DE BONET A LA VILLA 20, SIN PARADAS
Nació con un programa muy especial y se convirtió en la oportunidad perfecta para ser un manifiesto de la Arquitectura Moderna recién desembarcada en Buenos Aires. La llamada Casa de Estudios para Artistas es una expresión tardía de la modernidad europea y sin embargo, construida por el catalán Antoni Bonet i Castellana y los argentinos Horacio Vera Ramos y Abel López Chas en 1938, esa obra es casi la primera expresión auténtica en Buenos Aires de esa tendencia que cambiaría la arquitectura mundial. Encaramado en la esquina porteña de Paraguay y Suipacha, el edificio siempre fue una rara avis. En su tiempo y ahora, más rara que nunca. Eso explica que se la busque preservar como la joya de nuestro pasado que es. Caprichosamente, se intentó explicar su valor como la aplicación obediente de los famosos Cinco puntos de la arquitectura moderna, sin embargo es mucho más que eso. Los Estudios de Bonet son la expresión de el espíritu libre de la primera modernidad. Encarnan la valentía de pensar todo de nuevo sin transitar por caminos ya recorridos. Son la expresión de una fe ciega en la capacidad humana de lograr un futuro mejor, la confianza en lo nuevo y su capacidad transformadora. Programa, expresión tecnológica y forma hablaban de un edificio preparado para un ambiente idílico que nunca llegó a plasmarse en la realidad argentina: una sociedad culta y democrática relacionada con lo artístico y lo social. Hoy, nuestra realidad tiene otras urgencias, las que se reflejan en el problema de las villas y el difícil encuentro entre esa ciudad informal que es nuestro estigma, frente a la ciudad formal que, muchas veces, es nuestro orgullo. Una parte importante de esa tarea ciclópea tuvo un traspié cuando el concurso para la Villa 20 organizado por la Sociedad Central de Arquitectos se suspendió. Luego llegó el convenio del Gobierno de la Ciudad con la FADU-UBA y aparecieron los tres equipos que diseñaron propuestas urbanas para integrar esos tejidos informales a los formales de la ciudad. También intervino el IVC de la Ciudad y las propuestas están parcialmente a la vista. En los tiempos de Bonet, la arquitectura iba a resolver todo. Hoy sabemos que es solo un peldaño en una escalera en la que lo social y lo económico pueden ayudar mucho más.