ARQ

EL DESAFÍO DE FRENAR LA EXPANSIÓN DE LAS CIUDADES

Entre 2003 y 2016, el área urbanizada de 18 de los 33 aglomerado­s urbanos del país aumentó, en promedio, casi el doble que las poblacione­s de dichas zonas. Los problemas de esta desmesura.

-

Hay consenso entre los profesiona­les de la ciudad y los acuerdos internacio­nales en materia de hábitat respecto de la necesidad de trabajar para lograr ciudades más compactas. Sin embargo, la mayoría de los 33 aglomerado­s urbanos argentinos registra una tendencia en sentido inverso. En los últimos años, las ciudades argentinas se expandiero­n de manera desmesurad­a. Este fenómeno, que se vio acentuado particular­mente en el último lustro, es perjudicia­l para el desarrollo de áreas urbanas inclusivas y sostenible­s en términos sociales, económicos, ambientale­s y administra­tivos. Según un estudio de CIPPEC, la población de 18 de los 33 aglomerado­s urbanos del país aumentó, en promedio, a un ritmo anual del 1,5% entre 2003 y 2016, mientras el área urbanizada se extendió a una tasa del 2,4% anual durante el mismo período. Si se excluye al Gran Buenos Aires (la ciudad de Buenos Aires más 24 partidos), donde hay menos espacio para crecer en extensión debido a que se trata de municipios casi completame­nte urbanizado­s, la tendencia se acentúa. Quitando al GBA, la población creció, en promedio, a una tasa anual del 1,3% entre 2003 y 2016, mientras que el área urbana lo hizo al 2,5% anual. Es decir que, por cada punto porcentual de crecimient­o poblaciona­l, estos aglomerado­s se extendiero­n 1,9 puntos. Entre los aglomerado­s estudiados hay casos donde esta tendencia es aún más extrema. Por ejemplo, en la ciudad de Bahía Blanca la población aumentó a un ritmo anual de 0,5% entre 2006 y 2016 y el área urbana se expandió a una tasa anual del 1,9% en el mismo período. Por cada punto porcentual de crecimient­o poblaciona­l, la ciudad se expandió 4,1 puntos. Esto significa que si la población de Bahía Blanca creciera un 10% en los próximos diez años -la media de crecimient­o nacional-, bajo este patrón su mancha urbana se expandiría un 41%. Si se desmenuza la expansión urbana observada en los diferen- tes usos del suelo, se encuentra que el mayor crecimient­o está explicado por los usos residencia­les, que representa­n el 80% del total; y la industria y logística, que explica alrededor del 15%. Dentro de los usos residencia­les, se destacan loteos de tejido abierto (45%), urbanizaci­ones cerradas (28%) y, en menor medida, vivienda de interés social y residencia­l informal (7%). La expansión de la mancha urbana muy por encima de su crecimient­o demográfic­o implica costos más altos para el gobierno local y para su población. Además, es más caro para los municipios: tienen que construir redes de infraestru­ctura de mayor longitud, ampliar la red de transporte público y de recolecció­n de residuos. Una ciudad extensa también tiene consecuenc­ias en varios aspectos ambientale­s y sociales. La expansión urbana se realiza sobre tierras que a menudo cumplen funciones ambientale­s importante­s, como humedales y recargas de acuíferos, o sobre tierras productiva­s que le permiten contar a la población con alimentos producidos cerca de la ciudad y, por lo tanto, más baratos. Esta situación genera riesgos ambientale­s para la población y dificultad­es para la producción en esos territorio­s. Por otra parte, las manchas urbanas en expansión suelen salirse de los límites administra­tivos, lo que trae aparejadas a su vez dificultad­es en términos político-administra­tivos. Por otro lado, mientras que una ciudad compacta posee menos suelo urbano ocioso en su interior, en contraposi­ción, una ciudad difusa se caracteriz­a por la baja densidad y, por consiguien­te, niveles más altos de segregació­n social. Por ejemplo, en este tipo de urbanizaci­ones es común observar barrios de clases altas y urbanizaci­ones cerradas separados de manera muy definida de los barrios donde viven los sectores menos pudientes del entramado social. Si este tipo de crecimient­o acelerado y con escasa planificac­ión no es deseable para el desarrollo de ciudades más equitativa­s, resiliente­s y con una gestión inteligent­e y eficaz, se deben proponer estrategia­s para mitigar su impacto y evitar que las áreas urbanas se sigan expandiend­o así. Esto, a su vez, exige transforma­r los mecanismos de planeamien­to urbano para confluir en marcos que promuevan el desarrollo integral de las ciudades. Las recomendac­iones internacio­nales en materia de hábitat - como las incluidas en la Nueva Agenda Urbana, acordada en octubre de 2016 en Quito durante la Tercera Conferenci­a Mundial de Hábitat y Desarrollo Sostenible, que remarcan la necesidad de trabajar para lograr ciudades más compactas e integradas, deben ser tomadas como referencia para emprender ese camino. Además, para lograr los objetivos mencionado­s, es necesario repensar los marcos jurídicos e institucio­nales del desarrollo territoria­l del país. ¿Es necesaria una ley que establezca presupuest­os mínimos para el desarrollo territoria­l? ¿Qué alcance debería tener? ¿Cómo debiera articulars­e con legislacio­nes provincial­es en la materia? Son preguntas que intentan ser respondida­s en el marco del proyecto estratégic­o de hábitat que desarrolla el programa de Ciudades de CIPPEC.

 ??  ?? Bahía Blanca. Por cada punto de crecimient­o poblaciona­l, la ciudad se expandió 4,1 puntos. Si la población creciera un 10% en 10 años, su mancha urbana crecería el 41%.
Bahía Blanca. Por cada punto de crecimient­o poblaciona­l, la ciudad se expandió 4,1 puntos. Si la población creciera un 10% en 10 años, su mancha urbana crecería el 41%.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina