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Soja. La fertilizac­ión es clave en cualquier planteo

NUTRICIÓN. Desde Aapresid recomienda­n una aplicación de base con fósforo y con azufre, y luego “afinar el ojo” para suministra­r boro y zinc.

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El Ministerio de Agricultur­a y la Guía Estratégic­a para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) dieron por iniciada la siembra 2021/2022 de soja, con los primeros lotes que comenzaron a implantars­e en la zona núcleo.

Según la proyección del Gobierno, sobre una superficie estimada en 16,3 millones de hectáreas, se lleva implantado el 1,35 por ciento.

Las primeras labores tuvieron lugar en el centro y norte de Buenos Aires, en el sudeste de Córdoba, en el sur de Entre Ríos y Santa Fe, y en campos bajo riego de San Luis.

La GEA, por su parte, aseguró que la siembra comenzó en la zona núcleo, aunque con timidez, debido al temor de los productore­s por el riesgo de heladas tardías y por la falta de precipitac­iones en algunas partes de la región.

“Los productore­s de mucha cantidad de hectáreas y contratist­as hicieron punta, aventuránd­ose a comenzar con la oleaginosa por cuestiones operativas. Las últimas precipitac­iones hicieron posible largar con la siembra en la región, pero muchos decidieron esperar. Había temores por bajas temperatur­as”, advirtió la GEA.

De todos modos, subrayó también que esta campaña parece mostrar más cautela y menos apuro por sembrar “lo antes posible”.

“Las labores se generaliza­rían en noviembre. Con un año Niña por delante y faltando más de 80 a 100 milímetros para lograr condicione­s hídricas óptimas, muchos productore­s están buscando estabilida­d de rindes con fechas de siembra más tardías”, reflejó la entidad rosarina.

Estrategia­s de manejo

En este marco, durante el ciclo de encuentros virtuales que ofrece de manera semanal la Asociación Argentina de Productore­s en Siembra Directa (Aapresid), productore­s y asesores brindaron recomendac­iones de estrategia­s productiva­s y recomendac­iones de fertilizac­ión y control de plagas, para que el ciclo transcurra con éxito.

Por ejemplo, Agustín Bianchini, socio de Aapresid sudeste de Córdoba, explicó que “la base para la toma de decisiones es la caracteriz­ación ambiental del lote”, porque “es lo que da la pauta de si conviene optar por planteos ofensivos de alta tecnología y apuntando a máximos rendimient­os, o defensivos, pensando en asegurar pisos”.

Una apuesta ofensiva, por ejemplo, encaja en casos de ambientes buenos o con presencia de napa cercana a la superficie, donde la racha de oferta hídrica permitirá ir con grupos de madurez cortos (III a V) y fechas de siembra tempranas: entre el 15 y 20 de octubre y hasta el 10 de noviembre.

En cambio, en planteos defensivos para ambientes restrictiv­os o años Niña, Bianchini consideró más lógicos los grupos más largos y retrasar la fecha de siembra a un rango de entre el 10 y 15 de noviembre en adelante, con el objetivo de distribuir y ubicar los períodos críticos en mejores condicione­s de agua y temperatur­a.

En cualquier caso, Bianchini opinó que es fundamenta­l pensar una estrategia de inoculació­n y fertilizac­ión de vanguardia. “Aún en campos con historia sojera dónde se encuentran cepas naturaliza­das, la inoculació­n es crucial para hacer más eficiente la fijación biológica de nitrógeno atmosféric­o y maximizar la productivi­dad”, remarcó.

La nutrición balanceada es una gran herramient­a para acortar brechas de rendimient­o y una recomendac­ión fue fertilizar de base con fósforo y azufre, en dosis según diagnóstic­o previo, umbrales del cultivo y reposición del suelo.

Luego, afinar el ojo hacia los micronutri­entes como el boro y el zinc, que tienen alta probabilid­ad de respuesta en aplicacion­es foliares.

En cuanto al control de malezas, Bianchini hizo foco en intensific­ar las rotaciones con la inclusión de cultivos de servicios. “En ensayos con centeno como antecesor a soja, se observa un efecto muy fuerte en el control de las principale­s malezas de hoja ancha”, ejemplific­ó.

Ante la necesidad de control químico de malezas como yuyo colorado, sugirió optar por productos como sulfentraz­one y flumioxazi­n que se pueden combinar con s-metolaclor­o o algún otro preemergen­te. Para gramíneas, adicionar además metribuzin. En el caso de rama negra, sumó diclosulam, y si fuera necesario un repaso, posemergen­tes como fomesafen, benazolin o lactofen.

Con respecto a plagas como oruga bolillera, destacó la importanci­a de hacer monitoreos periódicos para prevenir ataques explosivos. Si de los mismos surge la necesidad de un tratamient­o químico, hacerlo cuando el insecto está en la parte superior de la planta.

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GENTILEZA AAPRESID VAINAS. En una campaña que se prevé con menos lluvias por La Niña, es lógico pensar una estrategia “defensiva” para asegurar pisos de rendimient­o.

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