MERCADOS Y FERIAS MODELO, EL CONFLICTO DE INTERESES
Ante el plan de renovación propuesto por el Gobierno de la Ciudad, es preciso detenerse en la historia y sentido de estas tipologías urbanas. Es una oportunidad para dar el alerta y replantear estrategias. El contexto del plan de renovación de mercados y ferias modelos, que está desarrollando el Gobierno de la Ciudad, se presenta como una nueva oportunidad de traer a la luz nuestros mercados rioplatenses. Los mercados surgen a principios del siglo XIX en reemplazo de las plazas abiertas de la ciudad, donde las carretas estacionadas hacían de locales y depósitos. Los primeros fueron el Mercado del Centro; el Mercado del Plata (primer mercado cubierto en su totalidad); el Mercado de Comercio; y hacia fines de siglo otros Mercados como el de San Telmo (foto), de Juan Buschiazzo, con preponderancia de piezas de hierro y vidrio (muchas fabricadas en el país por la empresa Vasena). En general todos comparten ciertas características: la franqueza en lo constructivo, la repetición de elementos modulares conformando una geometría, la posibilidad de salvar grandes luces y una intrincada relación con la Ciudad. El esquema más común resulta de la intersección de dos calles centrales. Algunos están ubicados en esquinas y con salidas por varias calles; su perímetro de mampostería responde al entorno inmediato, aunque su estructura de hierro paulatinamente irá sobresaliendo de la envolvente exterior. En las primeras décadas del siglo XX nos encontramos con el nuevo Mercado del Abasto realizado por el ingeniero José Luis Delpini y el arquitecto Viktor Sulčič, que contaba con estacionamientos subterráneos y acceso al subte. El Mercado de Abasto vino a reemplazar las estructuras decimonónicas de hierro y vidrio por una notable estructura de hormigón armado. Su cerramiento de casetonados, cuyos espacios entre nervios eran cubiertos por vidrio, permite salvar grandes luces sin apoyos intermedios. Los arcos monumentales en sus fachadas denotan sus ejes principales y secundarios. A mitad del siglo XX, el Mer- cado de San Cristóbal, de SEPRA, es otro gran ejemplo en el que una estructura de hormigón define con claridad el esquema del edificio y su manifestación hacia la ciudad. En cuanto a las las Ferias Modelo, conviene detenerse en las desarrolladas por el arquitecto Juan Casasco, ya que en ellas se reflejan las enseñanzas de sus maestros, sobre todo Mies Van der Rohe, cuyo pensamiento ya se encontraba encarnado en el sistema productivo americano. En sus ferias, Casasco revela un minucioso estudio y un profundo conocimiento de los materiales y técnicas, con gran preocupación por la limpieza, tratamiento de residuos, etcétera. Sorprendentemente, las ferias fueron desvirtuadas y se deterioraron. Casasco atribuyó la responsabilidad a los puesteros y a la falta de mantenimiento por parte del municipio. Esas razones son evidentes, pero en cuanto a los puesteros, debe atribuírseles las dificultades que platea su adaptación a una arquitectura que les propone una manera específica de ser utilizada; considerando las diferencias entre la idiosincrasia de nuestro pueblo y la anglosajona. Quizás los viejos mercados de grandes alturas, y de mayor flexibilidad, se predisponen mejor como soporte continuo a prolongaciones, heterogeneidades, toldos y banderines. Todo lo que configura el imaginario de los puesteros. La reciente renovación de la Feria Modelo Belgrano y el proyecto de mejoras para los próximos mercados debe plantearse como un alerta y al mismo tiempo es una oportunidad de repensar estrategias. Ante la convivencia de diversos rubros propia de los mercados se propone compartimentarlos tanto espacial como programáticamente; desconociendo exitosos ejemplos internacionales como el caso de la Boquería de Barcelona o el propio Mercado de San Telmo, que resaltan la importancia de la convivencia de los puestos clásicos con los gourmets. Ante la continuidad espacial y grandes alturas propias de las cubiertas metálicas, se sugiere bajar alturas con techos de placa de yeso, chapas y banners amarillos para una identificación estándar de los puestos. Es interesante el caso del Mercado de Montevideo, donde, aunque es exclusivamente gastronómico, algunas mesas se ubican en entrepisos por encima de los locales permitiendo a los usuarios vivir la gran espacialidad del mercado. Ante la inminente reforma del Mercado de San Nicolás, se niega la intrincada relación de los mercados con la ciudad. Éste, como gran parte de los mercados, es al mismo tiempo un pasaje con acceso por Av. Córdoba 1750 y Viamonte 1400 (acceso clausurado por un centro de salud que nunca se realizó). Los puesteros pelean hace años por reabrir el pasaje, cosa que representaría un gran aporte para el barrio, que cuenta con varias sedes de la Universidad del Salvador en manzanas contiguas, y podría plantearse un potencial vínculo con el pasaje Dellepiane. La propuesta del Gobierno de la Ciudad clausura de manera definitiva el pasaje, vendiendo a privados parte del lote perteneciente a la municipalidad, sin contemplar opciones alternativas como vender con la condición de mantener la comunicación del pasaje. Estamos a tiempo de evitar este gesto profundamente antiurbano y de carácter irreversible.