Alternar el trabajo con el relax y la contemplación
Áreas de working y coworking, oficinas flexibles y pequeños espacios dedicados al negocio se complementan con patios, galerías y lugares para disfrutar del verde, del cielo y del arte.
Los 3.000 m2 de claustros, galerías, pasajes, patios y vegetación que conformaron un antiguo hogar religioso se reconvirtieron en Casa FOA 2018 a partir de la resignificación de cada uno de sus rincones, rescatando la herencia del convento mediante aportes de diseño vanguardista y tecnología de punta. Ocio-negocio y relax-trabajo son juegos de opuestos con fuerte presencia en la expo a partir del desarrollo experimental de distintas áreas de working y coworking que se alternan con espacios de descanso y contemplación.
Al ingresar a la casa de la calle Pareja, una estructura envolvente invita a recorrer el espacio interior, funcionando como un filtro contenedor que genera profundidades, potencia fugas e ilumina. El primer espacio cerrado de la muestra es el “Lobby de Hotel”, un hall de ingreso creado por la diseñadora de interiores Diana Gradel y la arquitecta Eliana Gradel, desarrollado en una planta de alrededor de 43 m2 y un espacio en doble altura con el check in-boletería como recepción. Luego continúa un área de breakfast con distintos detalles de color y diseño. El piso da marco a todo el lenguaje de color y texturas junto al proyecto lumínico realizado por Fábrica de Luz. Valijas, sillas de colores, un mapamundi ruteado y el gran mural “Viajeros”, del artista Gustavo Reinoso, completan el paisaje.
El espacio “Automotriz by Citroën” fue diseñado por los arquitectos Luciana Szechter, Rodrigo Battaglia y Angie Dub donde funcionó un área de jardín del convento. “Recreando un jardín acuático -explican los autoresdiseñamos un espacio donde la permanencia y el relax se integran a la vegetación, generando recorridos por una serie de plataformas orgánicas de materialidad diversa”.
La morfología orgánica del espacio se materializa a través de plataformas y equipamientos de líneas curvas y distintos tamaños. Junto a ellos y en forma integrada al espacio se exhiben automóviles, cuyas siluetas se reflejan en los espejos de agua. Una envolvente metálica curva recorre el espacio.
Volviendo al interior, el recorrido desemboca en el primer espacio de trabajo de la muestra: la “Oficina de Networking”, obra de los diseñadores Megan Dabove, María Verellen y César Stivaletta. “Nuestro espacio es puro concepto con fuerte énfasis en el color -sostienen los autores-. La caja se encuentra completamente envuelta en una trama que se suma a una biblioteca perimetral integrada a la ventana”.
En el centro del espacio hay una única pieza icónica que permite la conversación, la lectura y el uso de dispositivos: el sillón fonoabsorbente Bádminton. Con dimensiones y formas particulares, fue diseñado pensando en un usuario que probablemente pasará horas trabajando en forma remota.
La fusión entre hogar y oficina dio lugar al concepto “Hoffice”, otro de los espacios de trabajo con características particulares, del arquitecto Claudio Wertheim y la diseñadora Eugenia Landaboure. Es un espacio versátil, de dimensiones pequeñas, automatizado y replicable. “Se trata de un óvalo pleno de movimiento que multiplica el espacio -explican los creadores del espacio N° 25-. Paneles vidriados hacen de pizarras y superficies proyectables. Tres bibliotecas se desplazan automáticamente sobre un riel”. Una kitchenette, una zona de guardado de sillas y un locker con impresora se suman a la propuesta domótica.
En el centro de la sala se ubica una mesa redonda transparente, compuesta por cuatro gajos independientes que se mueven para componer de 1 a 4 áreas de trabajo.
