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Un estudio ratifica la ventaja de esta práctica con respecto al monocultivo.
Las granjas con diversidad de cultivos plantados juntos proporcionan hábitats más seguros y estables para la vida silvestre y son más resistentes al cambio climático, que el estándar de un solo cultivo que predomina en el modelo agrícola actual.
Es la conclusión de una investigación publicada en Nature, que proporciona una visión peculiar a largo plazo de cómo las prácticas agrícolas afectan a la biodiversidad de las aves en Costa Rica.
“Las granjas que son buenas para las aves también son buenas para otras especies” asegura Jeffrey Smith, estudiante graduado en el departamento de biología de la Universidad de Stanford y coautor del artículo. Según su visión, se pueden usar aves como guías naturales para ayudar a diseñar mejores sistemas agrícolas.
El equipo descubrió que, en general, las explotaciones diversificadas son más estables en la cantidad de aves que sostienen, proporcionan un hábitat más seguro para esas aves y protegen contra los impactos del cambio climático de manera mucho más efectiva que las granjas de un solo cultivo.
“Se espera que los trópicos sufran aún más intensamente en términos de estaciones secas prolongadas, calor extremo y muerte forestal por el cambio climático”, añade Gretchen Daily, directora del Centro para la Biología de la Conservación y autora principal del estudio.
“Pero las granjas diversificadas ofrecen refugio: pueden amortiguar estos efectos nocivos de manera similar a un ecosistema forestal natural”, prosigue.
Los hallazgos resaltan la importancia de las granjas que producen múltiples cultivos en un entorno mixto en lugar de la práctica más común de plantar “monocultivos”.
Las regiones tropicales son algunas de las más ricas en especies del mundo, pero también afrontan las mayores amenazas para la biodiversidad.
A medida que se talan sus bosques para plantar cultivos comerciales como plátanos y caña de azúcar, la cantidad y disponibilidad de hábitats naturales se ha reducido drásticamente.
Hasta ahora, se sabía poco sobre cómo las prácticas agrícolas impactan la biodiversidad a largo plazo. Los investigadores utilizaron casi 20 años de datos de campo para comprender qué aves viven en bosques tropicales naturales y en diferentes tierras con cultivos.