EL PROBLEMA SOCIAL Y LA VIVIENDA SOCIAL
Hace veinte años, en los claustros académicos se veía poco y nada vivienda social. Parecía que el tema no interesaba a los arquitectos, profesores o alumnos.
Sin embargo, cuando los primeros talleres universitarios abrieron el juego a la problemática social, el interés creció exponencialmente, junto con la experimentación y, si se quiere, la mirada utópica que parecían olvidadas.
En ese momento, la producción de viviendas sociales alcanzaba picos históricos, pero en su formato tradicional: vivienda sobre lote propio. Los institutos provinciales de vivienda, las organizaciones gubernamentales y las no gubernamentales, además de los técnicos educados en el áspero oficio de tener que producir, coinciden en que la casa en lote propio resuelve varios temas prácticos: el crecimiento, la construcción y la identificación simbólica de los usuarios. Y puede ser cierto.
Pero esta solución habitacional tiene varias limitaciones urbanas y sociales y, además, la mayoría de los ejemplos realizados con esta tipología muestra indiferencia frente a otros recursos tecnológicos que no sean el cemento y el ladrillo. Hasta ofrecen complicadas posibilidades de crecimiento. Estas dos condiciones debilitan algunas de las supuestas fortalezas estratégicas de la vivienda en lote propio.
Este concurso de ARQ, la fundación Vivienda Digna y SCA- UNE viene a aportar novedades de diseño, estrategia productiva y logística a una tipología que parece instalada. Sin embargo, esta iniciativa no ignora que existen otras situaciones clave en el problema de la vivienda social. Como la segregación social que producen los grandes conjuntos alejados de los centros urbanos, o la decreciente inversión en vivienda que muestran la subejecución del presupuestos oficial del año pasado y la formulación del de éste.
Están probados los múltiples problemas que acarrea la vivienda en lote propio cuando se considera como un commodity, una solución genérica que se puede aplicar en cualquier situación y lugar.
También está probado que esta estrategia, aisladamente, no alcanza para disminuir el déficit endémico de viviendas que tiene el país. Es costosa, poco eficiente y lenta.
Las necesidades de vivienda no se resuelven con miles de conjuntos de baja densidad que aumentan la mancha urbana descontroladamente, haciendo más costosas las infraestructuras y creando guetos de la población de bajos recursos. No es ni urbana, ni socialmente útil. El camino hacia la solución requiere de ideas creativas, inversión y planificación urbana.