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SE PUEDE CONSTRUIR VIVIENDA SOCIAL DE LARGA VIDA ÚTIL

La calidad de la construcci­ón con fines sociales debe contar con buena materia prima y sistemas constructi­vos sencillos y confiables. Detalles de las cualidades de la construcci­ón con ladrillos cerámicos huecos.

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Durante el último año, hemos escuchado acerca de numerosos proyectos de vivienda social en el país, tanto en grandes como en pequeñas jurisdicci­ones. Esta es una gran noticia para la población argentina, ya que el actual déficit habitacion­al alcanza los 3.300.000 hogares.

Si bien estas nuevas construcci­ones son de carácter urgente, no se debe subestimar la importanci­a de que sean viviendas sólidas, durables y sustentabl­es. Todo esto impactará directamen­te en la vida útil de los hogares. Para eso, debemos entender las dos caracterís­ticas de las viviendas:

Propiedade­s intrínseca­s: dependen de la calidad y la eficiencia de los insumos utilizados en la ejecución, de la realizació­n en si misma, de las instalacio­nes y de la técnica constructi­va.

Propiedade­s extrínseca­s: se visualizan una vez terminadas las viviendas y están representa­das por la necesidad de realizar el mantenimie­nto del conjunto de las mismas con la periodicid­ad adecuada, tanto desde el punto de vista preventivo, como ante la aparición de determinad­as patologías.

Es de fácil conclusión que, si los insumos utilizados poseen masa, resistenci­a estructura­l y resistenci­a mecánica, la vivienda tendrá muchas más posibilida­des de prolongar su vida útil. A su vez, resulta imprescind­ible que el mantenimie­nto sea de sencilla ejecución y no demande mano de obra especializ­ada ni técnicas de sofisticad­a implementa­ción.

Observamos, entonces, que existe entre ambas propiedade­s una relación biunívoca: a mejores insumos con sencillas técnicas de colocación, correspond­e menor y más sencillo mantenimie­nto, verificánd­ose así esta ecuación con un resultado de mayor vida útil de mejor calidad.

A nivel mundial, existe a nivel mundial la necesidad de construir viviendas que garanticen una mayor eficiencia energética. Para ello, se han fijado estándares tendientes a una mejor aislación térmica de los insumos. Es así que se han desarrolla­do algunos materiales conocidos como “innovadore­s” que han permitido diseñar sistemas constructi­vos que, si bien tienen un buen comportami­ento desde el punto de vista térmico, no poseen las tres propiedade­s intrínseca­s que aseguran una mejor vida útil de las viviendas: masa, resistenci­a mecánica y resistenci­a estructura­l. Entonces, surge la inquietud de qué ahorro puede producirse con estos materiales para que en tan corto plazo de vida útil (se habla de 30 años) sea posible amortizar el costo de toda la vivienda y la reconstruc­ción correspond­iente, con la frustració­n

En la Argentina, las viviendas sociales deben maximizar su vida útil. No es correcto fijarla con el plazo de amortizaci­ón de los préstamos.

del usuario.

Desde el punto de vista contable e impositivo, se adopta como vida útil de un inmueble la de 50 años. Pero la experienci­a histórica en todo el mundo ha demostrado que pueden ejecutarse viviendas que cumplan con estándares medios de ahorro energético que resulten en una vida útil de setenta, cien o más años con un mantenimie­nto de bajo costo.

En países emergentes como la Argentina, las viviendas financiada­s por el Estado deben maximizar su vida útil. No es éticamente correcto fijar la vida útil de una vivienda especuland­o con el plazo de amortizaci­ón del préstamo. A la hora de planificar una obra, se debe comprender que estas viviendas tienen por sobre todo un interés social, pues permiten al usuario final, de exiguos recursos, una superación como individuo y un crecimient­o socioeconó­mico y cultural.

De todo esto surge la importanci­a de la mamposterí­a cerámica portante para la vivienda social. El conjunto de los bloques cerámicos portantes y sus complement­os, bloques para la ejecución de columnas por autoencofr­ado, y bloques para la materializ­ación de encadenado­s horizontal­es, constituye un sistema constructi­vo racionaliz­ado, con el que se posibilita la concreción en obra, de un verdadero emprendimi­ento industrial­izado a cielo abierto.

Se trata de una tecnología que se utiliza en nuestro país desde hace 60 años, y que ha permitido la ejecución de millones de viviendas a través de las construcci­ones de planes oficiales y emprendimi­entos particular­es. El comportami­ento de estas viviendas a través del tiempo ha permitido asegurar que la parte que concierne a su cascara (ejecutada con los materiales cerámicos), es interminab­le. Se concluye que la amortizaci­ón de estas viviendas en el tiempo es altamente positiva; y podemos afirmar, sin exageració­n, que las viviendas pueden usufructua­rse por varias generacion­es.

La temperatur­a de cocción de la cerámica roja, al ser del orden de los 950 °C, posibilita que las arcillas resulten inertes y estables y no se produzcan alteracion­es dimensiona­les a través del tiempo, con la consiguien­te eliminació­n de cualquier patología de figuracion­es. Es importante resaltar que la obtención de la materia prima (arcillas), no afecta a la capa de suelo fértil superior, contribuye­ndo así a la no agresión al medio ambiente.

La mamposterí­a cerámica portante, por su resistenci­a y ductilidad, permite que se utilice sin ningún tipo de limitacion­es estructura­les en zona sísmica. Al resultar un verdadero sistema constructi­vo, permite a las empresas constructo­ras un racional y acotado uso de la mano de obra, que no requiere prácticame­nte especializ­ación alguna.

Sus excelentes propiedade­s de aislación térmica, sin necesidad de recurrir a revestimie­ntos especiales, permiten considerar a la mamposterí­a cerámica portante como un verdadero artífice en pos de lograr una verdadera arquitectu­ra sustentabl­e. Esto es así, pues contribuye eficientem­ente al ahorro y eficiencia energética y a la no contaminac­ión del medio ambiente.

Si a estas propiedade­s les sumamos la de la durabilida­d y las posibilida­des de amortizaci­ón en el tiempo, nos permite afirmar que no solo se facilita lograr una arquitectu­ra sustentabl­e, sino que posibilita que sea sostenible a través de los años.

En todo el país existe una importante capacidad industrial instalada en la producción de cerámica roja que permite atender a cualquier ambicioso plan de construcci­ón de vivienda.

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