EL INGENIO Y LA MISIÓN DE LA ARQUITECTURA
Jean Nouvel reedita éxitos en todo el mundo. Su saga empezó en 1987 cuando su ingenioso Instituto del Mundo Árabe lo hizo famoso. Seguramente ahora, su versión del Louvre para Abu Dahbi no produzca un salto similar en su prestigio, pero lo incrementará bastante. El gigantesco techo que cubre esa especie de kasbah museística construida sobre el agua recuerda a los diafragmas del Instituto parisino, pero los de Abu Dahbi son muchísimo más grandes y no se mueven ni un poquito. Solo filtran la luz a la manera de una tradicional celosía árabe. Las referencias culturales son muy valoradas. Podríamos decir que cuando las obras crecen en tamaño y presupuesto se requiere mucho menos ingenio. Por el contrario, ante la escasez de medios, el ingenio lo es todo. Aquí, en nuestras costas, el arquitecto Roberto Frangella acaba de recibir un premio por un trabajo más modesto pero inmensamente valioso. Se trata de un sistema modular construido en chapa y estructura de acero que utilizó en Isla Maciel para construir dos casas. Osvaldo y Tres hermanas, el nombre de estas construcciones, son más que una ayuda para dos familias. Son una manera de entender la sistematización de las soluciones de vivienda, su relación con la tradición del lugar con un método de construcción sencillo y adecuado a la realidad del lugar. Con notable ingenio y elogiable economía de medios, Frangella, que ha incursionado en todas las escalas de la arquitectura, produce un hecho estético a escala doméstica. El premio lo distingue por su concepto de sustentabilidad, una aproximación que Frangella realiza desde la mirada social antes que ambiental. O mejor, desde las dos. Sería muy absurdo pensar que hay un tema ambiental separado del social cuando se habla de sustentabilidad. En los últimos meses del año pasado, el arquitecto Rodolfo Livingston también obtuvo una distinción, la de Personalidad Destacada de la cultura y la educación en la Ciudad de Buenos Aires. Poco acostumbrado a los reconocimientos de colegas y políticos, Livingston suele decir que se lo merece por criticar tan abiertamente a unos y otros. Sobre todo por polemizar sobre la manera en que se enseña arquitectura en la mayoría de las facultades. Alguna vez, un afamado arquitecto le recordaba que Livingston no tenía obras importantes en el país, ni siquiera en Cuba, donde ha sido y es muchas veces requerido y valorado. Livingston le respondió que sus obras no son objetos, son algo tan invisible como mejorar la vida de las personas. «