Casa FOA 2018.
El Espacio Coworking se conforma a partir de materiales, colores y texturas que generan una atmósfera de disfrute colectivo.
El “Espacio Coworking” propone colore y texturas que generan una ámbito de disfrute laboral.
El concepto de coworking viene desarrollándose desde hace algunos años como respuesta a la necesidad de contar con espacios privados y colaborativos en un mismo ámbito, sin necesidad de tener que hacer frente a los gastos de un estudio personal. “El coworking promueve la inteligencia colectiva -señalan desde el estudio PQR, autoras del Espacio N° 29 de Casa FOA 2018-. Es compartir el espacio aun cuando no se comparten las disciplinas, para generar un encuentro laboral enriquecedor, promover el debate y aumentar la concentración. Asimismo mantienen el equilibrio entre sustentabilidad, creatividad, funcionalidad, dinámica, ergonomía, estimulación y belleza. Nuestro objetivo es aportar bienestar a las personas en su lugar de trabajo, creando entornos laborales acordes con los nuevos tiempos”.
Para cumplir con esa consigna, María Ponce Quinteros, Marcela Rodríguez y Lorena Spinola trabajaron en colaboración con el Grupo A2. “Pensamos en un ámbito joven estimulante y esencialmente dinámico, lleno de color, que permita desarrollar múltiples actividades. Estas cubren un espectro que va desde la necesidad de estudio y concentración individual, hasta el trabajo grupal, momentos de creación y recreación”. Para esto, el estudio proyectó zonas bien definidas: una de puestos individuales; otra que permite tener una reunión de trabajo privada y aislada acústicamente; y una tercera descontracturada y relajada, rodeada de verde. Un cuarto espacio fue destinado a los servicios, donde se ubican los lockers, la zona de barra y una kitchinette.
La envolvente está terminada en muros color madera, en tanto que los cielo rasos están recubiertos con dos tipos diferentes de placas perforadas, que permiten la absorción sonora y además actúan como catalizador natural que elimina olores y sustancias tóxicas del aire. Una garganta perimetral con un volumen circular central ilumina un árbol y las zonas de relax. Sobre la pared izquierda, los lockers son de melamina roja, en contraste con la heladera vintage y los microondas. También se dispusieron sillones curvos y banquetas movibles.
Los escritorios están cubiertos por placas melamínicas, mientras que las sillas para estos puestos -con cabezal y percha- cuentan con un sensor que testea la postura del usuario, de modo que le indica que cambie de posición cuando detecta una permanencia prolongada.
En el fondo del espacio se desarrolla un módulo semicerrado con una pantalla para proyecciones, apto para reuniones más privadas, ya que está aislado por paneles acústicos giratorios. En cuanto a la iluminación, se compone de leds ocultos en las gargantas del cielo raso y las paredes, a los que se suman dos colgantes sobre el box de reuniones; y dos artefactos tipo listón sobre cada línea de escritorios. Los cuadros del espacio son de la artista plástica Alicia Giménez.«