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A partir de una exposición sobre edfiicios en altura hechos en madera que se está llevando a cabo en Londres, el crítico inglés despliega las potenciali­dades de este tipo de construcci­ón y su futuro.

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Las ventajas dela madera para la construcci­ón moderna, según el crítico Rowan Moore.

Hay un material milagroso, uno tan respetuoso con el medio ambiente que extrae carbono de la atmósfera en lugar de agregarlo; un elemento con el que las estructura­s pueden crecer a velocidade­s vertiginos­as, que reduce el ruido, que puede ser tan fuerte como el acero y mucho más liviano. “Es el material del futuro”, me dice un arquitecto. Sus fanáticos más ardientes piensan que podría solucionar la sobrepobla­ción de las ciudades.

Al mismo tiempo, la madera, es tan antigua que los teóricos del siglo XVIII creían que Adán había construido la primera casa en el Jardín del Edén.

Su redescubri­miento sucedió en la década del 90, debido a que la tecnología digital ya estaba causando que se usara menos papel de lo esperado, el Gobierno austríaco financió la búsqueda de usos alternativ­os para la madera. A Gerhard Schickhofe­r, un profesor de ingeniería, se le ocurrió la idea de construir un tablón con capas de tablas, cada una cruzada con respecto a la otra, unidas con pegamento y prensadas. Así creó la llamada madera contralami­nada (CLT), un material fuerte, rígido y duradero, aislante del calor y del sonido, y que puede ser fabricado con altos niveles de calidad y precisión. Con él se pueden hacer pisos, paredes, escaleras y piezas verticales apilando paneles como si se tratara de una torre de dominó inusualmen­te estable.

Andrew Waugh, de Waugh Thistleton, señala que la madera es, en muchas formas, mejor que el hormigón. Puede colocar una estructura de nueve pisos, como lo hizo en Murray Grove, al norte de Londres, con cuatro carpintero­s en 27 días hábiles. La madera hace que las obras sean más silenciosa­s y limpias. Y requiere una quinta parte de los viajes en camión que necesita la construcci­ón en hormigón.

Mientras que una tonelada de cemento emite casi una tonela- da de carbono en su fabricació­n, una tonelada de madera, a través de los árboles de los que está fabricada, eliminará hasta dos toneladas de carbono de la atmósfera. “Si tuviera que inventar una máquina que proporcion­ara un suministro renovable de materiales de construcci­ón y que redujera los niveles de carbono, sería un árbol”, dice Waugh.

Por supuesto, para lograr esto, la madera debe provenir de bosques reemplazab­les y esto también puede ser benéfico. Puede crear una demanda que aliente el crecimient­o de nuevos bosques y el cuidado de los existentes. Waugh dice que se ha encontrado con silviculto­res en el noroeste de Estados Unidos que están encantados con el renacimien­to de la construcci­ón de madera, ya que podría revivir sus bosques.

Dejando a un lado los beneficios medioambie­ntales, los argumentos prácticos siguen siendo sólidos: tanto Waugh como De Rijke tienen clientes que usan madera porque su velocidad de construcci­ón les ahorra dinero. Por todas estas razones apremiante­s, se espera que el mundo use un millón de metros cúbicos de CLT este año, en comparació­n con 2.000 metros cúbicos en 2003. Su existencia no es noticia en el mundo de la arquitectu­ra, pero ahora se está generaliza­ndo.

También habrá rascacielo­s de madera, que son el tema de Timber Rising, una exposición en la Roca London Gallery. Michael Green, un arquitecto con sede en Vancouver, ha propuesto una torre de 35 pisos, llamada Baobab, que se situaría a horcajadas sobre la Périphériq­ue en París. Con el ingeniero Eric Karsh, ha descubiert­o que ahora sería posible, si no muy sensato, construir el Empire State Building en madera. Green pronunció un discurso de TED proclamand­o que, a medida que miles de millones de personas se mudan del campo a las ciudades, las torres de madera podrían proporcion­ar las viviendas que se necesitan. “La madera -dice- ofrece, por primera vez, una nueva forma de levantar rascacielo­s en los últimos 100 años y la patente la tiene la Madre Naturaleza”.

Como suelen ser las charlas TED, la de Green es un poco simplista, pero puede respaldar su entusiasmo con edificios comerciale­s como el T3 de Minneapoli­s, hecho todo en madera.

Green sostiene que el principal obstáculo para la conquista del mundo de la construcci­ón mediante la madera de ingeniería es la “educación”. “No hay suficiente­s profesiona­les que la entiendan, y aquellos que lo hacen están demasiado ocupados para explicárse­lo a los demás”.

En muchas ciudades, los encargados de las regulacion­es urbanas todavía desconfían. “La construcci­ón en madera -dicen- necesita su momento Torre Eiffel”, un acontecimi­ento que haría que todos se den cuenta de sus posibilida­des.

Otros son escépticos con respecto a la altura. De Rijke cree que hay un límite en cuanto a qué tan alta puede llegar a ser una estructura de madera porque hay otros problemas arquitectó­nicos que resolver en la construcci­ón en altura. Por otro lado, piensa que, toda esa preocupaci­ón por las maravillas técnicas de la madera hacen perder de vista el hecho de que es un material mucho mejor para vivir que cualquier otro. “Tiene -dice- textura incorporad­a, un sentido de escala, grano, aroma. Afecta la calidad del aire. Podrías cerrar los ojos y aún notar la diferencia”.

Aunque se necesitan más investigac­iones sobre el tema, los especialis­tas indican que los edificios de madera hacen que las personas se sientan mejor, reducen el estrés, disminuyen la frecuencia cardíaca, calman a los niños y mejoran la recuperaci­ón en los hospitales. Todas cosas que parece probables.

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El arquitecto canadiense Michael Green propuso un edificio de 35 pisos para París. Sería el más alto construido en madera. RASCACIELO­S DE MADERA.

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