Apertura (Argentina)

No hay dos sin tres

Carlos García, número uno del fondo que adquirió Los Grobo en 2017, prepara el lanzamient­o de su tercer vehículo para invertir en la región. Se define como generalist­a pero no mira sectores regulados.

-

Pasa inadvertid­o, escondido tras el común de su nombre y apellido. Pero Carlos García no es alguien más en el mundo del private equity: lidera Victoria Capital, firma que levantó tres fondos por US$ 1700 millones, enfocado en América latina y creado en 2002 por casi el mismo management que dirigió Donaldson Lufkin & Jenrette –conocido en la industria por sus siglas, DLJ–, empresa a la que García se unió en 1995 y en la que lideró todas las inversione­s para América latina. Pero eso es historia: en diciembre último, Victoria Capital culminó su segundo fondo, de US$ 850 millones, y prepara el te rcero, que al parecer no será ni el vencido ni pequeño.

De perfil bajo en la Argentina, Victoria Capital levantó tierra en 2016, cuando se hizo con más del 70 por ciento de Grupo Los Grobo e inyectó US$ 100 millones junto a la Corporació­n Financiera Internacio­nal (IFC), UTIMCO (The University of Texas Investment Management Company) y el FMO, Banco de Desarrollo Holandés. El propósito de la operación, tal cual fue especifica­do en el formal comunicado de prensa, es duplicar el tamaño de la empresa en los próximos cuatro años. “No es que seamos inversores orientados al sector agrícola, pero vemos en él que la Argentina tiene una ventaja competitiv­a y sostenible”, dice García, aunque aclara: “No es la primera. En 2014 compramos el control de una compañía, Satus Ager (NDR: dedicadaa producir semillas contra estación, luego vendidas en el hemisferio Norte)”. En julio pasado, llegó desde Grupo Newsan como CEO a Grupo Los Grobo uno de los hombres de confianza en Victoria Capital, Jorge Arpi público, MBA en el exterior, 56 años. “Fue uno de los ejecutivos claves nuestros en Peñaflor”, recuerda García. Le dejó su lugar Horacio Busanello, quien en 2017 había cumplido seis años en la firma.

Pero más allá de que su última apuesta en la Argentina haya sido Los Grobo, García define a Victoria como una firma “generalist­a”, aunque la excepción a la regla son las industrias reguladas. “Nunca hemos querido involucrar­nos en estos negocios. Ha sido un ‘no’ a lo largo de toda la región y desde la creación de la firma”, sentencia. Tampoco siente la obligación de invertir una determinad­a cantidad de veces por fondo, a pesar de que los números hayan sido casi iguales en los primeros dos (nueve empresas). “Tenemos absoluta discreción para elegir en cada momento de la vida del fondo –o de los fondos– dónde invertir y qué tipos de transaccio­nes hacer”, enuncia.

Es que Victoria no es tercer sector, y García lo quiere dejar en claro. “El objetivo como firma de private equity es generar una ganancia de capital para nuestros inversioni­stas”, admite, y habla de la regla ganancial que rige al mercado estadounid­ense. “Es de 500, 600 puntos básicos por arriba de los mercados públicos, eso en una serie lar–contador

ga de 10, 15, 20 años. Si uno mira la serie histórica, debería dar en el orden del 13, 14 por ciento en el mundo desarrolla­do”, declara. Pero él está en Buenos Aires; a lo sumo, en San Pablo. “Nosotros, para invertir en América latina, aspiramos a generar retornos arriba del 20 por ciento en dólares”, diferencia.

Habla del anhelo, que no siempre se convierte en realidad. “En la vida de un gestor profesiona­l siempre hay un patito feo y una nena bonita”. De las nueve inversione­s que Victoria realizó en el primer fondo, García recuerda que tuvo medio fracaso –no especifica cuál fue– y del segundo todavía no nació alguno. “De las nueve transaccio­nes del segundo fondo, hay dos que probableme­nte mostrarán claros indicios de éxito y realizació­n parcial de las inversione­s pronto. Pronto”.

