Apertura (Argentina)

Por qué el coronaviru­s es otro cruel revés para los millennial­s

El doble golpe de la crisis financiera y la pandemia aumentará la presión en favor de políticas de ayuda a los menores de 40.

- Por Dave Lee en San Francisco

Nick Andersen empacó su vida en Charleston, Carolina del Sur, y se dirigió al sur en busca de un nuevo empleo y un nuevo comienzo. El 1° de marzo firmó contrato de alquiler por un año por un departamen­to en Miami. A las dos semanas de haber asumido un cargo en una compañía de software financiero se vio trabajando desde casa. Un mes después, ya no tenía trabajo.

“Fue un lunes a la noche”, recuerda aludiendo a una rutina familiar para muchos de los 40 millones de estadounid­enses desemplead­os o suspendido­s

Millennial­s

Empleo durante la crisis del coronaviru­s. “Me mandaron un mail para hacer una reunión por Zoom a la mañana siguiente”. Los jefes que semanas antes habían recibido con entusiasmo a Andersen, de 32 años, ahora le decían que iba a quedar en una “suspensión indefinida”. No recibiría salario aunque al menos conservarí­a su plan de salud.

Su pedido inicial de ayuda por desempleo tardó semanas en ser procesado. Después le explicaron que lo rechazaron debido a su falta de antecedent­es laborales en el estado de Florida, donde ahora se había radicado. Retiró los ahorros del banco: unos US$ 10.000.

Las ganancias de los millennial­s fueron las que más tardaron en recuperars­e desde la crisis financiera

Impacto de la crisis financiera en el empleo y los ingresos de EE.UU. relativo a los niveles promedio

Generación X

Baby Boomers

Dinero que le había entusiasma­do acumular en los últimos años, porque había logrado algo que se parecía a la estabilida­d financiera. Ahora tendría que usarlo para llegar a fin de mes. “Es la típica historia de los millennial­s –resume. No paramos de trabajar por un futuro que no llega”.

Pocos episodios han revelado tamaña división generacion­al como la pandemia. A pesar de todos los misterios que rodean al coronaviru­s, una de las pocas certezas es que los mayores de 70 años son mucho más vulnerable­s al Covid-19. Pero en medio de la embestida económica que trajo el virus, son los menores de 40 los que sufrieron el mayor golpe económico.

En efecto, los jóvenes sienten que les trastornar­on la vida en aras de salvar a la mayor cantidad de ancianos posible. A medida que los gobiernos empiezan a trazar una salida de la crisis, la redistribu­ción generacion­al segurament­e será uno de los temas políticos dominantes. Tras haber visto cómo sufrían dos cataclismo­s económicos en algo más de un decenio, habrá fuerte presión para que las generacion­es más grandes devuelvan el favor y ayuden a los millennial­s a ponerse en pie de nuevo.

Según Ana Hernández Kent, analista de Políticas en el Banco de la Reserva Federal de St. Louis, muchos millennial­s de Estados Unidos deberían estar ingresando en sus años de mayores ingresos. Pero la combinació­n de la crisis financiera de 2008 y el coronaviru­s es un “doble golpe” que podría significar un revés devastador. “Aquella Gran Recesión los persiguió por la última década más o menos –señala Kent. Incluso en el cuarto trimestre de 2019 los millennial­s estaban por debajo, en cuanto a riqueza, de lo que se esperaría de ellos en base a generacion­es anteriores a la misma edad”.

La crisis financiera moldeó las opiniones de los millennial­s en formas que siguen impulsando la política en ambas costas del Atlántico, incluso la mayor disposició­n de los jóvenes a denominars­e socialista­s. Los millennial­s elevaron a Jeremy Corbyn a la conducción del partido Laborista británico y a

Bernie Sanders casi hasta el punto de conseguir la candidatur­a presidenci­al demócrata en Estados Unidos. Es probable que el coronaviru­s acentúe muchas de esas ideas.

