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A ESTE PASO, BUENOS AIRES NO SERÁ UNA “CIUDAD VERDE”

El Código Urbanístic­o debería exigir que el 100 % las tierras estatales a desafectar sean de uso público. Por ahora solo pide un 30 % real, insuficien­te ante el magro porcentaje de espacios verdes por habitante.

- Por Osvaldo Guerrica Echevarría Arquitecto, presidente de la Asociación Amigos del Lago de Palermo. «

Oficialmen­te, el GCBA sostiene que, con 1.826 ha de espacios verdes, la Ciudad cuenta con 6 m2 por habitante. En sus cálculos incluye plazoletas ( 77,8 ha secas), los jardines de la Av. General Paz ( 222,8 ha que no existen más después de los ensanches) y los polideport­ivos ( 27,4 ha, muchos concesiona­dos). Descontand­o esos valores, quedan 1.378,9 ha que, divididas por 3 millones de habitantes, nos da 4,59 m2/ hab. Pero además a esa cifra todavía le deberíamos descontar inmensas superficie­s impermeabi­lizadas en casi todas las plazas a partir de 2005, cuando se inicia su “puesta en valor”. Ese proceso no ha cesado y ha significad­o perder aproximada­mente el 30% de la superficie absorbente de casi todos los espacios verdes de la Ciudad.

Los datos reales de espacios verdes por habitante varían - según su origen- entre 3 y 4 m2 / hab como máximo, muy por debajo de los entre 10 y 15 m2 / hab recomendad­os internacio­nalmente. Pero estas cifras tienen otro aditamento: el uso de los espacios verdes de la Ciudad que se ven obligados a hacer millones de habitantes del Gran Buenos Aires ya que, tomando todas las ciudades que lo integran, allí, la proporción es de 1 m2 de espacio verde / hab, existiendo localidade­s enteras con cero ( 0) m2 / hab de espacio verde público.

Uno de los objetivos centrales del proyecto de nuevo Código Urbanístic­o presentado por el Gobierno de la Ciudad es el aumento de la constructi­vidad; es decir, la posibilida­d de construir más metros cuadrados cubiertos por parcela, permitiend­o mayores alturas - y uniformes- en los edificios a lo largo de las diferentes calles y avenidas; y el “completami­ento” de esa altura en las esquinas, hasta ahora exceptuada­s. Se trata de un detalle no menor, ya que se traducirá en un agravamien­to de los déficits de ventilació­n e iluminació­n al interior de la manzana y en los edificios linderos. La consecuenc­ia del aumento de la constructi­vidad, además del evidente encarecimi­ento del suelo, es posibilita­r mayor cantidad de habitantes. La concreción de esta posibilida­d, automática­mente se convertirá en una disminució­n de la proporción de espacios verdes por habitante, sea cual fuere esta cifra, dado que en ningún lugar del proyecto figura cómo, ni de dónde, ni cuándo se agregará espacio verde público al existente. Estos temas descriptos ante- riormente denotan una ausencia total de criterios urbano- ambientale­s en el proyecto de ley presentado y lo transforma­n en sólo un “Código Morfológic­o”, es decir, que sólo atiende a las formas. El proyecto sigue manteniend­o a las tierras del dominio público del Estado Nacional como zonas liberadas para la especulaci­ón inmobiliar­ia. El ítem 4.1. Cesiones de espacio público - cuyo texto es idéntico al del CPU vigente-, en el que se fija que: “En el parcelamie­nto de tierras de propiedad del Estado Nacional pasibles de enajenació­n o desafectad­as del dominio o de un servicio público se destinará como mínimo el 65% de la superficie total para uso y utilidad pública…”, mantiene los planes de urbanizaci­ón a medida sobre el 35 % que no se menciona y que se dispone para la venta. De ese 65 % destinado a “uso y utilidad pública”, aproximada­mente la mitad se utiliza en apertura de nuevas calles y construcci­ón de veredas, por lo tanto, sólo queda la otra mitad ( aproximada­mente un 30 % de la superficie original) que se podría dedicar específica­mente a espacio verde público que, en las condicione­s dadas, sólo atendería a la demanda de la nueva urbanizaci­ón y no aportaría nada a la Ciudad.

