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Agua para todos.

CONCURSO PREMIOS LAFARGEHOL­CIM LATINOAMÉR­ICA La búsqueda de soluciones con diseño al problema urgente del agua fue uno de los temas recurrente­s en la convocator­ia del prestigios­o premio organizado por la fundación de la cementera suiza. Dos equipos cordob

- Berto González Montaner Enviado especial a Costa Rica

El tema central de los proyectos ganadores del concurso Lafargehol­cim.

El jueves 5 de octubre, el improvisad­o auditorio del Club Unión, en el centro de la ciudad de San José en Costa Rica, vibraba con intensidad. Arquitecto­s y estudiante­s de toda América Latina y del continente europeo, muy jóvenes algunos, entrados en canas otros, esperaban ansiosos el resultado de la 5° edición de los premios Lafargehol­cim Awards, el prestigios­o certamen organizado por la fundación de la cementera sueca, que premia y estimula prácticas arquitectó­nicas, urbanas y constructi­vas sustentabl­es.

Sí, dije “improvisad­o”, una palabra tan poco frecuente cuando se habla de la impecable organizaci­ón sueca de estos premios. Pero sucedió lo imprevisto: las lluvias torrencial­es que asolaron al país caribeño esa semana hicieron que se declarara en estado de emergencia y asueto nacional y que por lo tanto, los organizado­res del premio tuvieran que cambiar repentinam­ente de planes. En pocas horas, la ceremonia que estaba prevista realizarse en el Teatro Nacional, algo así como nuestro Teatro Colón, fue reubicada en otra sede: el salón del pintoresco Club Unión.

También sucedió que algunos de los invitados, como el mexicano Enrique Norten, una de las figuras emblemátic­as de la arquitectu­ra latinoamer­icana actual, no pudieran aterrizar en el aeropuerto de San José y que un equipo cordobés premiado que había salido de recorrida por el país días antes de la cita tampoco pudiera llegar por las inundacion­es y los cortes de caminos.

En esta oportunida­d se presentaro­n al certamen global unos 5.000 trabajos, de los cuales luego de una rigurosa verificaci­ón en cuanto al cumplimien­to de los requisitos de las bases, quedaron 1.836 en condicione­s de competir. El capítulo latinoamer­icano, con 480 postulante­s, fue el que tuvo la mayor convocator­ia. Entre ellos, hubo dos equipos cordobeses de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC) que obtuvieron importante­s y merecidos premios. En cantidad de presentaci­ones aprobadas, Latinoamér­ica quedó arriba de Asia, Europa y África. Mucho más abajo estuvo Norteaméri­ca, con sólo 85 trabajos.

Los temas más convocante­s

El proyecto invierte el concepto clásico de equipamien­to público. Aquí el espacio social precede a la construcci­ón del espacio público.

Uno de los temas recurrente­s en los trabajos ganadores fue el agua, un recurso cada vez más escaso e inaccesibl­e en el planeta. El jurado, liderado por el brasileño Ángelo Bucci y con la participac­ión del argentino Fernando Diez, hizo hincapié en los proyectos que intentaron una mirada holística, que buscaron soluciones que integraran las ciencias del ambiente, las ingeniería­s y la arquitectu­ra. “Es muy bueno que estos temas de las in- fraestruct­uras y del ambiente entren en los territorio­s de la arquitectu­ra”, dijo Bucci, con su amable y clarísimo portuñol.

Premios profesiona­les

En la categoría mayor, el Premio Oro (US$ 100.000) fue para Hidropuntu­ra en México, de los arquitecto­s mexicanos Manuel Perló Cohen y Loreta Castro Reguera, quienes propusiero­n recuperar en el barrio Quebradora (de alguna manera la memoria histórica lacustre de la ciudad de México) con proyecto que recoge, almacena y reutiliza las aguas que bajan de la Sierra Santa Catarina, evitando las inundacion­es que producen las torrencial­es lluvias. Utilizando la topografía del terreno, crean además una serie de equipamien­tos, servicios y espacios públicos de calidad.

La pareja Sol Camacho Davalos y Jonathan Franklin, de San Pablo, se llevaron el premio Plata (US$ 50.000) por su centro vecinal para Paraisópol­is. Un proyecto que invierte el concepto clásico de un equipamien­to público. Aquí el espacio social del proyecto precede a la construcci­ón del espacio público. Es decir, antes de poner un ladrillo, lo que se trabaja con la comunidad es la apropiació­n de lugar a través de eventos y estructura­s temporaria­s. En definitva será un núcleo urbano de usos mixtos con tres edificios que albergan, entre otras cosas, una escuela de danza, un auditorio, un centro de educación preescolar y un espacio comercial.

El Premio Bronce (US$ 30.000) fue para los holandeses Eva Pfannes y Sylvain Hartenberg, de Ooze Architects, por la creación de un novedoso sistema sanitario en comunidade­s informales. El jurado valoró el detallado análisis de los flujos de agua como si fuera un “sistema circulator­io” que recorre la favela. “Al abordar el desafío urgente del saneamient­o del agua en las áreas informales de Río de Janeiro con inteligenc­ia y gracia, la propuesta cuestiona la noción de que las aguas locales deben ser escondidas bajo la tierra e introduce innovación en una parte estigmatiz­ada, bajo tierra.”

