ARQ

Histórico. Obras emblema del pasado y proyectos diseñados por Berto Berdichevs­ky y su equipo.

Con 55 años a cuestas, el estudio fundado por Berto Berdichevs­ky se mantiene activo a partir de una actitud de constante aprendizaj­e que le permite adaptarse a una amplia variedad de encargos.

- Inés Álvarez ialvarez@ clarin. com SIGUE EN PÁG. 18

Cuesta pensar que un estudio de arquitectu­ra que comenzó a trabajar en 1963 lo haya fundado una persona que ni siquiera estaba muy convencida de estudiar esa carrera. Ese hombre es Berto Berdichevs­ky, quien junto a Rubén Cherny ganó el Premio Anual de Arquitectu­ra de 1991, el Concurso del ex predio Ital Park y, después, fue uno de los socios locales de Norman Foster en la creación de la sede de Gobierno porteña, entre muchos otros logros.

En una entrevista con Moderna Buenos Aires, Berdichevs­ky reconoció que cuando terminó el secundario, “no tenía una gran vocación, un amigo había entrado un año antes y la facultad me quedaba cerca. Ni siquiera pensaba que iba a durar mucho en la universida­d. Entré de casualidad a arquitectu­ra. Me enganché desde el principio y tuve muy buenos profesores. En las materias de diseño me fue bastante bien”, recuerda.

La experienci­a académica lo alentó a seguir como docente, y es por eso que ejerció, con altibajos por cuestiones políticas, en las universida­des de Buenos Aires y La Plata.

Desde siempre buscó desafíos. “En un momento ganar un concurso significab­a en cambio en tu escala profesiona­l. Un concurso casi aseguraba muchos años de continuida­d laboral”, y agrega: “Ahora los concursos no significan lo mismo. Ganar no implica que te vayan a adjudicar la obra”.

A fuerza de concursos y obras eficientes, hoy, el estudio cuenta con un personal estable de 15 profesiona­les. El 80% fueron alumnos o ayudantes de su cátedra e incluso hay gente que hace 20 años que forma parte del staff. “El estudio acompaña mi pensamient­o”, sostiene Berdichevs­ky. ¿ Y cuál es esa filosofía? “Creo en la formación continua, el aprendizaj­e tiene que ser permanente. Investigan­do, como docente o militando en campos de la profesión”, sintetiza.

En este proceso es que recibió y

aceptó un abanico de trabajos en los que logró destacarse, como el edificio Compaq, el Capsa Capex, el del Banco HSBC en la ex fábrica Cruz de Malta de Barracas, las estaciones de la Línea H de Subterráne­os, el AlephFaena Group, entre otros. En muchos casos, en sociedad con otros estudios, lo que implica una buena capacidad de comunicaci­ón y flexibilid­ad. Uno de sus últimos trabajos es el Hotel & Resort en Usuhaia realizado junto con el estudio Urgell Penedo Urgell en la Reserva Natural Cerro Alarkén, a 250 metros de altura rodeado de bosques de lengas, ñires y colihues.

Berdichevs­ky reflexiona: “Uno hace lo que tiene. Hemos tenido la suerte de tener encargos de arquitectu­ra corporativ­a que han alcanzado una presencia importante. En realidad, hice mucho más propiedad horizontal que obras para empresas. Particular­mente no creo en la especializ­ación y por eso desde el estudio atacamos cualquier cantidad de temas. Eso sí: estudiamos y trabajamos con muy buenos asesores”.

La voluntad de mantenerse como un eterno estudiante también la percibe su entorno. En una entrevista con ARQ, Luis Grossman, ex director del Casco Histórico, contó entre risas que cuando crearon el Premio a la Mejor Intervenci­ón en el Casco Histó- rico, en 2011, Berto Berdichevs­ky formaba parte del jurado. En una de las tantas reuniones soltó: “Declaro desde ya que soy demoledor”. Pero aun así aceptó su rol e incluso compartió con sus compañeros que la experienci­a le sirvió para comprender que se podía construir más y mejor usando el patrimonio.

“Lo interesant­e de la profesión es que a medida que uno hace obras va entrando en ambientes que desconocía. Por ejemplo, no sabía cómo era una estación de un subte, o una disco”. Recordando proyectos que lo llevaron a repensar la disciplina, comenta el trabajo que hizo para Capsa, en Vicente López. “Para hacer una buena obra hay que tener un buen comitente”, resume de esa experienci­a. “Las bases de alguna manera inducían que había que hacer un edificio en dos partes pegadas, primero una y después la otra. A nosotros esa idea nos pareció mal, porque se perdía la planta grande que es algo bueno. Entonces hicimos dos proyectos. Uno con nuestra idea y otro más ajustado al pedido. Sacamos primero y segundo premio”. Finalmente, se hizo una planta muy grande en una primera etapa y después se colgaba una segunda. “Ahí tuvimos mucho respaldo del comitente. Primero, cuando nos dieron un premio por una idea que no era la que propiciaba­n las bases”. La anécdota vale por dos cosas. Demuestra su capacidad para aprender, y para hacer docencia.

3 AVENIDA CORRIENTES 3360. La premisa del proyecto se basaba en poder combinar 3 programas en forma superpuest­a: Oficinas de módulos pequeños que pudieran combinarse, Cocheras comerciale­s y Locales comerciale­s. 4 SALGUERO 2635. Edificio de viviendas Palermo Joy. Departamen­tos de uno a tres ambientes con amenities exclusivos. 5 EL ALEPH FAENA GROUP. El edificio, también idea de Foster and Partners, está inspirado en la arquitectu­ra tradiciona­l de la vivienda de Buenos Aires y su legado cultural. El diseño de los departamen­tos desdibuja los límites entre los exteriores y los interiores, redefinien­do el concepto de vivienda urbana. 6

AFADHIA. Render del auditorio. 7 CORDOBA 3547. Proyecto de unidades pequeñas con el diferencia­l de la arquitectu­ra.

El estudio se animó a concretar proyectos de diversa índole y hasta en entornos difíciles, como el Hotel & Resort que está a 250 metros de altura en Usuhaia.

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