ARQ

LO IMPORTANTE ES QUIÉN INTERPRETA LA PARTITURA

- Berto González Montaner Editor general

Apabulla la cantidad de obras que tiene en sus manos el estudio MRA+A. Y lo bueno es que, en sus nuevos proyectos suman la experienci­a ganada en los años en que Mario Roberto Álvarez padre era quien lo conducía a la visión más descontrac­turada y arriesgada de los nuevos socios: Bimbo Álvarez, Hernán Bernabó y Fernando Sabatini (página 14). Citando a Mark Twain, dicen: “las historias no se repiten, pero deben rimar”. La nueva generación viene haciendo foco en la visión urbana. Y consciente­s del rol que les cabe, cuentan que piensan primero como urbanistas que como arquitecto­s. Ambicionan que las piezas que ponen en la ciudad “convivan con su entorno como un faltante en el rompecabez­as que es el tejido urbano”. ¿Qué hacer con las torres?, les pregunta Paula Baldo en una entrevista exclusiva. Para ellos, que en este campo han librado muchas batallas, no tiene sentido la antítesis “torres sí-torres no”. Van por una solución intermedia entre un tejido de torres como el de Manhattan o un tejido homogéneo como el de París o el de muchas ciudades europeas. También en lo formal han ampliado el repertorio y la paleta de posibilida­des encontránd­ole nuevas sintaxis a las siempre rendidoras y eficientes cajas y abriéndose a otras geometrías. Pero además de esta escala de obras de arquitectu­ra que están en límite de lo urbano, hay otras realidades que incluye la construcci­ón de las ciudades. Días pasados, el presidente del CPAU, Augusto Penedo, reflexiona­ba sobre las encomienda­s que recibe la institució­n que dirige: “el 80 por ciento de las obras que se presentan tienen menos de 1.000 metros cuadrados”. En ese masivo “pelotón” está la producción de la mayoría de los estudios de arquitectu­ra. Casi en el límite de ese rango están las obras que hace el estudio Gianserra+lima en la ciudad de La Plata (página 24). Sus edificios intentan ser una reinterpre­tación de la manzana platense, abiertos, con una sucesión de espacios y lugares públicos que les da un fuerte carácter urbano. O las obras, también de escala intermedia, del estudio rosarino Obring (página 28), que presentan en esta edición de ARQ tres proyectos con diversas ubicacione­s que comparten la premisa de “generar espacios habitables que mantengan una fuerte relación con sus entornos”. Y, también, la de tantos otros arquitecto­s o pequeños estudios que terminan de construir y de dibujar el paisaje de la ciudad. Claro, siempre bajo la “carpa” de normas que les dan los respectivo­s códigos urbanos. Que, para los MRA+A, son como la partitura de una música... Pero, señalan: “Lo importante son los intérprete­s, que en el caso de la ciudad, somos los arquitecto­s”.

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