Área de contemplación
Siete referentes del diseño, los oficios y la docencia crearon su “Galería de Arte” aprovechando cada rincón de un espacio de planta rectangular de medianas dimensiones. Bajo la dirección creativa de Alejandra Gotelli, los diseñadores Alejandra Gougy, Agostina Bianchi, Mercedes Ghioni y José Otero; y las arquitectas Marcela Robles y Silvina Martínez, conformaron el espacio N° 27 partiendo del concep- to “vestir el cuerpo/vestir el entorno”. La variopinta exhibición se compone de un sillón cama, mantas y vestimentas para dormir, un artefacto de iluminación, trabajos en vitrales y hasta una monja voladora realizada en bambú.
“La creación de los productos se hace a través de una mirada sostenible y descontaminante -explica la arquitecta Silvina Martínez, integrante del equipo autor del espacio-. En lo que respecta a textiles, se usan descartes industriales al 100% y elementos como el látex natural, el algodón y el bambú orgánico y la lana reciclable. También se trabajó el tema de la absorción acústica de las telas, en sociedad con la Universidad Nacional de Tres de Febrero”.
En la galería también hay otras instalaciones que aprovechan el descarte de la industria metalúrgica, como las lámparas de iluminación que usan reflectores de cine reciclados. Sobre una de las ventanas del salón se ubica la obra “Piazzolísimo Vitral”, una composición que usa como materia prima, además del vidrio, trozos de discos de vinilo, cuyas geometrías con forma de corbatas conforman un llamativo vitral.
La vuelta al patio
Los arquitectos Hugo y Darío Gallego, junto a la diseñadora de interio- res Pamela Martos, crearon un espacio al que denominaron “Patio”, ganador de la Medalla al Paisajismo Mercedes Malbran de Campos Casa FOA 2018. Con un piso íntegramente conformado en deck de madera protegida, el espacio se desarrolla en una gran planta rectangular al aire “semi libre”. Sillones de madera y coloridos bancos de fibra sintética de alta resistencia conforman el paisaje del espacio, al que también se suman vasijas con flores, plantaciones de arbustos, helechos y una palmera.
El toque industrial viene de la mano de la fuerte presencia del metal. Una telaraña de acero sostiene un conjunto de fracciones geométricas que conforman el cielo raso, cubriendo asimismo una de las paredes del Patio.
Junto a este patio se desarrolla la última área de trabajo de la muestra, el “Espacio de Co Working”, desarrollado por el estudio PQR (arquitectas María Ponce Quinteros, Marcela Rodríguez y Lorena Spinola). “Nuestra intención es mantener el equilibrio entre sustentabilidad, creatividad, funcionalidad, dinámica, ergonomía, estimulación y belleza -señalan las autoras-. La idea fue proyectar un ámbito joven estimulante y esencialmente dinámico y lleno de color”.
Las arquitectas desarrollaron varias zonas bien definidas: una de puestos de trabajo individuales, otra para reuniones de trabajo privadas y aislada del resto; otra descontracturada y relajada, rodeada de verde; y por último una franja de servicios donde se ubican los lockers, la zona de la barra y la kitchenette.
El verde y el anaranjado son los colores predominantes en los paneles divisores tratados acústicamente. Tubos de iluminación led penden sobre los puestos de trabajo en conjunto, conformados por mesas de melamina. En el extremo opuesto, lindero con el Patio, las ventanas ofrecen iluminación natural a través de sus persianas americanas. En el otro extremo se desarrolla un área de servicios, con una heladera color bordó y alacenas vintage.
Terminando el recorrido, uno de los últimos rincones de la muestra es la “Sala de Baño Armani/roca”. Una bañera con lujoso aire retro es la protagonista del espacio, con fuerte acento en la ergonomía, de líneas suaves y sinuosas. El sanitario cuenta con cuatro asas metálicas en acabados beige. El área de ducha, por su parte, se destaca el plato de ducha, fabricado en resina extrafina y con un exclusivo acabado.
Por su parte, los sanitarios que se encuentran en el área de necesidades básicas están terminados en una sola pieza y suspendidos del piso adosados a las paredes por soportes ocultos. El espacio se completa con una pieza mayor, conformada por un elegante mueble con doble bacha. «