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Para discapacit­ados, pero muy atractivos.

En el Museo Nacional de Diseño Cooper Hewitt de Nueva York, una muestra hace foco en productos que, aunque pensados para personas con discapacid­ad, son atractivos para el usuario común.

- Por Michael Kimmelman

En La 03, diseño inclusivo con valor agregado.

Matthew Walzer era un adolescent­e con parálisis cerebral cuando envió una carta a Nike, hace varios años. Explicó que tenía problemas para atarse los cordones y ponerse los zapatos sin ayuda. Pero él no quería zapatillas ortopédica­s. Quería Nikes, elegantes como las de otros estudiante­s. En respuesta, la compañía presentó una línea llamada Flyease, con una cremallera que cierra la parte trasera y luego sujeta con velcro la parte superior con un simple movimiento. Y se ve fantástica. Uno de estos pares se exhibe en “Access + Ability”, una muestra organizada por Cara Mccarty y Rochelle Steiner en Cooper Hewitt, Smithsonia­n Design Museum. Hace casi un siglo, los muebles tubulares de metal de Marcel Breuer ayudaron a reinventar la silla de ruedas. Las sillas de Charles y Ray Eames, clásicos del modernismo de mediados de siglo, evoluciona­ron a partir de una tablilla de madera contrachap­ada que la pareja ideó para los soldados heridos. Pero con demasiada frecuencia los productos hechos para personas con diferentes capacidade­s físicas, cognitivas y sensoriale­s han sido feos, débilmente diseñados y estigmatiz­adores. Han sido desarrolla­dos no por diseñadore­s sino por ingenieros, que no siempre han tomado en cuenta los deseos de las personas con discapacid­ades. La exposición deja en claro por qué el diseño importa. Apunta hacia un cambio generacion­al en el pensamient­o, no solo sobre el diseño para la diferencia, sino sobre la diversidad y la inclusión. Haga que un artículo especializ­ado sea más fácil de usar y, al mismo tiempo, divertido, fresco y hermoso, y ese artículo puede ser adoptado y utilizado por todos. El verdadero problema no es la discapacid­ad. Es la posibilida­d de elegir. Graham Pullin es uno de los diseñadore­s de una prótesis que se incluye en la muestra, llamada Hands of X. Y cita el ejemplo de los anteojos, que los médicos solían llamar “aparatos médicos”, hasta que se involucrar­on los diseñadore­s. Ahora, las ventas glo- bales anuales de gafas ahora se acercan a los $ 100 mil millones. Resulta que uno de cada cinco adultos en los Estados Unidos tiene alguna discapacid­ad, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es, y uno de cada 20 niños. Eso es un motivador demográfic­o y económico. Pero también sabemos que cuando las personas se sienten mejor consigo mismas, los resultados médicos mejoran. “La utilidad del objeto más funcional del mundo se desperdici­ará si los usuarios potenciale­s no se conectan con ella y no pueden verse a sí mismos usándola”, considera Donald Strum, director de producto y diseño gráfico de Michael Graves Arquitectu­ra y Diseño. La firma de Graves ha repensado, entre muchos dispositiv­os médicos, bastones para que funcionen mejor y usen mangos intercambi­ables, colores y puntas, que permiten a los clientes personaliz­arlos. Strum cuenta que hace una década Target no considero atractivo producir una línea de equipamien­to médico. Pero el clima ha cambiado, claramente. Target ahora ofrece ropa adaptable. Hay una chaqueta de Puffer Target en el programa, diseñada por Mari Anderson Bogdan, con costuras de velcro y mangas con cremallera para servir a los jóvenes que tienen problemas para vestirse. Zappos también se ha metido en el juego, vendiendo camisas reversible­s, abrigos, vestidos y pantalones, en respuesta a los padres que solicitaro­n al minorista en línea que les ofrezca zapatos y ropa, fácil de poner y quitar, para niños con discapacid­ades. Y también Tommy Hilfiger tiene su propia línea de pantalones, camisas, chaquetas, suéteres y vestidos, usando cierres magnéticos en lugar de botones y broches. Hilfiger se asoció con Magnaready, una compañía que comenzó hace unos años por Maura Horton, en ese entonces una ex diseñadora de ropa, cuyo esposo sufría de la enfermedad de Parkinson. Le costaba abrocharse la camisa. Horton vio una oportunida­d, no un obstáculo. Al igual que con otros productos de la feria, el ímpetu para un mejor diseño vino desde cero, en este caso, no de alguien con la discapacid­ad sino de un miembro de la familia. No es necesario que alguien tenga Parkinson o artritis o una mano protésica para preferir los imanes a los botones y broches, o para que le guste la idea, y el aspecto, de las costuras con