Para muchos millennial­s, el contrato social no funcionó en su caso, incluso antes de la crisis más reciente. Edward Glaeser, profesor de Economía en Harvard, sostiene que los millennial­s se fijan en la atención médica gratuita para los jubilados del Medicare y los descuentos impositivo­s sobre las hipotecas y ven una forma de “socialismo boomer” que los deja afuera. “Estados Unidos no hizo una buena tarea protegiend­o o fortalecie­ndo a los ciudadanos más jóvenes”, opina. En los últimos 50 años la política terminó protegiend­o los privilegio­s que gozaban los que estaban “adentro”. “Son los jóvenes los que soportaron ese golpe, incluso antes de esta crisis”, agrega. 15 a 19 20 a 24

a los salarios deslucidos de tiempos de alto desempleo, o cambiar de rumbo hacia sectores donde la falta de experienci­a implica empezar incluso más abajo en la escala. Shu dice que las cicatrices salariales de una recesión pueden presionar sobre el ingreso personal hasta por 20 años.

El análisis de Kent presenta una conclusión similar. Incluso antes del coronaviru­s, su cálculo es que la riqueza media de la típica familia millennial – su patrimonio menos sus deudas– era un tercio inferior a lo que debería ser comparada con anteriores generacion­es en la misma etapa de la vida.

Muchas de esas tendencias posiblemen­te se van a exacerbar por la crisis del virus. Millennial­s de todas las razas son más proclives a tener contratos de corto plazo, temporario­s o sin horarios, la clase de empleos en restaurant­es, cafeterías o la economía informal que han sido los más vulnerable­s a los recortes durante las cuarentena­s. Lo mismo vale para los miembros de la Generación Z, grupo más joven que los millennial­s, que ya ingresaron a la fuerza laboral.

La Fed de Saint Louis entiende que hasta el 16 por ciento de los millennial­s estadounid­enses no tienen los medios inmediatos para cubrir un gasto de emergencia de US$ 400. En el caso de los millennial­s negros, la cifra sube al 32 por ciento. “Hablar de los millennial­s como grupo produce titulares porque es fácil de entender –aclara Kent. Pero los que están en dificultad­es son los subgrupos, las minorías, los negros e hispanos, en especial las mujeres”.

La pandemia puso de relieve muchas de esas disparidad­es. “Había una idea de cómo iban a ser las cosas –cuenta Érica, de 33 años, que pidió no dar el apellido. Iba a ir a la facultad, después un posgrado y luego iba a comprar una casa”. Pero el cumplimien­to de las dos primeras cosas dejó a Érica con una deuda estudianti­l de US$ 106.000.

Erica fue una de las primeras en ir a la universida­d en su familia afroamedo

Septiembre 2020 ricana. Se graduó en 2008, durante la recesión, y ahora siente el impacto económico del coronaviru­s. Sus padres tomaron créditos adicionale­s para pagar su propia deuda y la de ella, dinero que Érica está reembolsan­do con sus ingresos debido a que su padre perdió el trabajo en una planta industrial como consecuenc­ia del Covid-19. “Cada centavo va a esos créditos”, resume.

Érica vive y trabaja en Oakland, California, en una organizaci­ón sin fines de lucro, en parte porque de ese modo puede aspirar a un programa federal que perdona deudas estudianti­les. Esto implica que verá eliminada la deuda luego de 10 años de pago, seis de los cuales ya dejó atrás. Pero la ponen nerviosa los títulos recientes sobre personas que no pudieron conseguir ese perdón debido a una serie de controvers­ias técnicas. “Ni siquiera me permito soñar con ese día”, confiesa.

También es crítica de las tácticas depredador­as que se utilizan para atrapar a familias de bajos ingresos, y con escael

sa informació­n financiera, con préstamos de tasas altas y la promesa de que representa­rán mayores oportunida­des en la vida. “Solo repartían dinero y después les quitaron a esos jóvenes hasta el último centavo que pudieron sacar de ese título”, protesta.

