Renovado con espíritu original.
Siguiendo las ideas originales de Clorindo Testa, el equipamiento y puesta a punto del ex Banco de Londres recuperó visuales, texturas y colores que habían desaparecido con las sucesivas reformas.
Cómo se recuperaron los interiores del ex Banco de Londres
La historia pegó la vuelta, el pasado volvió vestido de futuro y puso las cosas en su lugar. No llegó exactamente igual, pero con bastante de lo que tenía hace 60 años, cuando era vanguardia casi incomprensible.
Fue en 1959, cuando Clorindo Testa y SEPRA ganaron el concurso por invitación que había realizado el Banco de Londres. Entre la infinidad de virtudes del proyecto se destacaba su apuesta a espacios abiertos interiores, a las vistas extendidas y a la flexibilidad ampliada de su planta sin columnas.
Después cambiaron los criterios del equipamiento para puestos de trabajo de oficinas y la apertura espacial que había logrado el edificio fue pervirtiéndose hasta comprometer toda la esencia del proyecto.
Hoy, los nuevos criterios de trabajo colaborativo están imponiendo espacios abiertos, despejados, democráticos e hiperconectados. En este contexto, el proyecto de Testa cobra nueva vida y gana la oportunidad de recuperar sus condiciones originales.
Así fue como, hace dos años, las autoridades del Banco Hipotecario iniciaron la replanificación de los espacios interiores del edificio de Reconquista y Bartolomé Mitre para recuperar las visuales perdidas. La alta línea de mamparas y divisores habían ocultado una de las virtudes del proyecto. El desafío era grande, debían mantener o reeditar el espíritu que dio origen a una obra maestra con un nuevo mobiliario que respondiera a las necesidades actuales.
Para eso, los encargados de la tarea acudieron a los “herederos” del estudio Testa, Juan Fontana y Oscar Lorenti, dos arquitectos que supieron trabajar con el maestro y continúan con algunas obras que todavía están en ejecución. El equipo actuó como asesor del proyecto. Inclusive diseñaron la reforma de dos vestíbulos que todavía no se ejecutaron. Con ellos de guía, el equipo eligió colores y
texturas que contribuyeron a la nueva “democratización” de los espacios y a ganar luz natural.
Para el nuevo mobiliario, por caso, se eligió la neutralidad del blanco con detalles en amarillo y rojo que combinados forman el naranja, color que identifica el logo de la institución.
El amarillo, por su parte, un color primario que contrarresta con el rojo elegido por Clorindo para neutralizar el dramatismo de la construcción, es utilizado estratégicamente en la claraboya del hall central y los caños de gas, colocados a la vista de manera intencional para transmitir transparencia entre semejante estructura de hormigón.
Asimismo, el vidrio elegido para enmarcar las salas de reunión también fue pensado para resaltar el sentido de transparencia y pertenencia; para permitir el paso de luz y jugar con un material que instaura la idea de “no estar aunque esté”.
La nueva modalidad de trabajo colaborativo se adaptó con el equipamiento a la estructura original, que nunca perdió su contemporaneidad. Las áreas de trabajo permiten miradas cruzadas desde adentro hacia afuera del edificio, de un nivel a otro, de arriba hacia abajo, desde abajo hacia arriba, una situación que aseguran, “resulta inspiradora para los colaboradores, clientes y proveedores que visitan a diario el alegórico edificio que forma parte del acervo cultural nacional y que siempre mantendrá intacta su capacidad de emocionar”.
La impronta atemporal y vanguardista del edificio resultó la principal ventaja para diagramar los espacios colaborativos que permitieran la integración entre las diferentes áreas y agilizar las comunicaciones entre el personal.
Entre los principales cambios del equipamiento se pueden mencionar las mesas compartidas con los jefes integrados, lo que reduce distancias y tiempos necesarios para garantizar la eficacia y eficiencia de la gestión cotidiana; islas de impresión y reciclado, lo que contribuye con la cultura de sustentabilidad y compromiso ecológico que promueve el banco; teléfonos compartidos para reducir el ruido ambiental; salas de reunión (se duplicaron los espacios vidriados que permiten la vista y el paso de la luz pero a la vez otorgan privacidad en las reuniones); y espacios informales abiertos (mesas y sillas a disposición de todos los colaboradores, en cualquier piso).
El nuevo planteo pone en valor la idea de Testa, la de generar un interior abierto en el que las circulaciones propongan puntos de vista cambiantes y sorprendentes.
Los seis niveles del banco, que fragmentan el espacio único, están colgados del techo con tensores de acero que resultan casi imperceptibles. Así, el hall central se integra visualmente al resto del interior exhibiendo las bandejas como losas que levitan. La precepción general es la de estar dentro de una gran caverna moderna.«