Una vuelta de tuerca con la escuadra de 45 grados
En Madrid, el proyecto reformula el diálogo forma-función en base a fachadas giradas con respecto a la parcela. Así logra aprovechar la mejor orientación en dirección Sur y las vistas privilegiadas.
El Parque Conde de Orgaz mantiene, en la acera Norte de la Avenida de los Madroños, Madrid, una banda de edificación en altura que domina la urbanización formada por viviendas unifamiliares, edificadas sobre jardines de exuberante vegetación.
El origen de muchos de esos edificios era para su uso terciario, combinado con actividades industriales. El carácter residencial del Parque devino en la transformación de dicha banda, que paulatinamente fue reconvirtiéndose en residencial.
La convergencia de vistas y orientación a mediodía en el frente de acceso de la parcela, la existencia hacia el Norte de un entorno urbano degradado y la colindancia con edificaciones de cierta entidad en ambos linderos perpendiculares al acceso, nos llevó a tomar la decisión de posicionar las fachadas de la volumetría giradas 45º respecto a los límites ortogonales de la parcela.
Con ello se pretendía, por una parte, evitar las vistas enfrentadas con las edificaciones colindantes y, por otra, hacer partícipes a todas las viviendas del magnífico paisaje que se despliega en un abanico de 180º hacia la zona Sur.
El perfil familiar del parque nos hizo optar por un programa generoso y homogéneo que aportara condiciones especiales a todas las viviendas.
Si bien hay tres tipologías distintas -viviendas de planta baja con jardines privados y piscinas individuales, viviendas en plantas intermedias volcadas sobre sus terrazas y viviendas dúplex con jardines y piscinas conectadas espacialmente con el espacio interior a través de grandes paños de vidrio-, en todas ellas, se desarrolla un programa muy similar al margen de las diferencias en superficie de las distintas viviendas.
La arquitectura del edificio introduce aspectos formales que potencian la privacidad de las viviendas y que definen la volumetría sin comprometer la funcionalidad que requiere un uso tan pormenorizado como es el uso residencial. Las zonas comunes de gimnasio, jardines y piscina se suman a las zonas de acceso sin renunciar a la privacidad requerida en cada caso.
La localización en relación con la ciudad, hace inevitable que el ingreso vehicular al edificio sea dominante, por lo que se han tratado los accesos desde el estacionamiento con la misma nobleza que el resto del edificio.
La elección de los materiales y el diseño de los detalles han sido contemplados para compatibilizar su integración en el conjunto y garantizar su noble envejecimiento.
Un detalle especial resuelve el paisajismo del perímetro de las terrazas a la altura del suelo con el fin de no interferir en las vistas. Para ello, se diseñan unas jardineras que alojan la vegetación. Se construyen sobre perfiles de acero laminado que vuelan desde el borde de la losa de hormigón. Sobre este perfil, las láminas de vidrio se anclan para encerrar y delimitar las terrazas.
El análisis de las posibilidades edificatorias fue el resultado de la interpretación de una normativa compleja, que requirió de la tramitación de una figura de planeamiento previa así como de la adecuación formal y funcional del edificio a su entorno.«