Próxima cosecha

Enero y febrero son meses de trabajo para García y equipo, quienes ya piensan en el levantamie­nto del tercer fondo. “Nuestro último fondo fue de US$ 850 millones. No está resuelto, pero diría que, dada la circunstan­cia de la región, no será mayor a ese monto, seguro, porque no creo que el apetito por la región nos permita ir mucho más allá de eso”, indica. El período de inversión del segundo fondo terminó el 29 de diciembre. “Con lo cual, saldremos al mercado en algún momento de los primeros dos meses del año”, añade. Buscará que el modelo sea institucio­nal. “Todos fondos de pensión internacio­nales, compañías de seguro internacio­nales, endowments de universida­des, fondos soberanos”, explica. Sí quiere un cambio: el del lugar de origen de esos fondos. “Nos gustaría tener fondos inversores latinoamer­icanos institucio­nales: de pensión chilenos, colombiano­s, peruanos... o compañías de seguros. No los tuvimos en el segundo fondo, porque se levantó muy rápido y muy rápidament­e estuvimos sobresuscr­iptos con gente de fuera de América latina”, recuerda.

Que salga ahora se debe a circunstan­cias y situacione­s de organizaci­ón interna de la firma. “Este es un negocio donde la decisión fundamenta­l que toman los inversioni­stas es apostar a lo que se llama track record. Y nosotros tenemos un par de transaccio­nes al punto de ser realizadas, que generarán retornos muy atractivos para nuestros inversioni­stas. Entonces, desde el punto de vista del timing, quizás es preferible esperar un poquito y llevarlas cerradas, acordadas”. Ya preparó un pipeline preliminar con compañías de la región, pero es cauto. “Es un negocio de bajísima tasa de suceso. Terminamos cerrando en la vida del fondo el 0,75 por ciento de la cantidad de operacione­s que evaluamos. En números redondos, de nueve inversione­s, miramos a lo largo de cinco años 1000 oportunida­des”. A futuro, no cambiará mucho la cuestión. “Segurament­e, terminemos cerrando el 1 por ciento de lo que estamos mirando”, dice.

Ni se le pasa por la cabeza dedicarse solamente a su país: lo atestigua con la estrategia regional. “En 2007 teníamos una oficina en San Pablo y una en Buenos Aires. En 2011 ampliamos nuestra presencia a Bogotá y en 2012 a Nueva York, más por una cuestión de administra­ción y relación con inversores”, destaca. Pero no es todo, ya que Lima está en los planes. “Es uno de nuestros cinco mercados, uno relativame­nte grande: tenemos un peruano trabajando hace mucho con nosotros en Buenos Aires y ha llegado el momento de abrirla. Para captar las oportunida­des uno tiene que estar cerca de donde ellas pasan”, dice. Con menos certezas, García habla de Santiago de C hile, donde extrañamen­te todavía no están. “Eventualme­nte, algún día, y que tengamos así presencia en los cinco países que nosotros definimos como mercados objetivos”, plantea.

Mira la región. No obstante, sabe que no es la misma que hace un par de años. “Hasta 2013 fue extremadam­ente atractiva y había records de fundraisin­g para invertir. Las estadístic­as se han reducido sustancial­menfondos

te los fondos que se han levantado, porque la región, en sí misma, a partir de 2013, entró en un periodo en el que ha perdido atractivo”. Pero dedicarse exclusivam­ente a la Argentina sería una locura hoy día, cree. De todas maneras, esboza hipótesis si lo hiciera: “Si yo hoy fuera a querer levantar un fondo dedicado exclusivam­ente a cualquier país de América latina, salvo México y Brasil, probableme­nt e no lo lograría. Es una cuestión también de tamaño. Hoy podés ir a un modelo regional, como el nuestro, que incluya a la Argentina y levantar capital: sí”.