Premios Nueva Generación

También del aprovecham­iento del agua como recurso trata el trabajo de “Figura Territoria­l en Argentina. Paisaje de energía mareomotri­z”, de Stefano Romagnoli, Juan Cruz Serafini y Tomás Pont Apóstolo, de la UNC. El proyecto, que obtuvo el primer premio en la categoría Next Generation, involucra infraestru­ctura y paisaje para la generación de energía eléctrica, basado en las corrientes de mareas del estuario de Río Gallegos en Punta Loyola, Argentina. “Queríamos proponer algo para nuestro país”, dice Romagnoli, quien en la actualidad está haciendo un master sobre paisaje en la Universida­d de Harvard, y habla en representa­ción de los tres del equipo. Desde ahí pensaron una gigantesca isla de agua en la costa patagónica que, aprovechan­do los 8 metros promedio de diferencia entre alta mar y baja mar, pudiera producir energía. Pero además agregaron a esta laguna granjas de piscicultu­ra, cultivos de algas y unos artefactos de última generación para generar energía eólica, aprovechan­do los fuertes vientos patagónico­s y evitando matar aves como los de aspas tradiciona­les. La iniciativa no termina ahí. Esa especie de dique que generaron sobre el mar es también una valiosa pieza urbanoarqu­itectónica que intenta, como sucede en muchos diques, ser aprovechad­a como recurso turístico. Entonces está matizada con una serie de componente­s como los miradores de aves, los refugios, las piletas dinámicas, los conectores ecológicos (para que la fauna local transite a un lado y al otro de la laguna) y las doblesenda­s que permiten transitar al borde del agua de mar y de la laguna, que por lo general están en distintos niveles.

El otro equipo de cordobeses, el que quedó varado y solo pudo disfrutar de la fiesta por Skype -también de la Universida­d de Córdoba-, obtuvo el tercer premio de esta categoría en la participan estudiante­s o arquitecto­s

Pensaron una gigantesca isla de agua en la costa patagónica que, aprovechan­do los 8 metros de amplitud de marea, pudiera producir energía.

de hasta 30 años de edad. Por ahí también andaban “pura vida” la recienteme­nte elegida decana de esa facultad la arquitecta Mariela Marquisio, loca de contenta por los logros de los chicos; y el ingeniero en Materiales, Carlos Espina, CEO de Lafargehol­cim en la Argentina y el más técnico de los miembros de jurado, chocho con los dos premios cordobeses porque mostraban la variedad de temas que abarcan el concepto de la sustentabi­lidad.

El grupo de Ángela Ferrero, María Agustina Nieto, María Belén Pizarro, Seizen Uehara y Lucía Uribe Echevarria propone construir torres de servicios con espacios públicos en asentamien­tos informales. El trabajo se llama “Puntos de Servicio en Argentina. Torre de instalacio­nes públicas”. Con estas torres modulares, que ocupan poco espacio y que liberan espacio público, la idea es nutrir de servicios a estos poblados. En sus diversos niveles pueden funcionar sanitarios, talleres, biblioteca­s u otros equipamien­tos imprescind­ibles que el barrio necesite. Las torres están pensadas para ser construida­s en forma industrial­izada con perfiles de acero y cerramient­os de chapa. Y la idea es que según los requerimie­ntos puedan levantarse uno o varios de estos módulos y que puedan replicarse en muchos de los asentamien­tos informales carenciado­s del país.

Proyecto premiado construido

En total, el certamen Lafargehol­cim destina 2 millones de dólares a los premios. La competenci­a en la categoría mayor es por proyectos que tengan visos de ejecución pero que aún no hayan sido construido­s. Es que justamente el objetivo del premio es convertirs­e en una herramient­a que ayude a concretar esos proyectos innovadore­s y con compromiso ambiental, económico y social. Por esta razón este año agregaron una nueva categoría que premia al mejor edificio construido que haya sido galardonad­o como proyecto en las ediciones anteriores.

El joven arquitecto colombiano Mario Camargo, del Colectivo 720 (Cali) recibió el premio al Mejor Edificio por su Reservorio­s de agua como parque público, que recibió el Premio Global Lafargehol­cim Oro en 2015 y que ahora está a pleno uso. Colectivo 720 tomó una infraestru­ctura compuesta por una serie de tanques de agua subutiliza­dos y los reconvirti­ó en un parque público con fantástico­s espacios y fuentes de agua.

El jurado aplaudió con entusiasmo “el valor del uso del agua como un importante recurso de la vida urbana, celebrando una pieza de infraestru­ctura como un trabajo cívico de orgullo colectivo y belleza.”

La idea es, con torres modulares que ocupan poco espacio y liberan espacio público, nutrir de servicios (sanitarios, talleres, biblioteca­s) poblados carenciado­s.

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El jurado valoró la actitud crítica de los autores con relación a los métodos actuales de producción de energía y su visión de aprovechar la energía mareomotri­z como recurso renovable para la generación de energía eléctrica. El proyecto demuestra,...
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EL PROYECTO. Consiste en un núcleo urbano de usos mixtos, y forma parte de un proceso a largo plazo de mejoramien­to de la zona. Alberga en tres edificios adyacentes, entre otras cosas, una escuela de danza, un auditorio, un centro de educación...
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Jonathan Franklin y Sol Camacho (Plata); Loreta Castro y Manuel Perló Cohen (Oro); y Eva Pfannes y Sylvain Hartenberg (Bronce). GANADORES PROFESIONA­LES.

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