Crédito argentino en Milán.
La primera silla diseñada por el argentino Francisco Gomez Paz, con formato industrial y espíritu artesanal. El desarrollo le llevó 3 años.
El salteño Francisco Gomez Paz presentó su silla Eutopia en la feria internacional.
Entre el proceso industrial y el artesanal, entre Salta y Milán, entre la prueba y el error. La silla Eutopia es el fruto de tres años de trabajo en talleres separados por 13 mil kilómetros de distancia.
Francisco Gomez Paz, diseñador salteño radicado en Italia, se tomó el tiempo necesario para desarrollar “una silla necesaria”. Su primera silla, una pieza ligera que lo sacó de su zona de confort (léase el desarrollo de luminarias para compañías como Luceplan, Driade y Artemide). “Esta silla es la prueba de que en tiempos de la revolución industrial 4.0 ya no es una utopía que el proyecto, con sus valores y su entera complejidad, pueda nacer, crecer y ser producido en situaciones lejanas al tejido industrial habitual”, señala el diseñador, que presentó a su criatura durante la Semana de Diseño de Milán, la semana pasada, en la prestigiosa Galería Rossana Orlandi.
Radicado en Milán desde 1998, llegó a esta mega ciudad industrial con el diploma de Diseñador Industrial de la Universidad de Córdoba bajo el brazo. Con el tiempo, sumaría otro título, un máster de diseño de la Domus Academy. Sin embargo, siempre volvió a Salta, donde montó un taller -laboratorio para producir sin tiempos ni presiones. Eutopia, por caso, no tiene sponsors ni clientes. Fue desarrollada por la necesidad de experimentar e innovar. De ponerse a prueba: “Esta revolución genera no solo productos equiparables a los industriales, sino que además podría ser artífice del nacimiento de escenarios proyectuales nunca antes pensados”, dice Gomez Paz. Mitad en Salta y mitad en Milán, Eutopia es una silla fabricada en serie, con tecnologías flexibles como el corte láser, el control numérico y la impresión 3D.
El escenario, complejo, se transformó con el tiempo en un espacio de “gran libertad creativa”, que le permitió poner el foco en un trabajo minucioso. A partir de una estructura de incrustaciones al estilo japonés, los cuatro planos de multilaminado se intersectan en un robusto encastre a cruz. A la altura del asiento se separan nuevamente en diferentes planos que trabajan en sincronía, cada uno en su sentido de fuerza, para soportar el asiento y los apoyabrazos. No requiere ni un solo tornillo para montarla. Y pesa apenas 1,8 kilos.
“Redescubrí la madera de Kiri, un material que posee sorprendentes cualidades de resistencia, liviandad y sustentabilidad; además de provenir de uno de los árboles con mayor capacidad de absorción de agentes contaminantes del mundo”, apunta sobre esta pieza industrial producida casi a mano, sin ningún tipo de cotillón empresarial ni marketinero.
Entre el corazón de la mega industria italiana de mobiliario y el laboratorio de Salta, donde diseñó y fabricó sus propias herramientas. Con el tiempo necesario para madurar una idea innovadora. Gomez Paz es contundente: “La innovación es lo que hace al diseño. De lo contrario se llama decoración”.