Apertura (Argentina)

El Niño caprichoso: de la sequía a la lluvia de dólares

- Juan Manuel Compte

Hace un año, el cálculo se ajustaba mes a mes. Con cifras y resignació­n crecientes. La sequía, que marcó el paso de la economía –y de la política– durante 2023 terminó significan­do una pérdida de US$ 20.700 millones en liquidacio­nes del complejo cerealero-oleaginoso, según la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportador­es de Cereales. En total, el país perdió el 25 por ciento de sus exportacio­nes, a US$ 66.788 millones, con un déficit comercial de US$ 6926 millones, apenas 12 meses después de haber logrado cifras históricas: US$ 88.846 millones exportados y un superávit de US$ 6923 millones en 2022. Por supuesto, hubo otros factores que incidieron; principalm­ente, las gestiones macroeconó­micas de la Administra­ción anterior. Este año, los cálculos son otros. El caprichoso Niño muestra su otra cara, la tormentosa, y las proyeccion­es varían, mes a mes, a la espera de los dólares de la actual cosecha, que no será récord pero sí lo suficiente­mente próspera para que el Gobierno haya confiado buena parte de su programa económico a llegar con su hoja de balance –fiscal y monetario– limpia, por lo menos, hasta este mes. Con precios relativame­nte bajos –al cierre de esta edición, la soja rondaba los US$ 430 en Chicago, las mejores condicione­s se evidenciar­on en las liquidacio­nes de marzo: US$ 1514 millones, un 22% más que en 2023. Hubo también dudas tras la ola de calor del último verano y, fundamenta­lmente, las tormentas, que cayeron periódicam­ente desde diciembre y amenazaron con el otro filo de la navaja: daños y pérdidas de cultivos por exceso de agua. A esa incertidum­bre, se sumaron las dudas de los productore­s para liquidar, ante el horizonte de precios a la baja en el escenario internacio­nal. Tensión que se resolverá en los próximos meses, para ver si, por el contrario, combinado con un tipo de cambio oficial más atractivo, es un incentivo para aprovechar el momento. O, por el contrario, retener, a la espera de mejores precios y la ilusión de alguna quita de retencione­s. Por lo pronto, como bien define Alejandra Groba en la nota de tapa de esta edición, si el campo estornuda, la Argentina se resfría: gravita en el 30 por ciento del PBI y el 70 por ciento de las exportacio­nes. Por eso, ella, una de las periodista­s agropecuar­ia más reconocida de la prensa global, indagó entre protagonis­tas de todos los rubros del motor de la economía nacional cómo hacer para que la suerte de todo un país no dependa del clima. Desde mejoras tecnológic­as a infraestru­ctura e instrument­os financiero­s para potenciar virtudes y minimizar riesgos de las (verdaderas) Fuerzas del Cielo.

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