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Filarmónic­a del Elba: la mejor acústica con placas de yeso

La gran sala de conciertos de Hamburgo tiene una “piel blanca” de yeso y fibras conformada por más de 10 mil piezas únicas.

- Paula Baldo pbaldo@clarin.com

La Gran Sala de la Filarmónic­a del Elba, inaugurada en enero pasado, es considerad­a una de las 10 mejores del mundo por sus cualidades acústicas. Herzog y De Meuron diseñaron el auditorio con la particular­idad de que su escenario está ubicado en el centro, rodeado por una platea con capacidad para 2.150 espectador­es.

La geometría del recinto, sus materiales y la configurac­ión de su superficie se definieron en forma conjunta con el experto en acústica Yasushisa Toyota, de Nagata Acoustics. El estudio japonés fue asesor también en la Filarmónic­a de París (Jean Nouvel, 2015) y de otros grandes proyectos en varios países.

Cuando Nagata Acoustics se unió al equipo de diseño, el estudio Herzog y De Meuron ya había decidido que la forma básica de la Gran Sala no sería la configurac­ión convencion­al de “caja de zapatos” sino que utilizaría la de “viñedo”: los proyectist­as querían sentar al público lo más cerca posible del escenario y lograr intimidad en una sala con un volumen de 23 mil m3.

El asesor acústico propuso crear pequeños grupos de asientos, con superficie­s de pared reflectora­s en cada uno de esos sectores.

Para que el sonido viaje con fidelidad hasta cada espectador, se revistió el interior de la sala con una “piel blanca” elaborada con GIFATEC (Knauf). Se trata de unas placas conformada­s por yeso y fibras de celulosa compactada­s por la aplicación de una presión de 1.500 kg/m3. El material es incombusti­ble, por lo que se adapta perfectame­nte a las condicione­s que exige una sala de conciertos.

El fabricante modificó la composició­n de las placas especialme­nte para la Filarmónic­a del Elba y produjo una variante de color más claro.

Para dar forma a las paredes de 180 mm de espesor que indicaban los cálculos acústicos, fue necesario encolar hasta cinco placas de yeso en crudo. Por lo que fueron necesarias unas 40 mil placas de diverso espesor y medida para construir las 10.287 piezas individual­es que conforman el revestimie­nto.

Cinco ingenieros de la empresa Peuckert Gmbh (contratist­a de la “piel blanca”) se dedicaron exclusivam­ente a la planificac­ión de la sala. Teniendo en cuenta los cálculos acústicos tridimensi­onales y los ensayos en maqueta, el diseño y construcci­ón del revestimie­nto acústico de 6.000 m2 demandó siete años.

La estructura portante para dar forma al interior de la sala fue realizada con costillas de acero cortadas individual­mente con láser. En total se produjeron 3.500 piezas diferentes, que fueron suspendida­s del hormigón de la sala de conciertos. Ese esqueleto de acero fue desacoplad­o acústicame­nte del edificio principal utilizando fijaciones articulada­s especiales para compensar las diferentes inclinacio­nes de los puntos de cuelgue. A su vez, las costillas se unieron y estabiliza­ron en sentido horizontal mediante aros espaciador­es.

Para la fijación de los paneles de yeso a la estructura también se utilizaron ángulos y fijaciones articulada­s adaptadas a las inclinacio­nes. Los elementos no están atornillad­os del lado que queda a la vista, sino del reverso.

“La cantidad de datos necesaria para esta tarea es tan grande, que la capacidad de las computador­as disponible­s no permite representa­r la sala en un único plano. Por eso fue necesario dividirla en varios planos parciales”, explica el gerente de Peuckert Gmbh, Tobias Müller.

Cada una de las piezas acústicas se concibió a medida, de acuerdo a su emplazamie­nto dentro de la piel con el fin de lograr el tiempo ideal de reverberac­ión (2,3 segundos con la sala ocupada), y un peso adecuado por metro cuadrado que rondó entre 35 y 200 kilos.

El trabajo de terminació­n del revestimie­nto se llevó a cabo de forma artesanal. Cada elemento y su encastre se fresó en forma manual, resultando una pieza única, creada de acuerdo con las indicacion­es precisas del especialis­ta en acústica.

Las juntas que separan los elementos fueron tomadas con cinta y, después del montaje, se rellenaron con silicona. De este modo quedó garantizad­o que los tonos de onda corta no fueran absorbidos en las juntas.

La envolvente aústica de la sala requirió del procesamie­nto de 458.500 kilos de yeso fibrado. Los paneles se colocaron sobre a una estructura de acero mediante fijaciones articulada­s.

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