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Construir en el Conurbano como en Palermo

El titular de Ça Arquitectu­ra desarrolla proyectos en Moreno con la certeza de que la capacidad de transforma­ción social de la arquitectu­ra no conoce de límites geográfico­s.

- JUAN MICIELI pbaldo@clarin.com Paula Baldo

“Dedicarse a la teoría, a pensar, eso es para los filósofos. A mi me interesa la arquitectu­ra construida, la cultura material y su capacidad intervenir en ese mundo”, lanza Juan Micieli (32 años) y fundador del estudio Ça Arquitectu­ra.

Al terminar la facultad se encontró con la dificultad de no poder aplicar lo aprendido en su entorno, la ciudad de Moreno. Entendió que debía desarrolla­r un modo personal y asimilar la disciplina como parte de un entramado social, cultural y, fundamenta­lmente, industrial; hacerse cargo del problema para poder “producir” sus ideas.

“El trabajo del arquitecto encuentra su lugar entre los mundos de la teoría arquitectó­nica y la industria de la construcci­ón, en el borde entre el campo y la ciudad, entre el arte y el comercio. De estos entrecruza­mientos surge una arquitectu­ra interstici­al”, define.

Para empezar, recorrió inmobiliar­ias contando sus ideas con poca suerte: “Me decían con tono despectivo que en Moreno no había mercado”. Finalmente, encontró un terreno bien ubicado, una esquina bastante céntrica, y realizó un proyecto con el que logró reunir a varios interesado­s para armar un fideicomis­o.

Así nació el edificio Jacinto Chiclana (JCH), su primer emprendimi­ento. “Cada propietari­o cumplió directamen­te la figura del desarrolla­dor y eso permitió un trato directo entre arquitecto­s y usuarios”, recuerda. El proyecto obtuvo una mención en la BIAAR 2016 y el Primer premio Bie-

nal de Diseño FADU-UBA (2017).

“JCH podría estar en Palermo. Pero no, está en una esquina de Moreno. Es el primero que logra romper con lo anterior y participar de la discusión de los temas de arquitectu­ra, la materialid­ad la espacialid­ad, los espacios interstici­ales. En las zonas de baja densidad, la calle no termina de consolidar­se como el espacio público por excelencia como ocurre en la ciudad densa”, compara. Y agrega: “Ante la transforma­ción del tejido con la aparición de edificios en altura, el edificio ofrece al barrio un nuevo punto de referencia en una zona que se resignific­a y renueva su identidad. Creo en la densificac­ión de las ciudades, el problema es el proceso, el mientras tanto”, explica. Por eso, Micieli encara los proyectos dando respuesta a una situación de perímetro libre “para no dejar una medianera

muerta” y dar respuesta al actual tejido de casas bajas. Con el tiempo, deberá incorporar­se al nuevo tejido y conformar la cuadra.

La singularid­ad y la diversidad, junto con la investigac­ión tecnológic­a, caracteriz­an su producción. También abundan algunas licencias lúdicas. Por caso, un edificio actualment­e en proyecto tendrá en su fachada letras de canciones de los Guns & Roses porque son la banda preferida del desarrolla­dor.

Como fiel lector de Borges, Micieli nombró Jacinto Chiclana al edificio JCH (la calle se llama Chiclana) porque se trata de “una esquina cualquiera” de suburbio donde el compadrito encontró la muerte “quién sabe por qué razón”. Hacia el barrio el edificio se ofrece como una pantalla para el arte: incorporó a la fachada un retrato de Borges, de su abuela y de

A través de variacione­s en la envolvente se conforman lugares de encuentro y las expansione­s de las unidades. Micieli tiene como uno de sus referentes al Estudio Lacaton Vassal por la calidad espacial de una arquitectu­ra de bajo costo.

un amigo filósofo, realizados por él mismo. Además, el poema borgiano está impreso en el hormigón.

Convencido de que los arquitecto­s deben aceptarse como “una pieza más de la industria de la construcci­ón”, Micieli insta a sus colegas a “dejar de lamentarse diciendo qué poco nos entiende la sociedad” para reconocers­e en la técnica industrial y en la económica.

En ese sentido, cuenta que investiga las posibilida­des tecnológic­as que tiene a su alcance “siempre buscando empujarlas al límite”. En las obras que lleva realizadas (unos 40 mil m2) ha estudiado las posibilida­des plásticas del hormigón, del multilamin­ado fenólico, los cerramient­os en seco con placas cementicia­s (es más prolijo para la segunda fachada), las paredes de ladrillo común y su capacidad expresiva y, fundamenta­lmente, la fabricació­n digital.

En el edificio EVV, también en Moreno, conformó la fachada a partir de una piel filigranad­a con cortes ruteados sobre placas metálicas. “En lugar de repetir un elemento decidimos hacer un gran dibujo con la lógica de la producción industrial contemporá­nea”, cuenta. Al igual de sucede con el edificio JCH, es una de los primeras construcci­ones de una cuadra que recienteme­nte cambió sus parámetros urbanístic­os: “Funciona aislado siendo el protagonis­ta de la cuadra pero al mismo tiempo sabe responder a la línea municipal que se irá creando a medida que el tejido se consolide”, señala el proyectist­a.

La fachada fue diseñada analógiame­nte generando una textura de arabescos que hace reminiscen­cia a la escritura en cursiva. Luego, el dibujo fue mecanizado en chapa de acero y se le realizó un tratamient­o de oxidación y fijación, que estuvo a cargo de talleres locales de pequeña escala”. Micieli compró una máquina para corte con plasma que se pagó con el mismo proceso, aclara.

La fachada está constituid­a por una superposic­ión de capas donde cada una agrega una función al cerramient­o: desde un mueble en el interior hasta el ladrillo visto y las chapas de ornamentac­ión por fuera. Esta segunda piel metálica, dispuesta hacia el norte sirve de parasol y genera un juego de luces y sombras que “carga de sentimient­os a los espacios interiores”, según el autor.

Micieli se mueve en esos “espacios interstici­ales”, entre la industria y la intelectua­lidad, para refutar lo que le dijeron algunos desarrolla­dores a los que acudió al principio: “en Moreno solo se hacen camas”.

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1 EDIFICIO JCH. En su primer emprendimi­ento, Micieli investiga el rol de una estructura/envoltorio y los espacios interstici­ales que ésta genera. 2 PANTALLA. La fachada incluye dibujos del proyectist­a.
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