Volúmenes complejos escondidos en el bosque
En un lote con mucha vegetación, la vivienda respeta la ubicación de cada ejemplar. Para eso, módulos ortogonales se unen en distintas direcciones generando aristas marcadas.
La casa se encuentra en el borde de un antiguo monte de eucaliptos cercano al río Paraná (originalmente pensado para un uso productivo) que ha sido destinado recientemente a uso residencial.
La superposición entre las lógicas espaciales de una antigua forestación y las demandas residenciales contemporáneas definen el principal desafío al que se enfrenta el proyecto.
El análisis de la forestación existente en el terreno determina un área en la cual ubicar la casa a partir de una estrecha relación entre su geometría y la posición de los árboles.
La vivienda se desarrolla en una sola planta principal y dos pequeños altillos. La proporción horizontal establece un contraste y una tensión con la marcada verticalidad del bosque.
La estrategia proyectual consistió en fragmentar el programa en volúmenes ortogonales de menor tamaño y usos más privados o secundarios. Estos volúmenes se posicionan en diversos ángulos -evitando los árboles existentes- y dejan en el centro una amplia zona irregular y de gran altura destinada a las áreas de cocina comedor y estar, que es el corazón espacial y social de la casa.
En el perímetro, los ángulos irregulares que el encuentro de estos volúmenes van dejando se destinan a espacios intermedios entre el interior y el exterior de la vivienda, ya sea en forma de patios -que incluyen al- gunos de los árboles existentes- o galerías semicubiertas.
Una sencilla cubierta a dos aguas y de libre escurrimiento define el perfil superior del volumen que va tomando diferentes alturas a medida que las geometrías de los muros y los techos se intersectan. El punto más alto de la cumbrera se ubica sobre el estar y define la generosa espacialidad interior del ambiente principal de la casa.
Para el exterior de la vivienda se ha utilizado un revoque negro que se integra mejor con la oscuridad del bosque y tendrá un buen envejecimiento considerando la humedad y hojarasca propia del lugar.
Interiormente los muros blancos generan vistas y perspectivas oblicuas e inesperadas.
El cielorraso es también blanco, alto y luminoso. Entrar a la casa es casi como encontrar un claro en el medio del bosque, encontrar nuevamente el cielo en el interior.«