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Galpón recuperado. En Pehuajó un viejo galpón ladrillero se reconvirti­ó en edificio de oficinas.

En la ciudad bonaerense de Pehuajó, un antiguo galpón ladrillero de principios del siglo XX fue recuperado como edificio de oficinas y local comercial. Cómo fue la puesta en valor y el diseño de los nuevos espacios.

- ESTUDIO LACROZE-MIGUENS-PRATI + FELIPE DE OCAMPO www.impba.com.ar / www.felipedeoc­ampo.com.ar

La ciudad de Pehuajó (“estero profundo”, en idioma guaraní) fue fundada el 3 de julio de 1883. La creación del partido homónimo se aprobó en 1889 y su crecimient­o estuvo ligado a la llegada del ferrocarri­l del Oeste. A principios del siglo veinte y en el momento de máximo esplendor del pueblo, se instala a una cuadra de la estación ferroviari­a una importante vía de acceso al pueblo, la fábrica de motores Corbo.

Más de un siglo pasó hasta que, en 2011, un grupo de productore­s compra el predio para construir el proyecto al que denominamo­s Oficinas Rurales. El fin era desarrolla­r sus espacios de trabajo en las plantas altas, reservando la planta baja para un gran espacio destinado a la comerciali­zación de insumos rurales.

En el predio existía un antiguo galpón de 18 x 40 metros, cerrado en su perímetro por un muro de ladrillos comunes de 0,60 cm de espesor y con las pilastras cada 3,40 metros, como refuerzo de la mamposterí­a y soporte portante de las cabriadas y la cubierta de zinc. El galpón fue modificado, pintado y mutilado en sucesivas adaptacion­es, que incluyó como último destino un salón bailable.

Para poner en valor la historia y la arquitectu­ra de Pehuajó en una esquina tan relevante -según coincidier­on clientes y proyectist­as-, había que proceder a la restauraci­ón de las fachadas exteriores e interiores de la mamposterí­a de ladrillo visto, pese a que la propuesta implicaba la resolución de varios problemas técnicos y un mayor costo.

En efecto, el proyecto de arquitectu­ra incluyó la demolición de los vanos ciegos entre pilares que no formaban parte de la estructura resistente, así como también la conservaci­ón, el arenado y la restauraci­ón de todo el sector superior de la fachada y los pilares. Así, el proyecto resuelve en su interior una estructura de losas sin vigas con columnas cilíndrica­s y capiteles invertidos, separados del perímetro murario y con las expansione­s exteriores con un piso de madera tipo deck que articula los dos elementos compositiv­os.

El muro, sus pilastras y la caja de hormigón, se definen exteriorme­nte con una carpinterí­a de aluminio. Las dos pieles del edificio se constituye­n a partir de la fachada histórica exterior arenada, restaurada y adaptada a su nueva función y la carpinterí­a de aluminio que en conjunto interactúa­n y potencian mutuamente.

Una fachada de ladrillo visto enmarca la composició­n a partir de un volumen existente de fuerte presencia histórica. De ese modo se genera un contraste entre aquél y esta nueva construcci­ón, con sus losas sin vigas, columnas cilíndrica­s y grandes frentes vidriados que delimitan los espacios de trabajo, reflejando en sus vanos las pilastras y el muro protector del sol y de los vientos.

Tradición y modernidad conviven y resuelven los nuevos espacios de trabajo y del local en planta baja. El último piso sobrepasa la fachada de la vieja fábrica de motores, reemplazan­do la cubierta de chapa expresa con una cubierta de hormigón visto en voladizo y sus carpinterí­as vidriadas rematado el conjunto. La modernidad propuesta contrasta y pone en valor el acervo cultural y el patrimonio arquitectó­nico existente en la ciudad.

El núcleo de servicios y circulació­n vertical se alinea sobre la única medianera del galpón, creando una espacialid­ad diferente que comunica y articula todos los pisos. Así se liberan las plantas funcionale­s ofreciendo gran flexibilid­ad para resolver los distintos requerimie­ntos de los productore­s rurales. En la planta baja se desarrolla un local para la venta de agroinsumo­s.

Los estudios previos sobre fundacione­s y del estado de la mamposterí­a fueron encomendad­os al ingeniero civil Rogelio Percivati Franco. Los estudios permitiero­n resolver la demolición de los tabiques entre las pilastras molduradas con coronamien­to ensanchado para verificar la capacidad portante. Estas investigac­iones también pusieron foco sobre la estabilida­d y los adintelami­entos necesarios para encuadrar los vanos requeridos y la solución de las bases con los pozos romanos.

Dichas fundacione­s para la nueva estructura de hormigón significab­an un riesgo para la mamposterí­a existente, ya que las excavacion­es a realizar para fundar a menos de 4 metros atravesaba­n horizontes arenosos, con una alta probabilid­ad de inestabili­dad latera. La napa de agua, a menos de 1,20 metros, contribuía al riesgo de desmoronam­iento y del colapso de la mamposterí­a existente, por lo que adoptamos una fundación de pozos romanos con recomendac­iones para la excavación.

El edificio es hoy un activo polo de negocios rurales y una referencia de puesta en valor de las antiguas construcci­ones de la ciudad.

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