3° Premio Capilla San Oscar Romero, Arq. Roberto Frangella,
En una barriada humilde del Conurbano se levanta un pequeño galpón de madera y chapa que funciona como templo católico y espacio de reunión y fortalecimiento de los vínculos sociales.
La Capilla San Oscar Romero -Parroquia Nuestra Señora de Fátima- se ubica en un sector humilde de la Isla Maciel, sobre la calle Pinzón. La concepción de este edificio se relaciona con una historia que podría remontarse a varios siglos atrás, cuando Don Pedro de Mendoza construyó su primer fuerte a orillas del límpido Riachuelo y la Isla Maciel en la orilla opuesta era el comienzo de la Pampa Salvaje.
La evolución posterior del Gran Buenos Aires fue tomando este territorio verde y prometedor. Hubo una época en que los inmigrantes italianos levantaron sus casas de chapa y maderas como en la vecina La Boca, siendo pioneros sin saberlo de los sistemas constructivos en serie.
Era una barriada con huertas y flores, tiempos en que los chicos se bañaban a en las orillas del Riachuelo, de boteros y del famoso transboradador que hacía la riqueza del desarrollo posible cada día. Frigoríficos y un puerto próspero lleno de navíos con mercancías.
Con los cambios de intereses económicos hacia el Norte, la prosperidad perdió aceleración y fue quedando en un recuerdo y una realidad cada vez más desamparada. Hoy es un barrio humilde, con su casco histórico aun en pie y muchas barriadas periféricas habitadas en gran medida por la comunidad paraguaya, gente de trabajo con una fe muy profunda.
Con esta historia sobre las espaldas, fue lógico mimetizarse en el paisaje arquitectónico de la isla, retomar la posta de la construcción en seco para proyectar un galponcito acogedor, pero con una imagen que significara su identidad de capilla.
El templo es un único espacio, contenedor y flexible de madera y chapa. La planta de cruz con con brazos iguales da la posibilidad de rodear al altar. Una lucarna ofrece un espacio único para las reuniones religiosas y las cenas de cada noche, a las que concurren más de 200 personas, convirtiéndose en lugar de encuentro y fortalecimiento de vínculos sociales: es comedor cada noche, taller de capacitación, aula de enseñanzas y si- tio de reuniones o encuentros.
El Cristo es un albañil y en las puertas está Monseñor Romero, que llega a la isla a través del Riachuelo para sostener junto a la gente los derechos a un vida digna y justa para todos. Además de homenajear al primer santo latinoamericano, la capilla es un homenaje a otros mártires latinoamericanos, cuyos nombres están pintados en los muros que dan al jardín del fondo. «