Conocer el barrio para potenciar sus valores
Gerardo Azcuy, arquitecto y desarrollador, describe las características de Caballito y las condiciones del negocio inmobiliario en la zona.
Gerardo Azcuy es un arquitecto que hace más de 25 años genera sus propios proyectos. A fines de los 90 abrió su estudio en Villa Lugano, donde comenzó a construir duplex a pedido. En cuanto pudo, fue comprando lotes para hacer edificios de pocas unidades y desde entonces no paró de crecer. Actualmente cuenta con cerca de 50 mil m2 a la venta, todos en el barrio de Caballito.
Durante el último año, Azcuy decidió viajar a Europa para conocer y traer materiales más novedosos con los que diferenciar sus proyectos.
- ¿Por qué elegiste Caballito?
- Es un subcentro que recibe a toda una clientela de la Zona Oeste hacia el Sur. De ese “cono”, la plaza de cabecera es Caballito. Las personas de La Matanza, si quieren mudarse a Capital, no van a Palermo, van a Caballito, lo mismo la gente de Lanús. Es el lugar al que se quiere llegar porque es un buen barrio con medios de transporte, está bien conectado con otros y tiene una oferta de infraestructura interesante si lo comparás con Mataderos, Lugano, Flores, Floresta, Pompeya, Boedo, que es todo lo que lo rodea. Es un paraíso en ese sentido.
- ¿No te interesa moverte de allí?
- En este negocio hace falta mucha plata o mucho nombre, o una combinación de ambos. Entonces, si yo me voy a otro barrio donde no me conoce nadie y “pongo un cartel” pasarán seis meses y nadie me llamará por teléfono. Si yo hago lo mismo entre las avenidas La Plata, Rivadavia, Directorio y Carabobo todos saben que ese territorio es mío aunque no le ponga el nombre, y voy a tener fila de gente tocándome el timbre para comprar.
- ¿Cómo describirías el público del barrio? ¿Tiene gustos particulares?
- Son comerciantes, industriales y empleados calificados de empresas importantes, tienen gustos tradicionales. Por ejemplo, yo hice edificios sin persianas, con doble vidriado, y desde el primer día me han reclamado que las ponga. En definitiva, logré imponerlo. También impusimos las cocinas integradas.
- ¿Cómo elegís los terrenos para tus emprendimientos?
- En Caballito no hay tierra. No elijo por lote sino por escala. El lote dice qué es lo que se puede hacer por sus medidas y orientación. Y por su ubicación relativa dentro del barrio, si es un lugar que se va a bancar propiedades más grandes, para un público de mayor poder adquisitivo.
- ¿Los conseguís por canje por metros cuadrados?
- No hay mucha tierra, entonces si hay canje mejor; facilita. Pero si quiero la tierra tengo que poner la plata. Los terrenos hay que fabricarlos porque no hay, la mayoría tiene problemas de papeles, restricciones por APH, etcétera. De pronto, contacto con algún propietario y tengo que negociar por seis meses, un año o dos.
- ¿Destinás un área de tu empresa a la búsqueda de lotes?
- No tengo un área dedicada a la búsqueda de terrenos, sí una inmobiliaria, Justevila, que cuando aparece uno soy el primero en la lista en ser contactado. Después, tengo algunos corredores que cuando tienen algo interesante me llaman, pero yo no salgo a buscar.
- ¿Cuál es el tipo de público de tus productos?
- Hay mucho consumidor final y también inversores. Normalmente, los compradores pagan durante la obra; la gente del barrio tiene la plata de toda la unidad. Si a veces paga en cuotas s es por desconfianza. O da todo, pero pelea el precio. Lo que pasa es que nuestros clientes saben que comprar un departamento de una firma es un ahorro que encima da una buena rentabilidad. De hecho, siempre que terminamos los edificios están íntegramente vendidos. Acá la incidencia de la tierra es alta; hay poca y cara. Pero el negocio todavía da.