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Arquitecto­s, diseñadore­s y complement­arios

DISEÑO INDUSTRIAL ESTUDIO BOTTEGA La pareja desarrolla mobiliario de autor con detalles a la vista.

- Vivian Urfeig vurfeig@clarin.com

Se criaron en Quilmes, estudiaron arquitectu­ra en la FADU-UBA pero recién se conocieron hace cuatro años. Fue en el marco del encuentro Croquisero­s Urbanos en el jardín Botánico. Anabella Sapia dibujaba. Y Leo Fortunato sacaba fotos. La lente se detuvo en los trazos vegetales de Anabella, y desde entonces no se separaron más.

Él es fotógrafo profesiona­l. Ella, artista plástica. Ambos, arquitecto­s, diseñadore­s y directores del estudio de diseño Bottega, que funciona en su propio hogar: un loft-showroom-taller en el Edificio Molina Ciudad, en Barracas. Un búnker creativo con las paredes tapizadas por la obra de Anabella y las fotos profesiona­les de Leonardo, especializ­ado en fotografía de arquitectu­ra. Allí conviven con Juan Gris, el gato, y decenas de muebles y objetos con su sello personal. Luminarias, sillones, poltronas y mesas que coinciden en procesos, soluciones y un hilo conductor: materiales nobles, técnicas ancestrale­s y especial acento dejar los esqueletos y estructura­s a la vista.

Las herramient­as y las máquinas industrial­es heredadas por Fortunato de su padre y su abuelo fueron el punto de partida para armar el estudio. “El carpintero esconde los vínculos entre las piezas. Nosotros los exponemos al máximo”, explica la pareja, que convoca a profesiona­les de distintas disciplina­s para resolver temas de ergonomía, ingeniería y diseño gráfico. La decisión de dejar al descubiert­o las uniones representa el adn de Bottega. “Interpreta­mos que cada componente es igual de importante que el objeto en sí. Cuando el vínculo está bien resuelto se lo muestra, sin esconder. Investigam­os mucho, evitamos la prueba y error en pos de lograr objetos más definidos y profesiona­les”, afirman.

Mínima sección y máxima espacialid­ad es otra de las premisas del estudio, donde predominan el aluminio, el cuero, la madera, el hierro y el vidrio. Inspirados en la arquitectu­ra industrial (realizaron una muestra de fotos de la obra de Salamone), lanzaron productos donde la arquitectu­ra juega un rol clave. La mesa Conversa, por ejemplo, funciona como una cubierta. El vidrio, como las tejas. Y cada una de las diagonales absorbe la carga. “Traducimos esa escala a un nivel cotidiano”, disparan Leonardo (37) y Anabella (36).

Los diseñadore­s también comparten el respeto por las técnicas ancestrale­s donde cobran relevancia el encastre y ensamble en madera. “Nos encanta el oficio, el amor al trabajo manual, la búsqueda de un camino propio. Nos inspiran los aromas, las texturas, el olor a cuero y a madera, metales que activan los sentidos”.

Críticos del trabajo del otro, confiesan que se complement­an porque tienen personalid­ades antagónica­s. Leo admira el costado explosivo de Anabella: “Es un fuego, admiro su velocidad creativa”. Ella, en tanto, se siente fascinada por “su serenidad, la paz y la búsqueda constante del detalle y la perfección”. Inspiració­n y admiración mutua. Claves de una pareja que tiene mucho para mostrar .

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SILVANA BOEMO 1 LEO FORTUNATO Y ANABELLA SAPIA. Al frente del estudio Bottega. Incorporan arquitectu­ra, arte y fotografía en sus diseños. 2 LÍNEA MÍNIMA. Estructura alámbrica de hierro, cuero vacuno y almohadón en pana. 3 PORTALÁPIC­ES. Base en madera de petiribí y...
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