Generar el efecto Seagram en el corredor de Libertador
Con un retiro de frente de 52 metros sobre Libertador, el edificio libera una gran plaza a la ciudad y genera un plus para el proyecto.
Como ya es usual escuchar, internet ha modificado la comunicación presencial por la virtual, tanto que hoy una corporación puede tomar decisiones desde su casa matriz a miles de kilómetros de distancia. La presencia virtual y el tiempo fractal han modificado las formas de trabajar, traducido en espacios menos estancos y áreas de trabajo grupales. A su vez, los dispositivos inalámbricos y la conexión wi-fi han cambiado para siempre la concepción de que un área de trabajo es un escritorio fijo.
Para acompañar esta corriente de forma concordante, respetando regulaciones y asegurando por fuera la innovación que fluirá por dentro, tomamos la determinación de que al diseñar una torre de oficinas se deben establecer tres prioridades: el código de planeamiento y sus restricciones, las necesidades del comitente y el entorno. A partir de aquí, tenemos la certeza de generar un edificio que va a funcionar y tener la visión y convicción de que lo importante y perdurable es aquello cuya finalidad para la cual fue concebido transvase el efecto tiempo.
Algunas de nuestras premisas fundacionales y fundamentales son la flexibilidad, la calidad, la simpleza y la elegancia. En el caso del Centro Empresarial Libertador, esos pilares están potenciados a nivel urbano por la escala del emprendimiento. El conjunto posee más de 100.000 metros cuadrados construidos, pero insertados (como tantos proyectos del estudio) en la ciudad como una pieza faltante de un rompecabezas.
La torre se aleja de la línea municipal 52 metros para generar el efecto Seagram. El edificio libera una gran plaza a la ciudad y produce un círculo virtuoso que realza el proyecto. A su vez, en su desarrollo en altura, la torre se relaciona con su entorno a partir de un solo gesto formal: el desplazamiento del volumen superior justo a la altura del tejido /altura de Libertador.
Estos simples pero vigorosos conceptos oxigenan y ordenan, transformando a un proyecto de arquitectura prácticamente en una intervención urbana. En síntesis, la vanguardia en este tipo de proyectos es una combinatoria de modernidad, estética y sustentabilidad urbanas.
En este último punto hacemos especial foco, ya que el concepto de “edificio saludable” interviene en el diseño del proyecto desde su inicio, implantando correctamente la obra respecto del clima y el asoleamiento.
Por ejemplo, el partido de esta torre coloca el núcleo en la peor cara respecto a la carga térmica y la radiación solar, el Oeste. De ese modo, produce un gran ahorro energético, a la vez que genera un excelente open space de máxima flexibilidad de uso.
La transformación y evolución en la arquitectura vienen de la mano de muchos materiales que están irrumpiendo en la industria con soluciones innovadoras. Se destacan los paneles de fachadas vidriadas fotovoltaicos, mejores hormigones, nuevas generaciones de ascensores que se desplazan en un mismo pasadizo (aunque el código de edificación local todavía no se adapta a esta nueva tecnología en particular), nuevos artefactos de iluminación de muy bajo consumo y eficientes artefactos sanitarios y griferías.
Aun así, creemos que todavía no se han generado cambios drásticos desde la primera revolución industrial, ya que básicamente continuamos utilizando, a grandes rasgos, acero, hormigón y vidrio.
Tal vez, en un futuro no muy lejano, la nanotecnología y la biotecnología generen cambios de paradigmas. Esas sí serán soluciones y cambios innovadores y esperamos poder transitar esos nuevos caminos.