Cómo frenar la alta densidad que amenaza a Córdoba
Un análisis de los perjuicios que traen aparejadas las grandes aglomeraciones urbanas y la necesidad de limitar su avance.
Las grandes aglomeraciones urbanas constituyen uno de los problemas más graves de la humanidad. El área metropolitana de Córdoba tiene 1.500.000 habitantes, una baja densidad por hectárea y una tasa de crecimiento anual muy baja en el departamento Capital. Desde la calidad de vida, las metrópolis más pobladas presentan una fuerte desorganización social característico de la alta densidad: incremento de enfermedades en las vías respiratorias, elevada tasa de suicidios, agravamiento de la criminalidad y de la violencia ( con picos en sangrientos enfrentamientos entre bandas locales), incremento en el consumo de drogas, agudización del hacinamiento, la promiscuidad y el individualismo, deshumanización de la vida comunitaria y pérdida del sentido de la existencia. Debido a la globalización, se experimenta una pérdida progresiva de las identidades locales y un deterioro creciente en las funciones urbanas de habitar, trabajar, movilidad y recreación, de los patrimonios arquitectónico, urbanístico y ambiental y por ende de la sustentabilidad, equidad y solidaridad entre los diferentes estratos sociales. Esta situación se genera conjuntamente por el deseo y el derecho de la gente a vivir en ciudades, el fracaso del planeamiento en el control de aplicación territorial de aquel derecho, la exacerbación de la especulación inmobiliaria y la primacía del automóvil sobre la gente, entre otras causas. En Córdoba, lo señalado es todavía más o menos tolerable, pero a largo plazo será intolerable, cuando tengamos una metrópolis con varios millones de habitantes. De no mediar una intervención planificada, marchamos hacia una hecatombe colectiva, como lo señala acertadamente el Papa Francisco en su última gran encíclica sobre la tierra. No se ha probado aún que el crecimiento vertical con alta densidad sea de menor costo económico que el crecimiento horizontal. Lo que está probado es la degradación de la vida colectiva que la alta densidad genera tiene un alto costo social y humano. Por lo que señalamos, no coincidimos con Justo Solsona, cuando afirma que la alta densidad no se puede controlar y es por lo tanto irreversible. Creemos que es posible aún controlar el crecimiento, implementando un Plan Nacional- RegionalUrbano de Ordenamiento del Territorio y Desarrollo Regional, en el cual se determinarán los roles de los centros urbanos en las regiones del país. Deberá, a su vez, encarar entre otros temas, nuestras grandes prioridades estratégicas: la inserción de Argentina en el Mundo, la estructura territorial-ambiental, la macrocefalia de la Capital y Gran Buenos Aires, el desarrollo de la Patagonia, el manejo de los recursos naturales, el uso del suelo, etc. Este enfoque territorial-ambiental, debe complementarse e integrarse con el enfoque económico-sectorial predominante en la actual gestión, teniendo en cuenta las diversas heterogeneidades y desigualdades entre las diferentes regiones. Tenemos antecedentes en el ex CONADE y el actual CFI ( Consejo Federal de Inversiones) particularmente sobre la estructura territorial que deben actualizarse. Finalmente, para revertir en Córdoba esa metrópolis que se nos viene encima, hasta que se realice el Plan sugerido, se podrían implementar algunas de las siguientes ideas: Desacelerar el crecimiento pointermedias,
blacional del departamento Capital: apuntando hacia una densidad media, mediante la suspensión de torres de departamentos aislados y en conjuntos, con una altura superior a P.B. y 2-3 pisos altos y regular los nuevos asentamientos más allá de la avenida de circunvalación. Equilibrar el crecimiento de la estructura urbana en el área metropolitana: promoviendo el crecimiento de ciudades menores e utilizando por ejemplo, permisos de edificación, impuestos inmobiliarios, tasas municipales, créditos hipotecarios, entre otros.
Promover la cohesión social: mediante la suspensión definitiva de los countries y barrios cerrados en todas sus modalidades. Revertir la contaminación del cauce, pavimentación de la costa, y entubamiento del paisaje fluvial del Río Suquía: mediante
la prohibición de construir torres de departamentos con alturas superiores a P.B y 2-3 pisos altos en la avenida costanera. Mejorar la accesibilidad al área central desde los barrios y el control del smog: ampliando la peatonal, restringiendo el acceso y estacionamiento de autos particulares, promoviendo el uso del transporte público y extendiendo la red de ciclovías a todos los barrios.