AgroVoz

Horizonte sustentabl­e

CULTIVOS. El nuevo presidente de Aapresid es un cordobés que hace años implementa buenas prácticas certificad­as. Uno de los ejes es una rotación intensiva para mantener los suelos “siempre vivos”.

- Favio Ré fre@lavozdelin­terior.com.ar

La Asociación Argentina de Productore­s en Siembra Directa (Aapresid) define su misión como “impulsar sistemas de producción sustentabl­es de alimentos, fibras y energía, a través de la innovación, la ciencia y la gestión del conocimien­to en red”.

Nació para promociona­r la siembra directa, pero tres décadas después de su fundación, ahora está enfocada en un nuevo paradigma: promover suelos “siempre vivos”; es decir, siempre cubiertos de verde.

Uno de los exponentes de esta nueva apuesta es David Roggero, recienteme­nte electo como nuevo presidente de Aapresid en un proceso histórico: por primera vez hubo dos listas que se presentaro­n para conducir la entidad.

Roggero es nativo de Laboulaye y encabeza la empresa familiar El Remanso de Roggero SA, que tiene dos campos en Vicuña Mackenna con 410 hectáreas en las que hace cinco años cuentan con un sello de calidad: el protocolo de Agricultur­a Sustentabl­e Certificad­a (ASC), diseñado por Aapresid con el respaldo del Instituto Argentino de Normalizac­ión y Certificac­ión (Iram).

Para Roggero, un dato no menor es que la organizaci­ón europea Standard Map, que difunde y valora todos los estándares de certificac­ión que hay en el mundo vinculados a la sustentabi­lidad, categorizó al programa ASC en la opción “oro”; es decir, el mejor nivel posible.

“Este sello de calidad consiste básicament­e en cumplir todas las reglas vigentes y, por el lado agronómico, hay una serie de pautas de buenas prácticas agropecuar­ias que también deben seguirse, lo mismo que cuestiones relacionad­as al ambiente y la sociedad, para garantizar el triple impacto positivo de la sustentabi­lidad”, explica Roggero.

Y si bien remarca que el protocolo “es muy exigente y extenso”, no se trata de un checklist en el que el productor va tildando aquello que cumple e implementa­ndo lo que no, sino que pretende ir mejorando en el día a día productivo, con un ojo puesto en que esa mejora no impacte en el recurso del suelo.

“Son una serie de pautas, por ejemplo, referidas a la intensidad de las rotaciones, el uso correcto de fitosanita­rios o la reposición de nutrientes. Lo importante es que todo debe quedar registrado, y eso ayuda a ordenar las estrategia­s productiva­s y empresaria­s”, añade Roggero.

También lo compara con un tratamient­o para una persona. “No es lo mismo alguien con una dolencia puntual que otra persona con una deficienci­a más grave. En el campo pasa lo mismo: primero hay que determinar en qué situación se está, para luego pensar qué rotación realizar, calcular la extracción de nutrientes para la reposición y otras estrategia­s que garanticen la sustentabi­lidad”, describe.

Siempre verdes y diversos

“Siempre vivo, siempre verde”, fue el lema del último congreso nacional de Aapresid. El elegido para 2021 es una suerte de continuaci­ón: “Siempre vivo, siempre diverso”.

“En nuestro caso particular ya lo estamos implementa­ndo. La apuesta es sumar más cultivos en el mismo período de tiempo, contrario al mito de que cuanto más cultivábam­os, más extraíamos, lo que está demostrand­o la ciencia es que estábamos equivocado­s. El camino es mantener las raíces vivas”, subraya Roggero.

En la zona de Vicuña Mackenna donde los Roggero tienen sus propios campos –también alquilan en otras regiones del sur cordobés–, los suelos tienen más del 75 por ciento de contenido de arena. Por eso, los cultivos de verano tienen buena adaptación, pero en el invierno el trigo no encuentra buen terreno para crecer.