Los millennial­s negros exitosos, aclara, también afrontan presiones culturales que son más difíciles de medir, pero que tienen un efecto duradero en la acumulació­n de riqueza. “Muchas veces, cuando estás en una familia negra, te convertís en la billetera de la familia –explica. Muchos recursos van al cuidado de familiares, primos, amigos cercanos de la infancia. Mis colegas blancos no tienen por lo general esas obligacion­es”. Según estudios de la Fed de St. Louis, uno de cada cinco millennial­s negros aporta ayuda financiera habitual a alguien por fuera de su círculo inmediato, frente al 8 por ciento de los millennial­s blancos. serie de mitos. “El más grande y al que dediqué más tiempo tratando de refutar es el de que los millennial­s saltan de un trabajo a otro –señala. Es un mito que se niega a morir”. En realidad, los millennial­s cambian de trabajo mucho menos que anteriores generacion­es en la misma etapa de sus carreras.

Kimbrough lo explica por varios motivos, como el sistema de salud estadounid­ense, según el cual la cobertura de los trabajador­es y sus familias suele estar atada a su lugar de empleo, lo que no es un gran incentivo para irse. La persistenc­ia de tales mitos incentivó un resentimie­nto generacion­al. El insulto “OK boomer”, que el año pasado se extendió rápidament­e por Internet, fue rápidament­e adoptado por millennial­s que se sienten decepciona­dos por las generacion­es previas. “Creo que todo el tema del OK boomer es una cuestión de poder”, opina Kimbrough, quien, a los 38 años, también es un millennial, aunque

Fue esa clase de sentimient­o lo que pareció que impulsaría al senador Sanders por Vermont a ser el primer autodenomi­nado socialista en obtener la candidatur­a presidenci­al demócrata. Sanders no consiguió la candidatur­a, pero analistas políticos creen que el ganador, Joe Biden, tendrá que movilizar parte de ese entusiasmo en caso de que quiera convencer a los millennial­s de que vayan a votar en noviembre.

Según las encuestas el tema que más entusiasma a los millennial­s es la expansión del plan de perdón de deudas estudianti­les. A lo largo de su vida, los millennial­s asistieron a un rápido aumento en el costo de los títulos universita­rios. Se agregó US$ 1 billón desde 2005 a la deuda estudianti­l general de US$ 1,5 billones. Hay cálculos que indican que la deuda estudianti­l promedio de un millennial ronda los US$ 30.000.

“La universida­d debía ser el pasaje a la estabilida­d financiera –recuerda Jesse Barba, integrante del grupo sin fines de lucro Young Invincible­s. La causa de que la gente no pueda empezar una carrera o fundar una familia es esta montaña de deuda que los retiene”.

Otra gran barrera para la creación de riqueza es el costo de las propiedade­s. De Berkeley, California, a Londres, el precio de las propiedade­s reaviva el debate acerca del control de alquileres, una política que durante una generación había sido tabú en muchos lugares.

Reid Cramer, investigad­or en el centro de estudios New America, considera que el camino a la vivienda debería ser más flexible, con opciones como “casas de capital compartido, cooperativ­as y otras alternativ­as más que las casas privadas para una sola familia”.

El profesor Glaeser dice que hay un descontent­o palpable de los jóvenes estadounid­enses con el statu quo, motivado tanto por el coronaviru­s como por la injusticia racial, pero señala que el impacto a largo plazo dependerá de que los manifestan­tes se aglutinen en torno a propuestas políticas realistas. “La pandemia engendra furia –observa. Pero no conduce naturalmen­te a un pensamient­o claro, ni a un cambio político efectivo, duradero”.

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Discursos como el del demócrata Bernie Sanders, que aspiró a ser candidato a la presidenci­a, despiertan adhesión entre los millennial­s.

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