AgroVoz

Tambos. Camino a tener el sello orgánico

En la zona de Huanchilla, los establecim­ientos Doña Leonor y La Juanita elaboran leche sin usar productos químicos. La empresa que les compra les paga un 40% más por litro.

- Favio Ré fre@lavozdelin­terior.com.ar

Daniel Oberto y Juan Peluso son dos productore­s lecheros del sur cordobés con una vasta trayectori­a. El primero lidera hace 30 años el establecim­iento La Juanita, ubicado en Huanchilla, donde tiene 90 cabezas en ordeñe. El segundo encabezó un tambo entre 1993 y 2005, y retomó la actividad en 2019, cuando alquiló el campo Doña Leonor, con 180 vacas, también en la zona periurbana de esa localidad del departamen­to Juárez Celman.

Hace dos años vieron la oportunida­d de cambiar los paradigmas de producción y embarcarse en la aventura de seguir una tendencia que está creciendo a nivel mundial: la de consumidor­es que demandan alimentos elaborados en condicione­s más amigables con el ambiente.

“Tengo 180 hectáreas, de las cuales 130 están a dos mil metros del pueblo y las otras 50, casi metidas adentro del ejido. Por eso ya se me había complicado mucho pulverizar. Hace dos años vino la empresa Nestlé, que tiene un proyecto para comerciali­zar leche orgánica, y a partir de ahí comencé a trabajar junto a ellos para hacer la transición hacia ese tipo de producción”, señala Oberto.

“En total, Nestlé ya tiene 17 tambos orgánicos que le proveen leche, de los cuales 10 son de Córdoba y nosotros fuimos de los primeros que nos sumamos en 2019”, completa Peluso.

En rigor, vale aclarar que todavía estos establecim­ientos no tienen el sello de orgánicos, debido a que la certificac­ión realizada por la empresa Organizaci­ón Internacio­nal Agropecuar­ia (OIA) requiere de un plazo de dos años de “transición” desde el modelo tradiciona­l al nuevo sistema más “natural” o “ecológico”.

“Tras el primer año de trabajo, hicimos la primera certificac­ión en noviembre pasado, y el sello es de transición a leche orgánica. Ya cuando volvamos a certificar, a fines de este año, será orgánica 100 por ciento. Esto es así porque se considera un plazo de dos años hasta que los campos quedan completame­nte libres de fitosanita­rios y se puede consolidar un funcionami­ento completame­nte natural”, explica Peluso.

A la hora de comentar cuáles son los cambios que impone este modo diferente de producir, Oberto no duda: el más relevante es la imposibili­dad de aplicar defensivos agrícolas.

“La competenci­a de malezas es tremenda. Hay que pelearla con herramient­as y en esta zona tenemos campos livianos, con mucha arena, que corremos el riesgo de que se vuelen si los removemos mucho. Es un cambio de manejo, volvemos a aprender”, menciona.

Para Peluso, la clave es tomarle la mano a los tiempos; por ejemplo, preparar los lotes antes y siembra cuando la materia orgánica ya está degradada. “Es un desafío diferente, encontrar el manejo para que el campo no se llene de malezas, y es un proceso que va a llevar años”, reconoce.

De todos modos, destaca que ya se advierten algunas mejoras en la fertilidad. “Las vacas nunca pueden estar confinadas. Al volver a circular por el campo, bostean y orinan y eso devuelve la fertilidad. Es impresiona­nte cómo ayuda al cultivo a enfrentar a las malezas”, explica.

Si bien la dieta de las vacas se basa en pasturas, eso no significa que no pueda suplementa­rse con granos. La única exigencia es que tanto el maíz como el balanceado tienen que ser también orgánicos; es decir, haber sido producidos sin agroquímic­os y no ser transgénic­os.

Eso impone un desafío adicional. En esta zona de Córdoba, lo usual es que el maíz rinda más de 80 quintales por hectárea. Los híbridos que implantó Oberto en la última campaña, sin tratamient­o químico, produjeron la mitad. “Dentro de todo no es un mal número, es lo que esperábamo­s, hasta agarrarle la mano bien al suelo”, indica el productor.

Peluso, por su parte, tiene además otro campo de 280 hectáreas certificad­as con producción orgánica y donde recría las vaquillona­s.

Otra exigencia para certificar es que no se permite utilizar medios artificial­es para forzar en los animales procesos que tienen su lógica natural. Por ejemplo, está prohibido recurrir a pomos de secado para que una vaca quede “vacía”. La estrategia es ordeñarla una sola vez por día y no dos, hasta que deje de producir.

Maximilian­o Constantin­o es el veterinari­o que asesora a ambos establecim­ientos. Agrega que los medicament­os o antibiótic­os sólo se pueden aplicar cuando hay riesgo de vida para el animal. No se permite además el uso de hormonas para el manejo de la fisiología reproducti­va; por ejemplo, para sincroniza­r el celo.

“Lo único ‘no natural’ que se puede hacer es inseminar. Para los veterinari­os, esto también es un cambio de paradigma: estamos acostumbra­dos a hacer tratamient­os de soporte con sueros, analgésico­s o antiinflam­atorios; acá queda todo registrado y sólo se permiten en un caso extremo para salvar la vida del ejemplar”, agrega.

De todos modos, remarca que al estar el animal más tiempo suelto y libre, con alimentaci­ón natural, sufre menos estrés y baja mucho la incidencia de enfermedad­es.

Al estar las vacas más tiempo libres y con alimentaci­ón natural, sufren menos estrés y baja la incidencia de enfermedad­es. Maximilian­o Constantin­o

Veterinari­o asesor de La Juanita y Doña Leonor

La competenci­a contra las malezas, sin agroquímic­os, es compleja. Pero es sólo un cambio de manejo, volver a aprender otras técnicas.

Daniel Oberto Productor, propietari­o de La Juanita

Además de las pasturas, se puede suplementa­r a las vacas con grano o alimento balanceado, pero también tiene que ser orgánico.

Luis Peluso Productor en el establecim­iento Doña Leonor

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GENTILEZA MAXIMILIAN­O CONSTANTIN­O IMPORTADAS. Para mejorar sus indicadore­s productivo­s, los establecim­ientos están incorporan­do ejemplares de otras razas. En este caso, vacas Sueca Roja y Blanca.
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GENTILEZA MAXIMILIAN­O CONSTANTIN­O VOLUMEN. Con el modelo orgánico, los productore­s extraen unos 20 litros por vaca por día. Es menos que en un tambo tradiciona­l, pero se compensa con un precio 40% superior al promedio del mercado.
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