¿CUÁNDO UN EDIFICIO SE CONVIERTE EN PATRIMONIO?
No queremos proteger a un edificio que no enfrenta ningún riesgo de desaparecer. Y menos si es un edificio contemporáneo que no haya logrado una valoración tan alta como para que decidamos que debe ser eterno. En síntesis, valoramos las cosas que son irrepetibles en el momento en que podrían desaparecer.
En las páginas de este número de ARQ se reúnen varios edificios actuales que merecen la más alta consideración. Por un lado, están los que recibieron los Premios SCA-CPAU, y por otro se presentan los ganadores de la Provincia de Buenos Aires en el Premio ARQ FADEA.
Cabe preguntarse cuantos de estos excelentes ejemplos de la arquitectura nacional actual podrán ser reclamados como patrimonio a defender en el futuro.
En estas páginas también, Gustavo Nielsen nos ilustra sobre la situación del Parador Ariston en Mar del Plata. La obra de Marcel Breuer languidece en el camino que va de Mar del Plata a Chapadmalal bordeando el acantilado. Se trata de una joya de la arquitectura mundial que luce destruida. Pero, gracias a la iniciativa del el arquitecto Hugo Kliczkowski, en los próximos meses el Parador podría convertirse en Monumento Histórico Nacional.
Con un contorno inusualmente curvo, una forma audaz y zigzagueante, de leve impronta “galáctica”, el Parador es una obra singular de uno de los alumnos más destacados de la Bauhaus. Es una valiosísima pieza de la diáspora de profesores y alumnos de esa mítica escuela de diseño, provocada por la persecución nazi.
La obra fue encargada por la Universidad de Buenos Aires como parte del desarrollo del balneario La Serena y, después de funcionar como confitería, discoteca, café-bar y hasta parrilla, quedó abandonada. Desde febrero del 2015, un cartel de la empresa española Calpevillas promete un centro comercial y cultural.
Marcel Breuer estuvo en Buenos Aires en 1947, aquí conoció a Eduardo Catalano y a Carlos Coire, con los que formó el equipo de diseñó el Parador.
Para nosotros, la creación de Breuer habrá sido una singular obra contemporánea durante 20 años, un edificio ignoto durante otro tanto y, por fin, una ruina inútil hasta hoy.
¿En qué momento dejó de ser una joya de la arquitectura en nuestra consideración? ¿En qué momento perdió su pedigree? ¿En qué momento decidimos que no valía nada? Hoy se busca salvarla, pero todavía hoy está en peligro de perderse.
El problema de valorar solo lo que está en peligro es que muchas veces llegamos demasiado tarde.«