Un gran desfasaje
En la Ciudad de México, una torre de oficinas alcanza la certificación LEED con una fachada eficiente en términos sustentables y que le da, además, un carácter icónico.
» La Torre Patriotismo, en la Ciudad de México, es un edificio con una envolvente vanguardista y sustentable.
En una esquina de Colonia Santa María Nonoalco, en una zona muy transitada de la Ciudad de México y sobre una de las principales vías de distribución de la capital mexicana, se levanta un edificio de singulares losas desfasadas. Se lo conoce como Torre Patriotismo por el nombre de la avenida sobre la que se emplaza, y sus autores son los arquitectos Juan Carlos Baumgartner y Ramiro Pulido, de estudio Space.
La morfología del edificio responde a la figura de largas tiras horizontales de extremos redondeados que, apiladas unas sobre otras, giran unos grados en dirección contraria al nivel que la precede para generar un desfase entre ellas. “Esto se convierte en un recurso positivo de diseño ya que contribuye a reducir los factores de ganancia térmica al interior por las áreas de sombra generadas con dichos desfases”, adelantan sus autores.
El encargo provino de la empresa Alpha Desarrollos, quien adquirió el lote para construir allí un edificio de oficinas de categoría AAA. Por tal motivo, era fundamental lograr una certificación LEED, de modo que la etapa de proyecto estuvo centrada en los requisitos que debían cumplirse para alcanzar el status Gold en Core and Shell.
Este era, de por sí, un reto al que se le sumó las limitaciones del código urbano. “En esta zona –explican los proyectistas– el reglamento obliga a una restricción frontal en planta baja de 5 metros sobre Avenida Patriotismo (el lado más extenso) y una restricción posterior del 15% de la altura máxima del edificio, que en este caso corresponde a 5,64 metros, ya que la altura de la torre llega a los 37,62 metros”.
El edificio se levanta en ocho niveles, mientras que por debajo se construyeron 15 subsuelos destinados al estacionamiento, al que se accede desde la intersección de las dos calles.
En la planta baja se ubicó el
acceso principal a los pisos de oficinas por medio de un lobby central que funciona además como punto intermedio entre los dos núcleos de circulación vertical. El principal de ellos consta de cuatro ascensores (incluyendo el de servicio), dos escaleras de emergencia, núcleos de sanitarios para hombres y mujeres, así como una serie de ductos para el paso de la infraestructura de todo el edificio. El segundo núcleo, en cambio, conecta los sótanos del estacionamiento con la Planta Baja por medio de una zona de recepción en donde se puede controlar el acceso a los pisos de oficinas.
La planta baja es el nivel en el que se encuentran los locales comerciales, que abarcan 450 m2. “Este espacio está dividido en dos, el cual puede subdividirse a su vez en otros dos, lo que daría un total de cuatro locales de aproximadamente 112 m2, cada uno con sus accesos posteriores independientes por
terrazas de acceso al edificio”, detallan. La flexibilidad es otra de las cualidades de la torre. Los siete niveles superiores están ocupados por plantas de más de mil metros cuadrados, en las que se estimó, como promedio aproximado, una posible densidad de 10 m2 por persona.
Para Baumgartner y Pulido, “estas plantas tan extensas favorecen el ahorro en la utilización del espacio al no duplicarse vestíbulos de ascensores y áreas de soporte, además de tener una configuración modular mucho más eficiente”.
Por su parte, en el último nivel del edificio se plantearon amplios espacios destinados a terrazas ajardinadas, proyectadas también como lugares abiertos y flexibles, como afirman los autores. “Las pensamos para que puedan ser usadas por los inquilinos, para eventos públicos o incluso para que funcionen como comedores, áreas de trabajo al aire libre, decks o, simplemente, como áreas verdes”. Se tomaron además, otras medidas sustentables, como la incorporación de un sistema de captación y reutilización de agua de lluvia para los sanitarios y el riego de toda la vegetación del edificio. Vidrio y metal El carácter icónico de la envolvente, con sus losas desfasadas y aventanamientos horizontales, se ve reforzado por el particular empleo de los materiales aplicados repetitivamente en todos los niveles.
Por un lado, el doble vidriado hermético, el cual representa una parte importante de las fachadas y, “aunque genera ganancia térmica, también permite el paso de un buen caudal de luz natural”, como admiten Baumgartner y Pulido.
Por el otro, el cristal se complementa con un muro continuo de
paneles de aluminio que “resaltan la estética del proyecto y sirve para alcanzar el confort térmico al interior del edificio, ya que reduce el porcentaje de fachada acristalada”. sostienen los autores.
LAS LOSAS DESFASADAS LIMITAN EL INGRESO EXCESIVO DE LA LUZ NATURAL LA ENVOLVENTE COMBINA PANELES DE ALUMINIO Y SUPERFICIES ACRISTALADAS