¿Trudeau está perdiendo su mística?
En la mitad de su primer mandato, el primer ministro se enfrenta a una verdadera prueba política.
Hasta ahora, Canadá logró evitar el tipo de turbulencia populista que puso a Donald Trump en la Casa Blanca. Mucho del crédito yace en Justin Trudeau, el alegre y galán primer ministro que defiende el libre comercio y recibe a los inmigrantes. Cultivó la imagen de una Canadá tolerante, abierta y progresiva que tiene el mayor crecimiento económico del Grupo de los 7.
Fuera de Canadá, parece envidiable: un líder carismático con un poderoso gobierno mayoritario y una economía sólida. Pero, a nivel interno, el brillo se está apagando. A dos años, una encuesta de la Canadian Broadcasting Corp. muestra su apoyo en 37,9 por ciento, ocho puntos abajo que hace un año pero fuerte para el sistema tripartidario. Hizo una campaña aprovechando su estilo amigable, pero los escándalos del gobierno dañaron esa imagen. Su ministro de Finanzas, Bill Morneau, está bajo fuego por poseer participaciones sustanciales en el negocio de su familia a través de una empresa fantasma. Una reforma impositiva que hubiera tocado a los profesionales que más ganan se cayó y el jefe de Recaudación de Trudeau, Stephen Bronfman, está linkeado a un fondo offshore en los Paradise Papers.
También están resurgiendo las líneas de culpa del federalismo canadiense. Algunas regiones del oeste no se sienten representadas por el gobierno oriental de Canadá. En Quebec, las identidades políticas siguen siendo profundas; y en el resto de la nación, las batallas federales-provinciales se están recalentando sobre cuidado de la salud, clima y legalización de marihuana. La paciencia de los votantes está siendo puesta a prueba.
Sus rivales para 2019 están en su lugar: uno es un socialdemócrata prometiendo inclinar los aumentos impositivos para las empresas; el otro, un conservador que apoyó el Brexit. Ambos son más jóvenes que Trudeau. “No somos inmunes” al revuelo político, alerta David Green, director de la Escuela de Economía Vancouver de la Universidad de Bri- tish Columbia. “Tenemos suerte”. La investigación de Green muestra que el crecimiento salarial canadiense, impulsado sobre todo por petróleo, ayudó a evitar la ansiedad y el sentimiento antiglobalización. Pero ninguna nación del Grupo de los 20 depende más de los EE.UU., lo que significa que ninguna está más expuesta a los intentos de rebalanceo de Trump. La última ronda de las charlas por el Nafta arrojó poco progreso. Y aunque los datos trimestrales indican que la economía de Canadá se está expandiendo a un ritmo del 4,5 por ciento, las proyecciones para los próximos siete trimestres no van más allá del 2 por ciento. Una encuesta de Nanos Research realizada para Bloomberg News muestra que el descontento por el manejo de Trudeau de la economía es más alto en las praderas. La sensación de alienación ahí es “típica de lo que vimos en Europa y los EE.UU., impulsado por la economía cuando está en caída y luego empiezan a mirar las cosas que dificultan que mejore”, explica Jack Mintz, profesor de Política Pública en la Universidad de Calgary. Alberta es la provincia más rica de Canadá en casi todas las mediciones. Sin embargo, luego de que el precio del petróleo se derrumbara en 2014, los despidos y los frenos en el gasto de capital pusieron en alerta a los electores. La propuesta del precio del carbono de Trudeau y sus retrasos en la construcción de oleoductos no ayudan. En un intento por cortejar a la clase media, Trudeau recortó impuestos en 2016 a los que ganan entre US$ 35.000 y US$ 70.000 y los subió en los que ganan más de US$ 157.000. Expandió los beneficios de desempleo y creó el Canada Child Benefit, que les da hasta US$ 417 por mes a cada niño y cuesta un catorceavo del presupuesto federal. La ansiedad económica en Canadá está mitigada por una red de seguridad social muy extendida. El déficit federal es una preocupación real. El 40 por ciento de los canadienses quiere que Trudeau recorte el déficit.
En una actualización del presupuesto en octubre, el gobierno alocó dos tercios del dinero excedente del presupuesto a reducir el déficit, con el tercio restante para programas sociales. Dijo en ese entonces Morneau, el ministro de Finanzas de Trudeau: “Si no encontramos una forma de hacer que esas personas estén menos ansiosas, ¿qué resultados vamos a tener?”. <BW> —— Josh Wingrove
THE BOTTOM LINE. Aunquetrudeau se las arregló para proyectar una imagen global de una Canadá estable y próspera, la foto no es tan perfecta en su tierra.
El apoyo de Trudeau está en 37,9 % ocho puntos menos que hace un año.