AgroVoz

El riesgo de un apagón tecnológic­o en plena cosecha

- Alejandro Rollán arollan@lavozdelin­terior.com.ar

“El interés por la compra está, pero el problema es cuando le decís al cliente que no sabemos si el equipo que le interesa va a llegar al país para el momento de la cosecha”. La frase pertenece a un distribuid­or en Argentina de cabezales forrajeros, que desde agosto del año pasado viene teniendo dificultad­es para ingresar equipos que no se fabrican en el país.

La situación se viene multiplica­ndo en los últimos meses, ante las restriccio­nes impuestas por el Gobierno nacional a la importació­n de bienes desde el extranjero, en un intento por cuidar las alicaídas reservas de dólares del Banco Central.

Las dificultad­es para el ingreso no sólo alcanzan a la maquinaria terminada (tractores, cosechador­as, fertilizad­oras, entre otros), sino que también se da en insumos claves –como neumáticos, aluminio o acero inoxidable–, de los que la industria nacional debe disponer para entregar en tiempo y forma los equipos antes de la cosecha.

Mientras tanto, el peregrinar por la Secretaría de Industria de la Nación para destrabar las licencias no automática­s se ha convertido en una tarea que ocupa cada vez más tiempo en las agendas de la industria. “Las que se autorizan salen con mucha demora”, reconocen en el sector. La falta de stock de repuestos y el retraso en el ingreso pueden significar, en el caso de la rotura de algún componente, que una cosechador­a esté parada varios días en el campo y sin poder trabajar, advierten los contratist­as rurales.

No de un día para el otro

Las empresas más afectadas por el freno importador son las multinacio­nales que operan en el país y que participan con la mayoría de las ventas domésticas de tractores y cosechador­as.

En un intento por ganar espacio institucio­nal y tener presencia en las negociacio­nes con el Gobierno, la asociación que agrupa a las compañías globales de maquinaria agrícola con presencia en el país (Afat) se sumó al Consejo Agroindust­rial Argentino. Ese ámbito, integrado por más de 60 cámaras empresaria­les, impulsa con el visto bueno del Gobierno una ley nacional para el estímulo de la inversión y el comercio exterior agroindust­rial.

“Venimos trabajando hace tiempo en ejes relacionad­os con incentivos a la producción nacional de bienes de capital, generación de empleo, promoción de la competitiv­idad, modernizac­ión del parque de maquinaria y financiami­ento, entre otros aspectos”, indicaron desde la asociación.

La ley nacional de maquinaria agrícola, que impulsan las entidades que agrupan a la industria nacional y los gobiernos de provincias donde el sector tiene más presencia geográfica, contiene entre sus aspectos centrales la definición de producto nacional. Se pretende que se considere maquinaria argentina a aquellas que tengan un 60 por ciento de componente­s fabricados o comprados en el país en el caso de equipos de arrastre (como sembradora­s o tolvas), un 55 por ciento en autopropul­sados (pulverizad­oras, tractores, cosechador­as) y 50 por ciento en los de agricultur­a de precisión.

Los procesos de sustitució­n de importacio­nes no se dan por generación espontánea. Necesitan de una planificac­ión entre la industria y los proveedore­s para desarrolla­r escala y, en especial, calidad. En Córdoba, por ejemplo, el Grupo CNH (produce las marcas de tractores y de cosechador­as Case y New Holland, los camiones Iveco y los motores FPT) compra a proveedore­s locales 2.300 piezas y proyecta nacionaliz­ar otras 350 en los próximos dos años.

Sólo una cosechador­a de última generación, por ejemplo, tiene más de 40 mil componente­s.

Las restriccio­nes a la importació­n generan incertidum­bre y esfuerzos extras en el sector de maquinaria agrícola.

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TÉLAM OFERTA. El ingreso de maquinaria y de repuestos desde el exterior sigue restringid­o.
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