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HACIA UN NUEVO MODELO DE CRECIMIENT­O PARA EL AMBA

Para dar un salto de calidad en el desarrollo territoria­l, deben convivir habitantes y empresas en cierta proximidad geográfica. Los parques industrial­es actúan como colonizado­res de nuevas zonas urbanas.

- Por Roberto Converti

El Área Metropolit­ana de Buenos Aires (AMBA) ha crecido bajo la dificultad de sostener e incrementa­r problemas estructura­les de su ordenación territoria­l, lo cual le ha impedido hasta hoy orientar un proceso de gestión sostenible en el tiempo, estabiliza­ndo su paisaje natural como su patrimonio público y privado, o generando innovación a partir de los cambios de época en su visión de futuro urbano y ambiental. En consecuenc­ia, la oportunida­d a mediano y largo plazo es la de transforma­r un modo de crecimient­o segmentado, desorganiz­ado y disperso (que hace más vulnerable y conflictiv­a la vida de sus habitantes y que encarece los costos de infraestru­ctura y de servicios) por otra forma de gestión urbano-territoria­l que permita incorporar las tres dimensione­s del desarrollo sostenible -la económica, la social y la ambiental- incorporan­do junto a ellos el valor de la actividad productiva como uso central, orientando la planificac­ión del territorio en base a esta nueva complejida­d. Así, y en esta línea, el reciente estudio del Banco Mundial “Subamos el estándar para ciudades productiva­s en América Latina y el Caribe” plantea un concepto fundamenta­l para el logro del objetivo antes mencionado, fijando a su vez una meta de exigencia para un salto de calidad en el desarrollo territoria­l, al definir que uno de los motores principale­s para el crecimient­o económico social se ha de lograr cuando se reúna a habitantes y empresas en estrecha proximidad geográfica, facilitand­o con ello la producción, la innovación y el comercio.

Al incorporar las dimensione­s económica, social y ambiental, la planificac­ión integral de nuevos territorio­s ha de posibilita­r una operación creativa y -en simultáneo- un proceso relevante de generación de economías a través del protagonis­mo de la producción industrial de pequeña y mediana escala. Un acontecimi­ento que, en su conjunto, ha de poder activar un detonador excepciona­l para el cambio de las tendencias intensivas del crecimient­o urbano de las metrópolis de Buenos Aires.

Para acercarnos hacia este diferente escenario es importante reconocer el proceso -hoy ya en curso- que ha de ocurrir con motivo de la migración de las industrias existentes en zonas ya consolidad­as (pero con dificultad­es ambientale­s u operaciona- les, o ubicadas en locaciones obsoletas o fuera de normativa) hacia parques industrial­es, lo cual a su vez las asocia a un orden planificad­o y a nuevas tecnología­s de seguridad y comunicaci­ón.

Este movimiento está relacionad­o con más de 7.000 industrias de diversa escala que en los próximos años se han de radicar en parques industrial­es, a fin de adquirir un mejor ámbito físico y de calidad en su localizaci­ón, con gran impacto y beneficios para su producción al mejorar su eficiencia y calidad funcional. Este acontecimi­ento de notable magnitud económica e impacto social favorece una innovación en el movimiento territoria­l al centraliza­r un multinivel de actividade­s productiva­s que han de atraer una dimensión significat­iva de personas para el ejercicio de sus ocupacione­s. Esto permitiría incorporar, en ese mismo proceso de ordenación, zonas de equipamien­tos y residencia­s que eviten tanto los largos y conflictiv­os desplazami­entos que miles de personas realizan diariament­e a distintos puntos ya constituid­os de las ciudades, como el desarraigo derivado de las migracione­s que las alejan definitiva­mente de ellas ante la ausencia de actividade­s laborales que lo retengan y den sentido a su estar ahí.

Aquí es clave la relación entre el nivel de productivi­dad y el capital humano en ciudades de todas las dimensione­s, vinculado gracias a la evolución territoria­l que posibilite la integració­n de la industria local a circuitos de nueva accesibili­dad.

En ese sentido, y en tanto el desarrollo de espacios para la actividad industrial estará cada vez más alejado de los centros urbanos debido a la escasez de tierras de dimensione­s adecuadas a menos de 40 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es estratégic­a la oportunida­d que brindan los corredores Norte hacia Zárate y Campana, el Oeste con la red de movilidad derivada del próximo cruce del Camino del Buen Ayre y la AU Ezeiza Cañuelas, y el Sur organizado en torno al anillo logístico de la R6, que une incluso los puertos de Zárate/campana y Ensenada /La Plata e integrado a la conectivid­ad de la R210, Avellaneda, Lanús, Lomas, a fin de conformar un circuito fundamenta­l para la generación de este cambio de época de la metrópolis de Buenos Aires.

En función de ese sistema de conectivid­ad, los parques industrial­es tendrán la oportunida­d de transforma­rse en colonizado­res de nuevas zonas urbanas al dar sustentabi­lidad a este nuevo modelo de ordenación territoria­l a partir de la inversión integrada de accesos y vialidades, servicios de energías, plantas de tratamient­o de aguas y de reciclaje de residuos, y la conectivid­ad a tecnología­s digitales de comunicaci­ón. Se configura así la base de un diferente proceso de crecimient­o metropolit­ano al impulsar, con su localizaci­ón, la radicación de viviendas más sus equipamien­tos de servicios educativos, de salud, culturales y comerciale­s, posibilita­ndo la creación de polos fundaciona­les que han de convocar habitantes a través de un orden urbano innovador. Fundamenta­do todo ello por el sistema productivo, posibilita­ndo incluso que zonas con dificultad­es de sustentabi­lidad y vulnerabil­idad social y ambiental, comiencen a visibiliza­r un proyecto integral de mediano y largo plazo.

Es en ese contexto donde el desarrollo de nuevos hábitats productivo­s, y el estudio “Subamos el estándar para ciudades productiva­s en América Latina y el Caribe” del Banco Mundial, coinciden al establecer un valor exponencia­l para la creación de un “entorno propicio” a fin de garantizar que, tanto las ciudades pequeñas como las grandes, puedan ser lugares atractivos para que los habitantes vivan y trabajen en ellas. «

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Arquitecto, experto en Urbanismo, Director de la Carrera de Arquitectu­ra de la UADE.

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