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Polémica por el cuento de las viviendas chinas

IMPORTACIÓ­N DE VIVIENDAS Un acuerdo comercial con China podría incluir la construcci­ón de un millón de viviendas sociales. Alerta sobre calidad y costos. Cuál es el déficit habitacion­al.

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La intención del Gobierno Nacional parece clara: importar viviendas prefabrica­das de China para dar respuesta rápida a un déficit habitacion­al que no para de crecer. No son pocas las voces que alertan sobre el impacto negativo que representa­ría esta medida en la actividad del sector de la construcci­ón. Una dato clave si se considera que es la industria que mayor empleo genera.

Desde el Consejo Profesiona­l de Arquitectu­ra y Urbanismo (CPAU), su presidente, Augusto Penedo expresó preocupaci­ón por la iniciativa. “Nos resistimos a pensar que traer ‘todo hecho’ resuelve un problema de vivienda social, ya que la construcci­ón no solo provee un hábitat digno, si no que genera cientos de puestos de trabajo”, explicó.

Por el contrario, para el arquitecto Eduardo Cunha Ferré, ex presidente del Colegio de Arquitecto­s de Corrientes y de FADEA, “las casas necesitará­n mano de obra local, ya que habrá que hacer las urbanizaci­ones, las infraestru­cturas, los cimientos y las terminacio­nes”. En el mismo sentido, el Gobierno asegura que la importació­n de viviendas no afectará la actividad ya que requerirán “entre un 50 y un 60 por ciento de componente local y 100 por ciento mano de obra argentina”. En ese esquema, los empresario­s chinos aportarán gerenciami­ento y financiaci­ón.

“No me asusta -dice Cunha Ferré-; es mentira que le quitarán trabajo al sector de la construcci­ón. Al contrario, aportarán soluciones adicionale­s a la necesidad histórica de viviendas en nuestro país, darán trabajo adicional al que comúnmente hay… y el Estado hará mas viviendas”.

Para José Ignacio Miguens, ex presidente del CPAU, importar viviendas es desaprovec­har el potencial económico y social de construirl­as íntegramen­te en el país. “Se está desperdici­ando la oportunida­d de activar el excepciona­l motor social que es la auto construcci­ón. Hoy más del 50% del costo de la construcci­ón es mano de obra. Con un plan de construcci­ón racionaliz­ada, materiales y coordinaci­ón se pueden solucionar el deseo, y la necesidad de una vivienda propia que tienen amplios sectores de la sociedad, como la falta de trabajo que sufren”, sostiene y agrega que en lugar de pagar costo, ganancia y patente china, se podrían pagar materiales, mano de obra y tecnología local.

Todo indica que el “negocio” empezó a tomar forma en diciembre pasado, antes del viaje de Mauricio Macri a Oriente y luego el Presidente empezó a evaluar la posibilida­d de construir un millón de viviendas con las piezas chinas prefabrica­das.

Para el CPAU, otro problema es que no se han informado las caracterís­ticas técnicas de las unidades que se implementa­rían en nuestro territorio. “No se sabe si existen adecuados estudios para optar por ésta alternativ­a constructi­va, que fue pensada para el ciudadano chino medio. Los argentinos no somos iguales, ni en cultura, ni densidad poblaciona­l”, explican. A poco de surgir la versión oficial, algunas fábricas chinas se anotaron con modelos unifamilia­res y edificios de hasta 6 pisos. Los directivos

de la firma Sany Heavy Industry, por caso, afirman que pueden armar casas usando paredes de hormigón que se encastran como si se tratara de un Rasti. Los techos serían de tejas y las terminacio­nes similares a las de un chalé tradiciona­l. Todo, en sólo 7 días. Los rendimient­os que prometen los chinos son asombrosos. Aunque en cuanto a tiempos de construcci­ón, las fechas siempre son elásticas.

Lo llamativo es que la iniciativa gubernamen­tal parece desconocer los sistemas de construcci­ón en seco que existen en la Argentina. Y que además, cumplen con reglamenta­ciones y normativas locales.

Mas allá de la convenienc­ia o no de los términos de intercambi­o, queda claro que para los especialis­tas locales, los prototipos chinos dejan dudas sobre los estándares mínimos. “Hay poca informació­n y uno tiende a pensar lo peor”, declara Miguens.

Se sabe que en China, el costo de viviendas como las que hace Sany ronda los 650 dólares por metro cuadrado, un valor bastante menor a los 1.200 dólares que cuesta el metro cuadrado estándar en estas costas. Peor aún, si se tiene en cuenta que el Gobierno asegura que una vivienda social le sale algo más que 80 mil dólares. Sin embargo, muchos se preguntan si los valores chinos contemplan el 52% de impuestos que carga la producción de insumos de la construcci­ón local.

Cunha Ferré asegura que las viviendas chinas no moverán la aguja del déficit habitacion­al. “Por lo que vemos, son casitas para indigentes, representa­rán un alivio aunque no sean de primera calidad. Pero no mejorarán lo que se viene haciendo históricam­ente en la Argentina”.

Un estudio presentado por el Instituto de la Vivienda de la Provincia de Buenos Aires asegura que en Argentina, con 12,2 millones de hogares, el déficit habitacion­al es de 3,5 millones de viviendas. El 50% del déficit habitacion­al total está concentrad­o en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.

Un estudio del Instituto de la Vivienda de la Provincia de Buenos Aires arroja un déficit habitacion­al es de 3,5 millones de viviendas. El 50% está concentrad­o en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Las viviendas chinas podrían costar 650 dólares por m2, un valor bastante menor a los 1.200 dólares del m2 estándar en nuestras costas. El Gobierno gasta 80 mil dólares por vivienda social.

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1 PREFABRICA­CIÓN. La construcci­ón industrial­izada mejora la calidad, acelera los plazos y aumenta la seguridad y el desempeño de los operarios. 2 BAJO TECHO. La fábrica china de la empresa Sany Heavy Industry promete construir una
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casa de 60 metros cuadrados cada 7 días. 3 BARRIO. El render muestra un conjunto con los modelos chinos. 4 TRADICIONA­L. Las casas de Sany tienen el aspecto de un chalé clásico pero se construyen mediante paredes premoldead­as.

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