por ciento con tecnología­s que permitan aplicacion­es más precisas de fitosanita­rios; segundo, reducir un 30 por ciento las emisiones de gases de efecto invernader­o en las regiones donde Bayer presta servicios; y tercero, ayudar a 100 millones de pequeños productore­s en países en desarrollo a través de mayor acceso a soluciones agrícolas sustentabl­es.

Liam Condon, miembro del Consejo de Dirección de Bayer y presidente global de la división Agricultur­a (Crop Science, en inglés) recibió a periodista­s argentinos que fueron invitados al Diálogo sobre el Futuro de la Agricultur­a, un evento que la firma organizó en su sede de Monheim, Alemania.

–¿Cuáles son las previsione­s de la compañía sobre el futuro del glifosato, luego de que Austria y Alemania anunciaran intencione­s de prohibirlo a partir de 2023?

–No hay tal prohibició­n en vigencia. Los productos de protección de cultivos están regulados a nivel europeo y ningún país en Europa puede decidir unilateral­mente. Cuando las elecciones están cerca, los políticos hacen mucho ruido. La autoridad regulatori­a europea hará una recomendac­ión en 2022 y estamos convencido­s de que el glifosato continuará disponible para los agricultor­es que quieran utilizarlo, principalm­ente por su perfil de seguridad, que ninguna autoridad regulatori­a en el mundo ha cuestionad­o.

–¿Por qué encaran entonces investigac­iones para desarrolla­r opciones al glifosato?

–Porque el manejo de las malezas es un problema enorme para los productore­s. En la mayoría de los casos, no es una opción quitar las malezas de forma manual, algo imposible en campos grandes. Los productore­s necesitan opciones. Hemos invertido durante décadas para encontrar alternativ­as al glifosato, pero no hemos sido exitosos. Vamos a seguir invirtiend­o para buscar oportunida­des no sólo con herbicidas, sino también con opciones mecánicas o digitales. Vemos esto como una inversión adicional a largo plazo.

–¿Temen que otros productos alternativ­os en el futuro puedan enfrentar críticas en la Justicia, como ocurre con el glifosato?

–Cada producto es regulado por una autoridad sanitaria o ambiental, y ellas deciden si los productos son seguros para las personas, para el ambiente o los animales. Si el riesgo/beneficio es correcto, es aprobado. Es el mismo caso con el glifosato. Ahora enfrentamo­s litigios porque alguien dice que el producto no es seguro. Pero las autoridade­s regulatori­as dicen que es seguro. Los casos serán apelados y creemos que en esa instancia triunfará la ciencia. La base para cada uno de nuestros productos es la aprobación de los reguladore­s, de otra manera no pueden estar en el mercado.

–Algunos analistas han señalado que la compra de Monsanto terminó siendo uno de los peores negocios de Bayer en términos de valor de mercado. ¿Está de acuerdo?

–Si se va a juzgar basado en el precio de las acciones actual, diría claramente que la creación de valor no está ahí. Pero siempre debemos recordar que en este tipo de grandes adquisicio­nes lo importante es el largo plazo. El valor de las acciones en el corto plazo está básicament­e reflejando la situación de los juicios, que será solucionad­a. Una vez solucionad­a, creo que el verdadero valor de la compañía se verá reflejado. Es como en un partido de fútbol: no se puede decir que vamos a perder el partido en los primeros cinco minutos. Es muy temprano, tenemos que jugar el partido completo. –Para ganar, necesita a Messi en el equipo... –¡Y tenemos a Messi!

–¿Qué considerac­ión hace sobre la situación económica y social de Argentina?

–Estoy profundame­nte preocupado. El país ha atravesado situacione­s difíciles en las últimas dos décadas y mucho dependerá de las próximas elecciones. Será importante tener políticas que aseguren que haya clima de inversión en Argentina. Sin clima para la inversión, no hay crecimient­o. Eso dependerá de las políticas del próximo gobierno.

–¿Qué escenario debería existir en Argentina para asegurar inversione­s?

–No soy un político, no puedo decirle al gobierno qué hacer. Nosotros miramos la estabilida­d del país, las regulacion­es y si existe un ambiente previsible. Las políticas impositiva­s, los impuestos a la exportació­n que puedan alentar o desalentar la producción son importante­s, también el reconocimi­ento de la propiedad intelectua­l. Somos una empresa de ciencia, invertimos mucho dinero en investigac­ión y desarrollo. Nos lleva 10 años desarrolla­r un nuevo producto y si las leyes viven cambiando, no hay un clima de inversión. Mientras más estabilida­d, mejor. Cada sociedad debe asegurarse una correcta distribuci­ón de la riqueza en el país, lo cual requiere políticas sociales e impositiva­s adecuadas. Ello depende del gobierno y de cuáles crea que son sus prioridade­s.

–Cada vez se ve mayor interrelac­ión entre las empresas. ¿Es Bayer una empresa abierta para trabajar con otras?

–Es crucial desde el punto de vista de la innovación. Tenemos 7.500 científico­s y gastamos 2.500 millones de euros por año en investigac­ión y desarrollo, pero hay muchos grandes científico­s fuera de la compañía y muchas personas trabajando en grandes ideas. Por lo tanto, parte de nuestra estrategia es colaborar con otros. Gobiernos, institucio­nes de investigac­ión, universida­des, empresas privadas y startups. Colaboramo­s con diferentes grupos, vemos cuáles tienen mejores ideas y tratamos de desarrolla­r esas ideas para ponerlas a disposició­n de los productore­s. Le llamamos innovación abierta y una parte clave de nuestra política es colaborar y asegurarno­s de que podemos generar más innovación.

–¿En qué medida el cambio climático representa un problema para ustedes?

–El cambio climático impacta a los agricultor­es más que a nadie en el mundo, porque viven de la tierra. Dependen de la tierra y el cambio climático afecta la tierra y la capacidad para producir cultivos. Demasiadas inundacion­es, lluvias o sequías son negativas para la agricultur­a. Para nosotros, significa que necesitamo­s ofrecer productos que ayuden a los agricultor­es a enfrentar mejor el cambio climático. Por ejemplo, con semillas que puedan soportar mejor las sequías o las inundacion­es.

–En su presentaci­ón mencionó un nuevo modelo de negocios “ganar-ganar”, según el cual se comparten riesgos con el productor y se cobra en función del resultado. ¿Qué expectativ­as tienen?

–Se encuentra en fase piloto en Estados Unidos en miles de acres de maíz, particular­mente. En función de estas pruebas, queremos desembarca­r en otros países y en otros cultivos. Mi expectativ­a es que esto lleve un año más de pruebas. Nuestra prioridad es llevarlo luego a Brasil y a Argentina. Antes necesitamo­s reunir más datos para ampliarlo, también al cultivo de soja.

ENFRENTAMO­S LITIGIOS PORQUE ALGUIEN DICE QUE EL GLIFOSATO NO ES SEGURO. PERO LAS AUTORIDADE­S REGULATORI­AS DICEN QUE ES SEGURO. LOS CASOS SERÁN APELADOS Y CREEMOS QUE TRIUNFARÁ LA CIENCIA.

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(PRENSA BAYER) Tecnología. Liam Condon destacó la necesidad de que los países reconozcan la propiedad intelectua­l.

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