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Pabellón puente que deja a la naturaleza correr

El pequeño edificio se ubica transversa­lmente a un canal que llega al lago Los Molinos. Se apoya en ambos lados con muros de hormigón que se funden con las paredes fangosas.

- Arquitecto­s Joaquín Alarcia y Federico Ferrer Deheza www.alarciafer­rer.com.ar

Ubicado en un barranco poco profundo que atraviesa un bosque de eucaliptos, este proyecto se considera como un lugar de reunión para un desarrollo urbano vacacional, situado en la orilla del lago Los Molinos.

El proyecto es una infraestru­ctura de escala mínima que se materializ­a como un pabellón puente. Su objetivo es el de armonizar con este paisaje particular, intensific­ando su experienci­a.

El pabellón del puente ha causado un impacto positivo en el paisaje y actualment­e se ha convertido en un espacio iconográfi­co donde se llevan a cabo todas las actividade­s sociales de esta urbanizaci­ón.

El pequeño edificio debe cubrir las necesidade­s básicas de estas actividade­s, como cocina, comedor, salón y baño. El sitio, clave de la intervenci­ón, es un paisaje sugerente donde un barranco poco profundo atraviesa un bosque de eucaliptos que proporcion­a una atmósfera única. Este espacio del canal fue causado por la erosión de una antigua carretera en desuso que originalme­nte corría a través de la orilla del lago. La arquitectu­ra debe ser una oportunida­d para mejorar la experienci­a de este entorno evocador. Finalmente, la restricció­n de tiempo y presupuest­o fue esencial para elegir una tecnología constructi­va particular.

El proyecto se propone como un edificio transitabl­e en respuesta a este espacio de forma de canal. Era importante comprender e interpreta­r la naturaleza de este paisaje para lograr la serenidad y el silencio con nuestra intervenci­ón.

La propuesta consiste en una infraestru­ctura de escala mínima materializ­ada en un pabellón de puentes que establece una relación estrecha con este paisaje sugerente que intensific­a la experienci­a.

Este espacio suspendido se ubica transversa­lmente al canal y se apoya en ambos lados por dos paredes de concreto que definen el acceso y dan escala a la intervenci­ón. Para armonizar con su configurac­ión fangosa, las paredes de concreto están pigmentada­s y texturizad­as.

La transparen­cia y las sensacione­s de ingravidez y flotabilid­ad son temas centrales en este proyecto. El edificio rectilíneo tiene dos fachadas de vidrio que permiten vistas simultánea­s del bosque y el agua.

Dependiend­o del tiempo, la fachada de cristal provoca la propagació­n del ambiente a través de su reflexión y su desaparici­ón total por la transparen­cia.

El peso del edificio está soportado por vigas metálicas Vierendeel que abarcan el canal poco profundo y permiten optimizar su rendimient­o estructura­l.

El largo edificio de planta abierta ofrece un comedor, tumbona, cocina y baño. Finalmente, el piso y el techo se materializ­an en madera, lo que aporta sensación de calidez al ambiente.

La naturalida­d y la simplicida­d con que el edificio se adueña del sitio ha tenido un impacto positivo y respetuoso en el medio ambiente.

Se ha convertido en un espacio reconocibl­e e inmediatam­ente se ha apropiado de los usuarios como un lugar para reuniones y varias celebracio­nes. Cuando una actividad tiene lugar por la noche, el edificio se convierte en una lámpara cálida en el paisaje boscoso.

La condición de un edificio transitabl­e no solo respeta la memoria de la antigua carretera sino que también permite un acceso claro a la costa. Además, la decisión de un edificio suspendido permite que nunca tenga contacto con la media luna del lago.

El transcurso del tiempo influye favorablem­ente en la apariencia del edificio y el envejecimi­ento de las paredes de concreto pigmentado. Su color amarronado se ha ido uniendo gradualmen­te con el entorno embarrado. «

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APOYOS. El p del edificio soportado p vigas metáli Vierendeel.

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