Mención Domo Pueyrredón, Arq. Pablo Phatouros,
Una propuesta de negocio inmobiliario fue la chispa que encendió le ingenio de los autores, que crearon un producto exitoso en el que se prioriza la calidad de vida de los futuros habitantes.
La obra se sitúa en el centro del partido de San Martín, en un pequeño lote de 10 x 13 m entre medianeras, con orientación noroeste. El barrio presenta la zonificación de mayor densidad habitacional del municipio, una trama regular con manzanas típicas de 100 x 100 y un tejido irregular producto de un incipiente crecimiento de edificios de vivienda entre las construcciones preexistentes de planta baja y un piso.
La composición de nuestro edificio es el resultado de un lote reducido e indicadores urbanísticos densos; sin embargo, estas dos variables por sí solas no producen esta obra. Ésta es la suma de contrapuntos que pretenden un cierto equilibrio. Es un edificio destinado a la inversión inmobiliaria pero que no por ello deja de lado la búsqueda de una forma de vida más confortable, respondiendo a principios funcionalistas, entorno y orientaciones. Es simple y complejo a la vez, es racional y moderado pero plástico, osado y exuberante. Es económico y “costoso”, es de fácil ejecución pero complicado según los carpinteros de obra, es de medidas reducidas pero espacioso.
La primera decisión proyectual fue crear una unidad funcional por piso, lo que nos permitió tomarnos del lote libremente y definir espacialidades múltiples, continuidades, luz y ventilación cruzada como principios básicos.
La ubicación de la caja de escalera y el ascensor, al fondo del lote, desplazada de ambos ejes medianeros pero no equidistante, provoca dos patios de características bien diferentes. Hacia el frente dividimos el ancho del lote en tres franjas: la primera correspondiente al estacionamiento vehicular doble; la segunda formando una unidad funcional/local comercial; y la tercera definida por el ancho libre resultante que conforma el acceso peatonal. La ubicación del núcleo define cómo se accede a cada piso, y esto conlleva la organización de la unidad funcional.
La unidad funcional tipo queda recostada sobre la medianera suroeste y, formada por dos bahías de 3 a 3,5 metros de ancho, deja libre una tercera que conforma terrazas pasantes hacia el patio y el frente de manera intercalada, orientados en el cuadrante que toma la luz desde la mañana hasta el atardecer.
Estas terrazas, que consideramos “el tercer ambiente”, son un punto determinante del proyecto, ya que su desplazamiento hacia adelante y hacia atrás proporciona un cambio de escala y conforma una doble altura. Más allá de estos desplazamientos, la fachada del edificio mantiene su plomo. Con la reducción del tabique de hormigón medianero en pisos intercalados se crea un movimiento inusual en fachada y permite alargar las vistas diagonales desde las unidades.
El segundo patio de aire y luz provocado por el desplazamiento de la caja de escalera habilita la apertura de un tercer y cuarto cuadrante en la unidad, perteneciente a los lavaderos, lo que proporciona ventilaciones cruzadas y el ingreso del reflejo de la luz del atardecer.
Podríamos decir que el motor de nuestra constante investigación fue la voluntad permanente de sorprender, de motivar los sentidos cuando se recorre la obra, de tratar de romper los límites establecidos para un departamento tipo de 2 ambientes inserto en el tejido urbano tradicional.
Seguramente, los puntos destacables son la estructura y el lenguaje despojado que proporciona, producto del entendimiento de una economía de recursos. Más allá de los modismos del hormigón armado, otras cuestiones interesantes son la composición de las unidades funcionales con sus terrazas de doble altura, pasantes y desplazadas, que generan un movimiento atípico en fachada; y la medianera constituida como parte integral de la estructura que determina una fachada más a la espera que se complete el tejido de la ciudad. También podemos destacar detalles no menores como los maceteros, que permiten restringir las visuales cruzadas entre pisos y mantener la privacidad entre terrazas; las bautizadas “hogarrillas” que incorporan el fuego como el elemento de reunión típico de nuestra cultura, una puerta ventana que se esconde detrás de un tabique, un mismo solado que continúa su camino cubriendo toda la superficie del piso hasta la terraza, una viga y su baranda metálica que viajan por todo el frente del lote y hasta un elemento muy particular como el monta vehículos séxtuple que permitió cumplir con el código de edificación. Y que con su caja de aire interior necesaria empuja desde adentro los espacios del edificio y los determina junto con su expresión en fachada, con un muro casi ciego, como si se tratara de un basamento. «