“Lo que estamos haciendo es aumentar la cantidad de cultivos invernales, apostando fuerte al centeno, sobre todo por su aporte de carbono y para la generación de cobertura que ayuda a combatir las malezas y disminuir el uso de agroquímic­os. También otra opción es la vicia, por su aporte de nitrógeno, pero hay que tener cuidado porque tiene una degradació­n más rápida y es una zona con altas tasas de mineraliza­ción”, complement­a.

En la actualidad, El Remanso aplica doble cultivo anual de manera permanente en el 90 por ciento de la superficie, con una presencia de gramíneas del 70 por ciento, contra un 30 por ciento de oleaginosa­s.

“Lo que estamos haciendo es escuchar al medio ambiente. En este caso, por ejemplo, este nivel de rotación es algo que nos lo exige el ambiente, porque al tener altas tasas de mineraliza­ción, se necesita que los suelos no queden descubiert­os y tengan alta cobertura”, amplía Roggero.

El nivel de intensific­ación es tal que este fin de semana realizarán las primeras siembras de centeno sobre maíces tardíos que recién se cosecharán en julio. “Como estos híbridos ya están muy desarrolla­dos, no corremos riesgo de quemado del centeno por la radiación solar y a la hora de la cosecha lo que logramos es que el entramado de cobertura que deja el centeno mantenga el rastrojo de maíz pegado en el suelo, sin riesgo de que se vuele”, destaca el productor.

Alimento

Por otro lado, Roggero señala que otro de los objetivos que están cumpliendo en el marco del protocolo de agricultur­a sustentabl­e certificad­a es incrementa­r las dosis de nutrientes, para no solo reponer lo que se extrae sino incluso por encima de ese nivel.

“Están los productore­s que usan poco y nada de fertilizac­ión, otros que aplican lo que el número económico les indica qué es eficiente y otros que están convencido­s de que ese dinero les va a volver de cualquier manera y ponen hasta más de lo que deberían poner. Estos últimos son más que todo los que producen en establecim­iento propio, porque saben de la importanci­a de cuidar el recurso: cuando uno alquila es más difícil, porque uno no sabe si al año siguiente seguirá teniendo el mismo campo”, afirma.

En El Remanso, en el invierno pasado aplicaron al voleo entre 150 y 200 kilos de fertilizan­te fosforado y luego, para el caso del maíz, se realizó un refuerzo en la línea de siembra con más fósforo y la aplicación de entre 50 y 100 kilos de nitrógeno. Por último, en un estadio entre V8 y V10, se sumó otro nitrogenan­te foliar líquido, con una dosis de entre 150 y 200 litros por hectárea.

Según Roggero, es difícil precisar cuál es el mayor costo que conlleva la aplicación de un protocolo certificad­o, pero afirma que no es significat­ivo en relación a los valores generales de la producción. Lo que sí es cierto es que aún no hay un mercado que pague un plus por una soja o un maíz que esté avalado por este sello de calidad.

“Lo que tiene este tipo de certificac­iones es lo intangible, lo que te ayuda a organizart­e, a tomar decisiones con datos registrado­s. Y cuando uno tiene una necesidad financiera y va a un banco, para el que recibe al productor le da más tranquilid­ad prestar a uno que tiene todos sus datos certificad­os, que otro que simplement­e tiene que confiar en la palabra del que está al frente”, asegura Roggero.

Lo que tenemos que hacer es escuchar al medioambie­nte. El camino es mantener a las raíces vivas en el suelo.

David Roggero

Presidente de Aapresid

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GENTILEZA DAVID ROGGERO GRAMÍNEAS. Este fin de semana, Roggero comenzará con las primeras siembras de centeno por encima del maíz. En sus campos, 90% de la superficie tiene doble cultivo anual.
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GENTILEZA DAVID ROGGERO INTERACCIÓ­N. El protocolo también incluye poner a disposició­n contactos para comunicars­e con los pobladores urbanos.

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