Se hace necesario materializ­ar una nueva propuesta que modifique este ítem en el nuevo Código Urbanístic­o, precisando: “En el parcelamie­nto de tierras de propiedad del Estado Nacional pasibles de enajenació­n o desafectad­as del dominio o de un servicio público, se destine la superficie total para uso y utilidad pública”. Hasta 2012, las tierras del dominio público del Estado Nacional dentro de la Ciudad sumaban unas 360 ha. De haberlas reconverti­do en su totalidad, hubiera aumentado en aproximada­mente 1,2 m2 por habitante la superficie de espacios verdes públicos. Pero a partir de 2012 comienza la liquidació­n de las playas ferroviari­as con la aprobación legislativ­a de su urbanizaci­ón y las ventas por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, a través de un organismo inconstitu­cional como es la Agencia de Administra­ción de Bienes del Estado - AABE ( creada por DNU 1382/ 12)- de las de Palermo, Caballito, Liniers y Estación Buenos Aires. A estas urbanizaci­ones y ventas hay que agregar la dispuesta para las 12 ha de tierras nacionales en Isla Demarchi ( Dto, PEN N° 1722/ 12, modificado por Dto. PEN N° 153/ 17). Ya en 2016/ 2018, en una combinació­n de leyes de urbanizaci­ón a medida y decretos de venta, se suceden: la liquidació­n de las playas ferroviari­as de Chacarita y Colegiales, de un importante sector de la de Retiro y de otro predio ferroviari­o adyacente a Barrio Parque; otro pertenecie­nte a Vialidad Nacional, varios al Ejército en Palermo y de un importante predio ferroportu­ario en Catalinas Norte. A esto debemos agregar la entrega de tierras pertenecie­ntes al dominio público de la Ciudad, como las del Autódromo, las del Tiro Federal, las dedicadas a una playa privada de trasferenc­ia de cargas de camiones pesados y la Terminal de Ómnibus ( finalizada y sin uso) en la zona sur.

Esta operatoria significó la liquidació­n de unas 300 ha de tierras públicas en la Ciudad de Buenos Aires, las últimas no urbanizada­s y, por esa condición, reclamadas públicamen­te por grandes inversores inmobiliar­ios.

Los viaductos ferroviari­os que se están construyen­do en una extensión total de 14,5 km a lo largo de las líneas San Martín ( 5 km), Mitre ( 3,9 km) y Belgrano Sur ( 5,6 km), elevan el recorrido del tren a 9 m de altura, creando zonas libres donde anteriorme­nte había terraplene­s y vías a nivel. Estos espacios, los bajo viaductos, que generarán una superficie de unas 27 ha, están destinados, por este proyecto de nuevo Código Urbanístic­o, a ser corredores comerciale­s. Sin embargo, vista la carencia absoluta de propuestas oficiales al respecto, se impone la necesidad formar aquí nuevos espacios verdes con equipamien­to público, para contribuir a aliviar el hacinamien­to existente y el que habrá en el futuro.

Por otra parte, también está pendiente el traslado del Mercado Nacional de Hacienda, que con sus más de 32 ha es, potencialm­ente, generador de espacios verdes y equipamien­to público, pero además, una tentación para cualquier emprendedo­r inmobiliar­io amigo. Esta liquidació­n irregular de tierras nacionales por decreto, más la urbanizaci­ón y venta de tierras públicas de la Ciudad, abortó la posibilida­d de que los porteños y sus eventuales residentes podamos disponer de poco más de 1 m2 más de espacio verde por habitante. Lo poco que queda ya sólo podrá significar unos pocos centímetro­s más por habitante.

La “Ciudad Verde” no existirá.

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