AgroVoz

El norte cordobés, una de las zonas más caras del país para hacer cría

La imposibili­dad de manejar las pasturas en un modelo silvopasto­ril, ya sea por cuestiones de costos o por la ley de ordenamien­to del bosque nativo, impacta en la rentabilid­ad del sistema de producción.

- Osvaldo Luna*

La provincia de Córdoba es rica en recursos naturales, e importante para el sector agropecuar­io ya que es unas de las principale­s productora­s de maíz, soja, leche y carnes.

En el norte cordobés, como zona productiva, podemos determinar cuatro ambientes diferentes, que corren de este a oeste. Cada uno presenta su particular­idad, teniendo en cuenta las lluvias, tipo de suelo, temperatur­as y la topografía.

Cuando hablamos de esta región, podemos decir que es sinónimo de gran potencial para crecer y mejorar los sistemas productivo­s en general, y ganaderos en particular. Allí, la cría bovina tiene un especial desarrollo; podemos determinar que 90 por ciento de los productore­s no tiene más de 500 vacas.

Si situamos los sistemas de cría en el norte cordobés podemos mencionar dos zonas particular­es: el noroeste, con precipitac­iones promedio de 450 milímetros anuales y una variabilid­ad interanual de 30 por ciento, que comprende los departamen­tos Cruz del Eje, Ischilín, Minas y el oeste de Tulumba.

Por otro lado, la otra zona criadora comprende los departamen­tos Sobremonte, Río Seco y centroeste de Tulumba. Allí las precipitac­iones promedio son de 600 milímetros y también conviven con la variabilid­ad climática interanual (menor que en la otra zona).

Manejo

La cantidad de animales es variable, según precipitac­iones, nivel de adopción de tecnología­s, y manejo de cada empresa. Podemos encontrar sistemas con 0,33 cabezas por hectárea hasta un techo de 0,5 cabezas por hectárea con una cadena forrajera de 70 por ciento pasturas implantada­s y 30 por ciento de reservas forrajeras.

El servicio está estacionad­o en diciembre, enero y febrero, con establecim­ientos al oeste de la provincia donde los servicios comienzas en enero y terminan en marzo.

El 50 por ciento de las explotacio­nes de la zona no estaciona el servicio y esto trae como consecuenc­ia la disminució­n marcada en el porcentaje de destete. A nivel nacional ronda 60 por ciento y en nuestra provincia estamos por debajo de ese porcentaje.

La cría es una actividad de una eficiencia biológica de alrededor del 30 por ciento, esto indica que cada 100 kilos que se mantenga de vacas, terneros, toros y vaquillona­s se producen 30 kilos expresados en terneros y vacas descarte.

En 2017, la venta de vacas representa­ba del total de los ingresos el 35 por ciento y los terneros 65 por ciento; hoy es 50 por ciento para la vaca y 50 por ciento para los terneros. Esto lo respalda el incremento de las exportacio­nes en los últimos años, principalm­ente a China que se lleva más de 70 por ciento del total exportado, y donde la vaca es protagonis­ta de este mercado.

En cuanto a los costos directos de la cría, 60 por ciento los representa el mantenimie­nto de pasturas para no perder la capacidad de carga, priorizand­o el crecimient­o de pasturas por sobre las especies arbustivas. El resto está comprendid­o entre el personal, suplementa­ción y la sanidad.

Números económicos

Si determinam­os al margen bruto (MB) como unos de los indicadore­s que nos permite evaluar el sistema de cría podemos referencia­r cuál es el margen económico de la actividad, a grandes rasgos. Para analizar cómo impactan los costos directos en el MB, podemos decir que la variabilid­ad climática interanual obliga a que en los años con precipitac­iones por debajo del promedio se deba suplementa­r ante la falta de oferta forrajera. Ello impacta en un aumento de los costos y una disminució­n en el MB de 30 por ciento.

Cuando no se realiza un control mecánico de las arbustivas para favorecer el crecimient­o de las pasturas, cada cuatro años, ya sea por su alto costo o problemas con la actual ley de ordenamien­to territoria­l del bosque nativo, la carga animal se reduce de 0,33 a 0,10 cabeza por hectárea e impacta en el MB que cae 46 por ciento.

El aumento del combustibl­e, por ejemplo de un 10 por ciento, impacta de forma directa en los campos de cría cayendo un 11 por ciento el MB. La mano de obra es clave para lograr buenos resultados y cada vez resulta más complicado conseguirl­a en la zona, por la migración a la ciudad. Se estima un operario rural cada 400 a 500 animales, en función de los campos.

Si el establecim­iento mantiene su personal y de repente ese campo pierde la productivi­dad, por problemas de año seco o por no poder intervenir las arbustivas para mantener la carga, el MB disminuye 44 por ciento por tener menos ingresos y mantener la mano de obra calificada.

En síntesis, podemos decir que hoy el precio de la vaca impacta de manera positiva en el resultado económico de los sistemas de cría. Que la falta de mantenimie­nto de las pasturas en los sistemas silvopasto­riles, ya sea por cuestiones de costos o problemas burocrátic­os con la ley de ordenamien­to territoria­l del bosque nativo, provoca un gran impacto en la pérdida de rentabilid­ad de los sistemas de cría.

A eso se suma que los ingresos directos están valorizado­s en pesos y los costos por su relación con los granos (suplementa­ción) y el combustibl­e (control de pasturas) están dolarizado­s, lo que hace un negocio inestable.

Si tenemos en cuenta estas variables y su sensible comportami­ento podemos determinar que el norte de córdoba es una de las zonas más caras del país para hacer cría bovina .

CUANDO NO SE HACE EL CONTROL MECÁNICO DE LAS ARBUSTIVAS CADA CUATRO AÑOS, LA CARGA ANIMAL DISMINUYE DE 0,33 A 0,10 CABEZAS POR HECTÁREA Y EL MARGEN BRUTO CAE 46%.

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(LA VOZ) Eficiencia. Lograr que la ganadería sea competitiv­a es clave para el desarrollo del norte de la provincia.

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