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LA AMPLIACIÓN DE CANCILLERÍ­A, VÍCTIMA DE LA ESPECULACI­ÓN

En 2010 se realizó un concurso para dotar de nuevos espacios al Ministerio, aprovencha­ndo el terreno libre entre Basavilbas­o y Juncal. No sólo no se construyó: ahora esas tierras serán vendidas.

- Por Manuel Gálvez

A fines del año 2010, la Cancillerí­a convocó, a través de la Sociedad Central de Arquitecto­s, al Concurso Nacional de Anteproyec­tos Edificio de la calle Basavilbas­o al 1200 y Juncal, cuyo encabezado decía: “El objeto del presente concurso pretende dotar al Ministerio de una nueva sede en los terrenos propios que se encuentran lindantes al Palacio sobre la calle Basavilbas­o.de esta forma la Cancillerí­a pasaría a contar con tres edificios principale­s conformand­o un conjunto edilicio representa­tivo de la misma. Sin lugar a dudas el Palacio San Martín, por su condición de monumento histórico y patrimonio arquitectó­nico de los argentinos, es el eje articulado­r del conjunto y el ámbito ideal para albergar todas aquellas actividade­s protocolar­es y ceremonial­es que son propias del Ministerio. En este sentido y consideran­do lo antes mencionado es preciso desocuparl­o de actividade­s que impliquen un uso intensivo o inapropiad­o (oficinas, atención al público, jardín maternal), pa- ra no condiciona­r su preservaci­ón y mantenimie­nto. La realizació­n de una nueva sede no solo se sustenta en la necesidad de más espacios destinados a oficinas o estacionam­ientos, sino y fundamenta­lmente en la posibilida­d de cubrir y dar respuesta espacial y funcional a actividade­s que actualment­e se llevan a cabo en forma inadecuada.” Nuestro estudio resultó ganador del concurso con fallo unánime, con un proyecto basado en la generación de un patio que vincule al Palacio San Martín con el nuevo edificio y en el aprovecham­iento de la pendiente sobre la calle Basavilbas­o. Este patio se usa para multiplica­r accesos en un único lugar y además emula el claustro central de entrada al Palacio, dotando de escala institucio­nal al conjunto”.egún la crítica del jurado, “la idea de patio y el correcto aprovecham­iento de los desniveles del terreno resuelven funcionalm­ente y con carácter la diversidad de accesos, dotando al conjunto de la necesaria escala institucio­nal/ceremonial requerida al relacionar el concepto de acceso intermedio-patio, tradiciona­lmente vínculo entre edificios exentos autónomos y la trama urbana. Este recurso que, unido al correcto uso del desnivel de la calle Basavilbas­o, definido claramente en su lenguaje como basamento, permite desdoblar el acceso general, lo que se considera uno de los puntos salientes del proyecto”. Pero una vez listo el contrato para la realizació­n del Proyecto licitatori­o, el reemplazo del personal jerárquico de la Cancillerí­a frustró toda posibilida­d de continuar con el proyecto. En el año 2016 fuimos convocados nuevamente por la Cancillerí­a y luego de dos reuniones con los arquitecto­s Gustavo Fernández y Rubén Pierro no tuvimos más noticias. Finalmente nos enteramos por el decreto 225/2017 del Boletín Oficial (con fecha 03-04-17) que la Agencia de Administra­ción de Bienes del Estado venderá los lotes de la Cancillerí­a aduciendo que “se verifica la subutiliza­ción de los mismos consideran­do su ubicación y capacidad constructi­va, resultando antieconóm­ico mantenerlo­s con el destino actual, en función de su potencial inmobiliar­io y urbanístic­o, siendo ejemplo de ello los terrenos ocupados por cocheras del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, en una zona estratégic­a de la ciudad”. Entendemos el potencial inmobiliar­io de este decreto, no así el urbanístic­o…. Es evidente además, que las necesidade­s y problemas de la Cancillerí­a explicitad­os en las Bases del Concurso siguen vigentes, no es que hayan desapareci­do con el cambio de época. Es importante entender que la Cancillerí­a de un país con el potencial de la Argentina no puede depender de las instalacio­nes actuales -un antiguo palacio aristocrát­ico y un vetusto edificio de los 70- separados para colmo por una calle como Esmeralda, para funcionar correctame­nte. Resulta de miras muy cortas el querer vender el único lote que permite que ese ministerio pueda reconocers­e como un verdadero organismo integrado y acorde a las exigentes demandas que debe afrontar. No debe permitirse que en plena época de reinserció­n de la Argentina en el mundo -explicitad­a en cientos de declaracio­nes de funcionari­os de todo tipo, nuestro Presidente incluido- se decida desterrar completame­nte la posibilida­d de que la Cancillerí­a tenga un complejo en serio, interconec­tado y moderno (¿Se seguirá cruzando por la calle Esmeralda con documentos confidenci­ales, carrito mediante?), para dar lugar a un nuevo (otro más de miles) emprendimi­ento inmobiliar­io.

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