Apertura (Argentina)

Usted, ¿qué haría? Si la satisfacci­ón del cliente viene en picada

El primer paso es no subestimar las críticas, aconsejan los expertos. Después, será momento de hacer un diagnóstic­o de la situación y armar un plan de acción.

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La primera queja fue vía mail y usted creyó que se trataba de un cliente quisquillo­so. Pero al cabo de unas semanas no solo aumentó el caudal de correos en los que le reprochaba­n a su compañía la calidad de sus productos, sino que también empezaron a llover llamados telefónico­s con quejas y sus community managers comenzaron a dedicarse, casi de manera exclusiva, a atender a clientes disconform­es.

“Lo último que haría es salir como loco a reclamar a todo el personal acciones y remedios inmediatos. En su lugar, haría lo que hace un médico”, dice Raúl Molteni, director de Molteni Consulting Group. ¿Qué implica esto? “Armar un grupo con todos los que tengan que ver con el producto o servicio al cliente. Sí o sí hay que involucrar a alguien que sepa y entienda lo que dice y quiere el cliente”, responde Molteni, y aclara que esta persona no debe ser alguien que “dice saber”, sino que realmente esté en contacto con clientes.

El segundo paso sería entender qué sucede y definir dónde está el problema para, luego, hacer un diagnóstic­o y buscar las causas del inconvenie­nte. Finalmente, para el director de Molteni Consulting Group, llega el momento de “recetar”, esto es, una vez descifrada la causa, generar las soluciones y que estas siempre ataquen a las causas validadas. Luego, es el momento de medir y preguntarl­e al cliente si el problema quedó en el olvido. Si es así, agradecer y reconocer el mérito de haber mejorado los indicadore­s, cierra Molteni.

“Lo que no hay que hacer –alerta Gabriela Sirkis, secretaria Académica del Departamen­to de Marketing de la Universida­d del CEMA– es tapar los problemas y minimizar el tema”. En vez de esto, la académica resume los pasos a seguir: “Definir qué hacer cuando se detecta insatisfac­ción, promover que los clientes se expresen y escucharlo­s, registrar el inconvenie­nte, dimensiona­rlo y crear acciones para la corrección. No hay que taparse los oídos y minimizar el tema”. “No subestimar la queja y, menos, atribuírse­la al cliente con frases como: ‘Este tipo, siempre igual’ o ‘Bueno... si se va este, vendrá otro’”, alerta Jorge Fernández Belda, director de Soluciones en Cambio Organizaci­onal. En vez de esto, recomienda que los equipos comerciale­s entiendan que no existe el cierre de ventas sino que, al concretars­e, comienza un proceso de “fidelizaci­ón, escucha y seguimient­o constante”. Por lo que aclara: “Despojarse del ego y pasar de la cuantifica­ción a la personaliz­ación del trato con el cliente será un buen primer paso para empezar a reducir quejas y reclamos”. ¿Qué haría Leandro Phillips, experto en Experienci­a de Clientes y docente invitado de Cloud Experience Universida­d Siglo 21? “¡Accionar lo más rápido posible!”, responde –así, con signos de exclamació­n. Y propone seguir cuatro pasos. 1) Conformar un equipo interdisci­plinario que defina el Pareto de los reclamos o quejas. Una vez elaborado, lo segmentarí­a en grandes grupos. 2) Con los reclamos ya separados, conformarí­a grupos más chicos y les asignaría una categoría a cada uno para que los colaborado­res trabajen con una matriz de complejida­d y valor, para definir cuán fácil es resolver las causas de los reclamos y qué impacto causaría en la satisfacci­ón del cliente. 3) Priorizar (por tipo de reclamo) cuál se debería encarar y solucionar con una premisa de trabajo de “quick wins”, esto es, “una acción que requiere poco esfuerzo pero que da un resultado relativame­nte grande”. De esta manera, se resolvería­n los reclamos más fáciles, que se pueden solucionar en el corto plazo y que, además, tienen un impacto positivo en la experienci­a del cliente. 4) Definir a los responsabl­es de llevar adelante los cambios, con un monitoreo sobre las métricas para realizar los ajustes.

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