De garaje a guardería.
La transformación de un edificio comercial de los 50 en un centro deportivo y pedagógico que incluye espacios privados y públicos.
El estudio Labics intervino un edificio de los 50 y lo convirtió en jardín de infantes,
De los restos de una concesionaria de venta de automóviles en una zona céntrica de Milán nació un espacio para niños de entre 6 meses y 6 años que consta de una guardería y jardín de infantes más un centro deportivo.
El proyecto de reutilización y adaptación dio lugar a una estructura arquitectónica y pedagógica de alto perfil, proyectada en colaboración con la fundación Reggio Children.
El nuevo espacio educativo se llama Jacarandá y consiste en una estructura articulada, no concebida como una simple sede para actividades, sino caracterizada por la presencia simultánea de espacios públicos, semipúblicos y privados, todos dentro de una estructura de hormigón armado. En el centro, una plaza pública funciona como ágora de una ciudad pequeña, un sitio donde los habitantes, niños y maestros, se reúnen, se conocen y conviven.
Los programas educativos y recreativos se encuentran en un edificio de los 50, construido originalmente como un local más un garaje. Cuando los propietarios adquirieron el inmueble, la gran estructura abovedada y los espacios anexos no habían estado en uso durante un tiempo.
La premisa para la intervención fue recuperar estos espacios y utilizarlos para nuevas funciones didácticas. De hecho, más allá de la connotación industrial original, el edificio tenía todas las características necesarias para albergar un jardín de infantes. El piso elevado, bien ventilado y abierto, demostró ser un marco ideal para nuevas funciones inspiradas en el deseo de reinterpretar el concepto de espacio público. No menos sorprendente fue la renovación del sótano, que alguna vez fue utilizado como taller mecánico y garaje. Ahora alberga las actividades deportivas.
Para nosotros es necesario poder concebir ambientes capaces de estimular la interpretación activa del espacio. En otras palabras, necesitamos imaginar lugares donde podamos experimentar, lugares donde podamos crecer, lugares lo más abiertos posibles a los diferentes usos e interpretaciones.
Las distintas secciones educativas dan a una plaza grande, luminosa y transparente, el corazón real del proyecto: un centro de organización espacial con un volumen de altura doble y distribución que se extienden por más de 2.100 m2.
La plaza es al mismo tiempo un atrio, un lugar de reunión informal y socialización y un lugar para funciones colectivas. Aquí se desenvuelve la vida de los niños.
El complejo fue pensado como un lugar para reunirse, investigar y descubrir que involucra el conocimiento, la creatividad y la maravilla de aprender, en un contexto educativo bilingüe. Todo esto en un ambiente amigable diseñado por una educación participativa, orientada a las relaciones diarias entre los niños, los maestros y los padres.
Desde la plaza es posible mirar hacia todos los espacios del conjunto: las aulas, los laboratorios y los ambientes didácticos son visibles a través de superficies vidriadas extensas que permiten que el brillo y la luz las atraviesen.
Todas las aulas están equipadas con espacios abiertos y grandes donde los niños pueden jugar y continuar con la experiencia educativa al aire libre, en contacto con la naturaleza.
Normalmente, cuando los espacios se transforman de una manera tan radical, lo que se preserva es la estructura: la morfológica y la portante. Así, esta intervención es la prueba de la consistencia y permanencia de la estructura, que es nuestro campo principal de experimentación.
Guiado por el deseo de preservar la identidad del edificio original, que se caracteriza principalmente por un entorno continuo y muy luminoso, Se eligió ubicar las aulas del jardín de infantes en el primer piso; y se construyeron tres puentes colgantes que siguen el ritmo de la estructura hecha de una sucesión de arcos de hormigón armado. Estos puentes, suspendidos por tirantes de acero, permiten que la luz ingrese al interior y son un testimonio del espacio en su configuración original.
El sótano alberga tres piscinas accesibles para el público a través de una entrada independiente y que también pueden ser utilizadas por los alumnos.
Los materiales utilizados para la cubierta cumplen con el requerimiento de preservar y dejar en evidencia la identidad industrial del edificio, una identidad basada esencialmente en la morfología del espacio, continuo y muy luminoso, y en la coincidencia entre espacio y estructura. En este sentido, los materiales respetan un lenguaje esencial: pisos de resina, paredes de yeso, ventanas y puertas de aluminio, estructuras de acero y grandes ventanas.
En contraste, Labics y la firma Play + eligieron materiales menos abstractos, más coloridos y casi táctiles.
En relación directa con las aulas del primer piso, un área de terrazas cubre 600 metros cuadrados del complejo. Este sitio se utiliza como patio de juegos y está equipado con muebles movibles, plantas y pequeños jardines educativos.
Además de estos espacios, junto al sendero que conecta el jardín de infantes con el centro deportivo, se encuentran, en secuencia, un pequeño teatro al aire libre, diseñado para ser utilizado principalmente por el jardín de infantes para actuaciones o actividades colectivas; y consiste en un ambiente cubierto diseñado para alojar mesas y sillas. Éste es el último espacio público abierto a la ciudad y está conectado directamente con las piscinas.
Dos grandes perforaciones circulares conectan el teatro abierto con la terraza del jardín de infantes, donde la presencia de dos árboles recuerda el nombre del complejo: “Jacarandá”. Éste es un guiño a la historia familiar de los propietarios del complejo, cuyo origen remite a la Argentina.
Todo el conjunto da forma a un sistema continuo de espacios abiertos y cubiertos, lo que significa un verdadero aporte urbano. Esto es así en tanto el emprendimiento está constituido como una estructura orientada a construir una ciudad cuyos habitantes, niños y educadores, se encuentran y comparten espacios.«