Con US$ 1700 millones a cuestas y la confianza de fondos pesados detrás de sus espaldas, García o uno de los suyos nunca se quedaron callados en una reunión de directorio, cualquiera haya sido la empresa en la que entraron. “En general, en tres de cuatro tr ansaccione­s que hacemos tomamos el control de las compañías y en un cuarto no lo tomamos, pero lo compartimo­s con alguien más, con un acuerdo de accionista­s que nos permite reservarno­s una determinad­a cantidad de decisiones. Lo que nunca hacemos es ser un socio minoritari­o pasivo: está fuera de nuestra filosofía”, informa. Para que decida compartir decisiones se deben dar ciertos requisitos. “El carácter y personalid­ad del socio: para nosotros ese es un tema determinan­te. Porque si la calidad del socio no es la adecuada, es muy probable que terminemos en algún problema”. El conocido comentario en la industria resume los peligros: “Con buenos socios uno puede resolver los problemas de los negocios que no andan mal. Con malos socios, no puede resolver los problemas de los negocios que andan bien”, recita.

Cuando desea, García es esquivo y habla difícil; utiliza el mecanismo cuando se refiere a las valoracion­es que Victoria Capital imprime en los contratos. “Las fijamos en base a un precio que a nosotros nos permita generar un retorno adecuado, en base a una percepción de riesgo razonable”. Y simplifica la explicació­n: “Somos, por definición, conservado­res. Normalment­e tendemos a ser ácidos respecto a la concreción de un plan de negocios”. Para un antiguo entendedor, pocas palabras: “A lo largo de mis 30 años haciendo esto, pocas veces vi que le peguen a un plan de largo plazo tal cual fue presentado. Eso me hace, inevitable­mente, escéptico”. No lo cegaron con la burbuja de Internet en 2001, cuando DJL era accionista de Editorial Atlántida. “Nos llegaba una cantidad enorme de oportunida­des para invertir en negocios de Internet”, recuerda García, quien hizo lo mismo que ahora: reunió a la tropa, posó los papeles sobre la mesa y empezó a hacer cuentas. “Tomamos los 100 proyectos que habíamos visto que se basaban en ingresos por publicidad, tomamos el tamaño de mercado más grande de publicidad que esas proyeccion­es daban, sumamos las participac­iones que decían los 100 proyectos, y daba 30 veces el tamaño del mercado”. El inversor escuchó el “pum” antes de tiempo y escapó. “Acá hay algo que no funciona”, dijo, en ese entonces.

Con burbuja o sin ella, García recibe los números y los da vuelta, siempre a su favor. “Elaboramos un plan de negocio ajustado, modificado a lo que es nuestra percepción del riesgo potencial de concreción del negocio. Luego, en función de eso, tomamos una visión de cómo y cuándo se puede salir de ese negocio. Y el cómo es muy importante, porque defino implícitam­ente a qué múltiplo o a qué valoración yo creo que se va a poder vender. A partir de ahí defino el precio al cual puedo entrar, para generar una tasa de retorno como la que yo quiero”, explica, y da cuenta del antagonism­o total que hay con la industria del venture capital. “Es un negocio mucho más de identifica­r oportunida­des que no necesariam­ente se correlacio­nan con la historia. Son cosas mucho más disruptiva­s. Nuestro negocio, originado en el modelo de buyouts y de growth capital, es uno que trata mucho más de construir el puente que explica por qué de la realidad actual se va a pasar a una distinta”.

El gestor ve que las firmas internacio­nales caminarán con talón de Aquiles por la Argentina. “El gran problema, para mi gusto, es que por definición dejan una cantidad de oportunida­des que no pueden capturar. Eso hace que los megafondos estén dando lugar a una enorme oportunida­d para los mid market buyers”. Son muchas las nuevas firmas que aparecen creadas por exmiembros de las grandes. “Buscan capturar las oport unidades que quedan”, apunta. Y se pregunta algo lógico, al citar el nuevo fondo de Apollo, de US$ 24.000 millones. “Cómo hace para interesars­e en América latina? ¿Cuántas transaccio­nes puede encontrar donde poner un cheque de US$ 1000 millones? Ese espacio es el que van a capturar otras firmas, más chicas, que ojalá seamos nosotros, las firmas latinoamer­icanas”. Pero dice no fiarse, dado que otras acechan: “Hay un universo grande de inversores que sigue interesado en invertir en América latina”.

 ??  ??
 ??  ??
 ?? Foto: Nico Pérez. ??
Foto: Nico Pérez.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina