EL APORTE SOCIAL DE LA ARQUITECTURA
Crear espacios y contribuir a la calidad de vida de la sociedad. Aplicar los principios éticos, morales y sociales que le han brindado los estudios universitarios, devolviendo una parte de la inversión que la sociedad realizó en pos de su formación profesional y académica. Pensar la mejora de un espacio. Esos son los intereses y el compromiso compartidos por las tres colegas. Camila Ruggeri ( 22) quiere ser directora de obra y eligió la carrera “por la combinación del dibujo y la matemática”, sus dos pasiones. Admira la arquitectura de Oscar Niemeyer: “Es un pionero de las figuras del hormigón armado”. Julieta ( 21) cuenta que le gusta indagar, modificar y crear espacios reflexionando sobre la forma de habitar. “Me enfoco en brindarle al usuario confort y funcionalidad, en satisfacer sus deseos y al mismo tiempo darle un sentido de pertenencia y apego al lugar donde se encuentra. Es indispensale que un espacio sea funcional y mantenga una esencia de belleza”, define. Solana ( 21) trabaja en un estudio y está iniciando un emprendimiento de muebles de diseño. “Esta carrera nos brinda la posibilidad de mejorar la calidad de vida de las personas a través de la creación de espacios, viviendas y edificios adaptados a las necesidades de cada usuario y contexto. Es maravilloso amar lo que hacés, apasionarte, entusiasmarte con lo que creás”, remarca.