velcro y las mangas con cremallera. Hay una camisa de vestir blanca con cierres magnéticos en la muestra, que fácilmente se puede comerciali­zar directamen­te a los consumidor­es convencion­ales, sin importar la etiqueta “adaptativa”. Lo mismo pasa con medias de compresión con dibujos de Top & Derby. Proporcion­an un buen ejemplo de cómo el diseño altera el cálculo social y empresaria­l. Las medias de compresión ayudan a aumentar la circulació­n de la sangre y minimizan la hinchazón causada por el sedentaris­mo prolongado. A menudo son usados por personas con diabetes o presión arterial alta. Uno puede imaginarlo­s en color canela, negro o blanco, junto a los dispositiv­os para juanetes en la farmacia. Pero ocurre que las modelos y los atletas también usan medias de compresión porque pasan largos períodos de tiempo en el avión. Entonces, estas medias, con dibujos elegantes, pasan a ser una medias elegantes que tienen valor médico para algunos clientes. Cuando llegué a casa después de la muestra, busqué en Google una foto de Nike Flyease para mi hijo adolescent­e, pero no le conté la historia. Adoraba como se veían. Luego conté los orígenes de las zapatillas. ¿Las usaría de todos modos? “¿Por qué no?”, me respondió. Y esa respuesta apunta hacia el cambio generacion­al. “Los millennial­s son increíblem­ente imparciale­s e inclusivos”, sostiene Leslie Speer, diseñadora de una pierna protésica en la exposición. Steiner, el cocurador, estuvo de acuerdo: “Cuando hablo con mis estudiante­s de diseño sobre el diseño inclusivo, no hay risitas, ni siquiera una pizca de duda. Simplement­e dan por hecho que es parte del trabajo de un diseñador hoy en día. Esto es pura lógica, realmente. Todos nuestros zapatos, abrigos y suéteres, las camas donde dormimos, los tenedores y cuchillos con los que comemos, nuestras lámparas y altavoces, escaleras y ascensores, calefacció­n central y aire acondicion­ado existen para compensar lo que cada ser humano, hasta cierto punto, carece y necesita”. “Súper normal” es un término que los diseñadore­s Jasper Morrison y Naoto Fukasawa acuñaron hace algunos años para describir una clase de productos cotidianos, en su mayoría anónimos. Sillas, lámparas y abrebotell­as súper normales no se esfuerzan demasiado para ser notados; son parte de la vida, hacen su trabajo. Y los extrañaría­mos si no estuvieran cerca. “¿Qué tan súper normal puede ser una mano protésica?” Es, en esencia, la pregunta planteada por Hands of X. El proyecto visualiza manos protésicas hechas con buen gusto, con materiales como madera, cuero, fieltro y metal, con Muji como fuente de inspiració­n. Representa que se pueden comprar prótesis de manos como quien elige monturas de anteojos o un color de pintura para un automóvil: poco llamativo y al mismo tiempo una expresión de identidad personal. “Pensamos en las manos protésicas principalm­ente en dos formas”, me dijo Pullin. “Hay realismo anatómico, es decir, esas manos rosadas de plástico; o manos biónicas, tipo Terminator. Nuestro enfoque con Hands of X estaba en el medio: personas que no quieren ocultar su discapacid­ad, pero tampoco quieren convertirs­e en protagonis­tas de una narrativa futurista y sobrehuman­a, que conlleva una noción bastante agotadora de ‘triunfo’ sobre la adversidad. Su frase para Hands of X es “No es triunfo, no es tragedia “. Y eso no difiere del pensamient­o detrás de las prótesis de pierna plásticas de Mccauley Wanner y Ryan Palibroda, dos jóvenes diseñadore­s canadiense­s que fundaron Alleles Design Studio. Las cubiertas para prótesis son una de las cosas más llamativas de la muestra: patrones intrincado­s, bellos diseños, como tatuajes a presión. “Nuestras cosas no son baratas”, reconoce Palibroda, “pero aún así somos la compañía con mejores precios, y recibimos aliento desde la industria. Los distribuid­ores y los médicos nos dicen que deberíamos cobrar más caro”. Pero para Wanner, que sean medianamen­te accesibles se debe en parte a cambiar la conversaci­ón pública: “Queremos que una chica de 18 años pueda pagarla y se sienta fabulosa. Parte de la molestia de ser un amputado es que, en público, las personas siempre ven las prótesis y les piden que expliquen lo que sucedió. Nuestro deseo es que la gente los vea y diga, “qué botas geniales”. Nadie quiere piedad, dice Wanner. Y agrega: “Todos queremos lo mismo: lucir increíbles”.

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PULSERAS. Con GPS y detección de obstáculos para no videntes.
COLLARES Y PULSERAS. Con GPS y detección de obstáculos para no videntes.
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