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EL CREDO DEL ARTE Y LA MATERIA

- Miguel Jurado Editor adjunto ARQ

Como ocurrió el sábado pasado, desde hace 32 años, cada 1° de julio se festeja el Día del Arquitecto. En realidad, hasta 1996 se llamaba Día Internacio­nal de la Arquitectu­ra. Fue entonces, cuando durante el Congreso Internacio­nal de Arquitectu­ra que se desarrolló en Barcelona, la UIA pasó la celebració­n al primer lunes de octubre. Pero la Federación Argentina de Entidades de Arquitectu­ra decidió mantener el 1° de julio como celebració­n nacional.

Así fue como arquitecto­s y arquitecta­s argentinas festejamos un día nosotros por nosotros, y otro con todo el mundo por la disciplina que profesamos. Sin embargo, tal división no existe. Nuestra disciplina y nuestra profesión nos construyen como arquitecto­s.

Disciplina es la ciencia académica que se desarrolla, investiga, se aprende y enseña en un ámbito universita­rio. La profesión, por su lado, es la aplicación práctica de esa ciencia y todas las normas legales y éticas que la rigen.

Profesión y disciplina arquitectó­nicas nacieron, tal y como las conocemos, durante el Renacimien­to. En ese momento, el pensamient­o empezó a separarse de la práctica estricta que basaba su instancia crítica en el método de ensayo y error. La búsqueda de estructura­s esbeltas de las catedrales caracteriz­ó los últimos estertores del período Gótico. La nueva arquitectu­ra renacentis­ta que aparecía en ese momento organizó el pensamient­o como una actividad académica y la práctica como una transacció­n entre ese pensamient­o y la necesaria existencia de un cliente, en aquel entonces, “El Príncipe”.

La fotografía de este último aniversari­o muestra a la disciplina en un bajo nivel de debate y reflexión, un poco como producto de un década de mucha actividad que dejó exhaustos los reflejos y exiguos los tiempos para la discusión. Pero también, como muestra del desánimo por generar propuestas innovadora­s dado el contexto cada vez más conservado­r en el que vivimos.

La profesión, en tanto, sigue arrastrand­o su marca de origen, la continua tensión ideológica y cultural con “El Príncipe”. En esta tensión se inscriben problemas eternos como honorarios, concursos y el del trabajo en el Estado, por no citar el trabajo entre colegas.

Más allá de esta instantáne­a de nuestro momento, arquitecto­s y arquitecta­s siguen siendo los únicos que luchan por mantener arte y materia como parte de un mismo credo ¡Brindemos!

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